Por
Héctor Villarreal el 10 agosto, 2010
México
“Construid
una casa de la cultura en cada colonia jodida del país y los jóvenes cambiarán
las armas por pinceles, plumas y zapatillas de ballet”.
I
Toda
mafia se sustenta en tejido social, no en su descomposición.
Así
es tanto para los que se dedican a la piratería de productos y su
comercialización como al narcotráfico, al liderazgo sindical o a la santidad
patronal de capilla cultural.
Las
organizaciones criminales se caracterizan precisamente por eso:
Por
su —muy bien compuesto— tejido social.
II
¿En
qué está el problema para la gobernabilidad?
¿En
el tejido social, supuestamente descompuesto?
¿O
en la porosidad o ineficacia del Estado de derecho?
Está
en la ineficiencia del sistema de justicia.
III
Lección
número uno de Durkheim: El hecho social.
El delito es un
hecho social.
Aunque
patológico, forma parte de la normalidad, tal como el castigo para quien lo
comete.
Pienso
que el castigo es, por lo tanto, preventivo por su capacidad de disuasión y
correctivo por su capacidad de nulificación.
Pero
si no hay castigo, ni se disuade ni se nulifica - por el contrario -, se
fomenta.
En
la medida en que haya castigo, este hecho social tendrá una frecuencia que
permita una amplia gobernabilidad...
Pero en la medida en que no lo haya, se
multiplicará hasta ponerla en riesgo.
IV
La
guerra contra el narco o Mein Kampf de Calderón contra la delincuencia o crimen
organizado (los delincuentes son los que se organizan, en realidad) es un paseo por el jardín mientras el
sistema de justicia siga siendo ineficaz e ineficiente.
Y
eso va de la prevención a la readaptación.
Lo
dicho en este espacio, en mayo:
“Si no
pueden poner orden en las cárceles, no pueden poner orden en nada.
Si no pueden con
los que están prisioneros, da igual a cuántos encarcelen si de todos modos
siguen delinquiendo.
El grado de civilización y desarrollo de un país se
comprueba en sus prisiones”.
Ya
se sabía que eran centros de capacitación, planeación, organización y mando
criminal.
Pero ahora también consta que son espacios para el resguardo y
protección de sicarios en servicio.
V
En
un Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)
encuentro la siguiente definición de tejido social:
“Es
el conjunto de redes personales, categoriales, estructurales, formales y funcionales,
de iniciativas o asociativas y mixtas o inter sistémicas, que constituyen un
activo para los individuos y la sociedad pues les permite ampliar sus opciones
y oportunidades para mejorar su calidad de vida.
La
sociedad existe como tejido social de sus ciudadanos y ciudadanas.
A
mayor tejido social, más sociedad”.
Y,
ojo, algo muy importante:
La
descomposición del tejido social no es la causa sino el efecto de la
delincuencia y de la impunidad, de acuerdo con la misma definición:
“El
deterioro, debilitamiento o rompimiento del tejido social significa el
aislamiento del individuo de la sociedad debido a la pérdida de sus principales
redes sociales, y de valores como la confianza y la solidaridad.
El
tejido social también se debilita cuando las normas de convivencia ciudadana
son irrespetadas y violentadas impunemente, o cuando las leyes son fácilmente
irrespetadas e incumplidas”.
VI
Pero,
¿alguna vez hubo un tejido social compuesto, o que no estuviera descompuesto?
¿De
dónde o de quiénes proviene la idea de una “descomposición” del tejido social?
De
las campañas televisivas y sermones sobre la gran familia mexicana.
Es
una idea de evocación rousseauniana, así como la del buen salvaje en estado
natural;
o
del paraíso perdido, sin pecado, antes de que Adán se alimentara con un fruto
hormonal.
¿En
qué está el problema para la gobernabilidad?
¿En
el tejido social, supuestamente descompuesto?
¿O
en la porosidad o ineficacia del Estado de derecho?
Está en la
ineficiencia del sistema de justicia.
El
tejido social descompuesto es una metáfora conservadora, que en su versión
intelectualizada reza:
El Estado dejó
de ser paternalista y no asume su responsabilidad de macho jefe de hogar,
condenando así a la sociedad a una orfandad en la que no se basta a sí misma
para sobrevivir.
En
su versión clerical, ya lo dijo el cardenal Sandoval, es el resultado de una crisis de valores.
VII
Me
comenta una profesora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez que uno de sus
alumnos le dijo que es sicario.
Pues
claro.
La
criminalidad no es el resultado de la falta de oportunidades educativas, sino
de la corrupción y la impunidad.
VIII
“La
descomposición” es la nueva explicación favorita de periodistas balines,
políticos e intelectuales.
La
usan como muletilla cada vez que tienen que dar un discurso o redactar una
nota, declarar a la prensa o pontificar.
Suena
bien, suena razonable, suena creíble.
Es
verosímil.
Especialmente
si se añade con la meta causa y omni causa:
El
diablo, ¡el neoliberalismo!
La
usan como muletilla cada vez que tienen que dar un discurso o redactar una
nota, declarar a la prensa o pontificar.
La
ideología es infalible.
Como
siempre, La Derecha, que según ellos
es neoliberal, es la madre de todos los
males.
De
las ejecuciones, en este caso, según la narrativa:
Las
políticas neoliberales son la causa de la descomposición social, la cual orilla
a los jóvenes sin oportunidades a hacerse sicarios de algún cartel.
Lo
que no dicen es que si de algo hay empleo en este país es de policía y en la
policía.
No
queda claro, pues, si las corporaciones de seguridad y el reclutamiento de
quienes van a combatir a los sicarios resultan de un tejido social no
descompuesto, o del descompuesto.
En
la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM encontré volantes de mano que
invitan a egresados a ingresar a la Secretaría de Seguridad Pública en su
compañía de teatro, por comentar una anécdota.
IX
La
propuesta (y fantasía) recurrente de los intelectuales es la de combatir al
crimen con “cultura”.
Algo
así como que el gobierno les pague mucho dinero (a ellos), así sea como
funcionarios, por poner su obra, talentos y demás ante una sociedad de
potenciales sicarios para que se convenzan de que más vale ser como ellos que
como los capos de los carteles.
Construid
una casa de la cultura en cada colonia jodida del país y los jóvenes cambiarán
las armas por pinceles, plumas y zapatillas de ballet.
Ni
ellos se lo creen, pero ¿qué tal si pega...?
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