En la mitología griega Themis que significa ley de la naturaleza era la diosa de la justicia.
Era considerada el buen consejo y la encarnación del orden divino, las leyes y las costumbres.
Presidía la correcta relación entre el varón y la mujer y era la guardiana de las relaciones de familia.
Cuando no era obedecía, era Nemesis quien traía el castigo para el desobediente.
Se creía que cumplía el dictamen de los dioses.
Esta simbolización de la justicia enraiza también en la mitología romana con la diosa Iustitia y ha trascendido en el tiempo como un consideración necesaria entre los hombres.
La justicia es un valor de la sociedad y de las creencias individuales.
Es un valor esencial y necesario,
La justicia comprende en sí el respeto, la equidad, la igualdad y la libertad y la justicia social es la distribución equilibrada de los bienes en una comunidad.
La Justicia como valor es un principio moral de cada persona que decide vivir dando a cada uno lo que le corresponde o pertenece.
Kant sostenía que la justicia en un estado se fundamenta en 3 principios:
Libertad de los individuos, igualdad entre estos e independencia de cada individuo de la comunidad.
Desde tiempo inmemorial la administración de la justicia entre los hombres está en manos de los jueces.
Los jueces se consideran hombres elegidos dentro de la comunidad, por sus valores, especialmente la probidad, la honradez, el equilibrio, la independencia y la justa valoración de los hechos sociales.
El juramento tanto de ellos como de otros funcionarios, tuvo en su origen dotar de sacralización a su nombramiento.
Lo has jurado, y eres responsable ante Dios y ante los hombres de este juramento de verdad.
En los tiempos que corremos el juramento se ha tornado más un acto formal que un acto esencial en la concreción de elevar a un hombre al rango de juzgador de sus hermanos.
Hay fórmulas de juramento que hemos visto realizar en todo el mundo sobre personas, situaciones, hechos y aun realidades poco creíbles.
El juramento por Dios y por la Patria y sobre los libros sagrados ha pasado a segundo plano.
La cuestión es la des sacralización de la sociedad.
El valor de lo sagrado ya está cuestionado ab initio.
¿Que es sagrado?
Volvemos a los valores.
Hemos escrito en otra oportunidad que el trípode griego sobre el que se apoyaba la sociedad:
La verdad, la belleza y el bien, se había tornado en otro conformado por fama, dinero y poder.
Si he jurado por una persona en particular, o por un hecho histórico o por una ideología, significa que pretendo que esa persona, o esa ideología sean quienes me juzguen y saco de mi juzgamiento al Soberano que es el pueblo.
Si he perdido la ecuanimidad y dentro de mi función judicial abiertamente participo de grupos o asociaciones con ideología definidas, mi visión de la justicia será empañada por esas connotaciones.
Esa es una de las puntas de la honra a la justicia, la otra es la pérdida del sentido de control de responsabilidad.
Cuando los pueblos dejan su función soberana en manos de representantes, lo hacen con un mandato que han entregado a ellos.
El funcionario, que es un mero mandatario debe cumplir con el mandato dado por el pueblo, y si no lo cumple es el mismo pueblo quien debe demandarlo.
Si esto se pierde, la justicia se prostituye, como también si el Juzgador para cumplir con la Justicia debe pedir ayuda o consejo a otras personas, grupos de poder o referentes mundiales.
El mandato es claro y la función también, se debe cumplir la ley, y la forma de honrar a Themis es aplicar la ley con su estricto cometido dentro de la valoración social de las mismas y con el principio de igualdad, sin discriminación ni privilegios.
Themis será honrada cada vez que un fallo sea otorgado por un juez probo, dentro del marco legal y por quien ama de verdad su función y su responsabilidad dentro de la sociedad...
Elías D. Galati
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