Un grupo de venezolanos se sienta sobre una bandera para protestar contra el presidente Nicolás Maduro en Caracas, Venezuela. Credit Alejandro Cegarra/Associated Press
Por
Luis Almagro (1)
WASHINGTON
— Los países de América Latina y el Caribe han estado plagados de dictaduras a
lo largo de su historia.
Para
evitar el regreso de los regímenes autocráticos, en el año 2001, los 34 países
de la Organización de los Estados Americanos (OEA) firmaron la Carta Democrática Interamericana, mediante la cual
acordaron que la democracia es un derecho de los ciudadanos que los gobiernos
deben garantizar.
Sin
embargo, Venezuela, un país suramericano de más de 30 millones de habitantes,
actualmente enfrenta ese viejo y familiar dilema.
Es
por eso que el 14 de marzo, hice un llamado para tener elecciones justas y
libres, como una manera de evitar la suspensión de Venezuela en la OEA, de
acuerdo con la Carta Democrática Interamericana.
Además,
exhorto a los miembros de la OEA a que se unan a esta causa.
El
gobierno venezolano suspendió el referendo revocatorio del presidente Nicolás
Maduro el pasado mes de octubre y también las elecciones de 2016 de
gobernadores estatales, con lo cual
revocó los derechos electorales de sus ciudadanos, y violó las leyes establecidas
en su constitución.
La
oposición ganó la mayoría de la Asamblea Nacional en 2015, pero la Corte
Suprema de Justicia, controlada por el poder ejecutivo, despojó al parlamento
de sus poderes.
En
los últimos tres años, miles de venezolanos han sido detenidos por sus ideas,
más de 100 personas (entre ellas, Leopoldo López un destacado líder de la
oposición) siguen encarceladas en
condiciones desgarradoras,
y
las fuerzas de seguridad estatales se reservan el derecho de detener y torturar
arbitrariamente y a voluntad.
El gobierno del
presidente Maduro es un régimen autoritario, ineficiente y corrupto.
Hay
una grave escasez de alimentos,
los
enfermos no tienen acceso a las medicinas,
la
inflación anual es de 700 por ciento
y
el país tiene una de las tasas más altas de homicidios en el mundo.
Mientras
la población de Venezuela soporta esta carga, se estima que los fondos públicos perdidos a causa de la corrupción de
la clase dominante ascienden a 300 mil millones de dólares,
y
los altos funcionarios de gobierno están cada vez más coludidos con el
narcotráfico.
No
podemos seguir mirando hacia otro lado.
Los
países miembros de la OEA deben reivindicar su compromiso con la democracia.
Hago
un llamado al gobierno de Maduro para que celebre elecciones presidenciales
transparentes y equitativas con el fin de evitar la suspensión de Venezuela de
la OEA.
Todos
los presos políticos deben ser puestos en libertad, deben garantizarse los
derechos y libertades fundamentales, y deben establecerse canales de ayuda humanitaria
que funcionen.
Restablecer
los derechos básicos del pueblo es crucial para permitir que Venezuela
permanezca dentro del grupo de países democráticos del hemisferio.
La
Carta Democrática Interamericana establece dos medidas que podemos utilizar como
recurso de acción:
Los artículos 20
y 21.
El
artículo 20 establece que, si se produce una alteración del orden
constitucional que socave gravemente la democracia en un país miembro, pueden
llevarse a cabo iniciativas diplomáticas, entre ellas los esfuerzos de
mediación.
Desde
el año 2014 hasta la fecha, la Unión de Naciones Suramericanas, la OEA, el
Mercado Común del Sur (Mercosur), el Vaticano y el Departamento de Estado de
Estados Unidos, entre otros, se han esforzado por establecer un diálogo
constructivo con el gobierno venezolano, pero no han tenido éxito.
Esto
se debe, en parte, a que el objetivo del gobierno ha sido crear la ilusión de
un diálogo sin comprometerse verdaderamente con hacerlo efectivo.
Esas
iniciativas han fracasado.
¿Qué
se puede hacer?
¿Cuánto
tiempo más el pueblo de Venezuela debe seguir sufriendo la opresión y la
privación?
Si Venezuela no
retoma un camino democrático dentro de un mes, debe ser suspendido de la OEA.
Los
33 países de la región deben mostrar unidad y defender una democracia bajo
asedio.
La
secretaría general y los países miembros se han reunido esta semana para
coordinar acciones destinadas a ese objetivo.
De
acuerdo con la Carta Democrática Interamericana, cuando se suspende la adhesión
de un país —el último caso fue Honduras en 2009— este pierde “su derecho a
participar en la OEA”.
La
exclusión de un país de las naciones democráticas de América envía un claro
mensaje político, económico y comercial a la comunidad internacional y a los
principales actores económicos en un momento crítico:
Regimen
non gratum.
Si
el gobierno de Maduro quiere evitar las consecuencias potencialmente
desastrosas de una suspensión, debe hacer un verdadero compromiso con la
democracia y tomar medidas claras para restablecerla.
Creo,
como lo hace cualquiera que tiene fe en la democracia del hemisferio, que
exigir esto es nuestra obligación moral.
Pero
seamos claros: no estamos en contra del diálogo.
Estamos
en contra del fracaso del diálogo.
La
suspensión es el último recurso que se encuentra en nuestro marco regulatorio
para presionar al actual gobierno de Venezuela, que se enfrenta al aislamiento
y a la pérdida de legitimidad, para que realice elecciones presidenciales que
devuelvan la democracia, la libertad y la prosperidad al país.
(1)
Luis
Almagro es secretario general de la Organización de Estados Americanos.
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