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Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 2 de abril de 2017

El valor de lo espontáneo


Sergio Suppo
LA NACION

El duro monólogo opositor arropado por multitudes que marcharon durante todo el mes pasado encontró anoche una respuesta pacífica pero enfática.
Esa réplica pone un límite y fija un criterio:
El Gobierno tiene quien lo defienda aun a pesar de la propia apatía en la que suele encerrarse la administración de Mauricio Macri.
Las concentraciones en el final de la apacible tarde del sábado resultaron lo suficientemente masivas como para romper la distante desconfianza con las que el Gobierno dudó en habilitarlas.

En la Casa Rosada hablaron durante varios días del temor a desmanes, cuando en verdad la preocupación estaba atravesada por un cálculo político:
Perder en la comparación con las multitudinarias protestas contra las políticas del Gobierno que gastaron las calles porteñas.
Fueron miles los trabajadores que fueron movilizados y millones de pesos los gastados en trasladarlos y en garantizar su presencia.

El clima cambió anoche por completo en el Gobierno.
De Macri hacia abajo, al unísono, todo su equipo pasó de la inquietud a la sorpresa hasta desatar los sentimientos. “Estamos llenos de emoción”, dijo un funcionario de la primera línea del Gobierno.
“Este país tiene un enorme futuro”, dijo el Presidente en la intimidad.
Hubo lágrimas.

La dimensión, pero en especial la forma espontánea con la que miles de personas respondieron al llamado horizontal que repicó desde las redes sociales, es un valor diferencial.
El dato más contrastante, y quizá más importante, es que la manifestación de ayer fue la primera en favor de un gobierno sin ser motorizada directamente desde el poder.
Peor, fue casi desautorizada desde la Casa Rosada.
Aun así, los mensajes no dejaron de vibrar en los celulares hasta ganar una pulseada que dejó de ser virtual para convertirse en un hecho político concreto.
Tal vez pueda aceptarse como antecedente la concentración en la Plaza de Mayo que el periodista Bernardo Neustadt convocó durante los primeros meses de la presidencia de Kirchner.
En todo caso, es un dato remoto y difícil de comparar.

Macri recibió ayer un regalo que no tenía previsto.
Ese envión anímico del que el Presidente anoche acusó recibo incluye un mensaje directo hacia el resto de la dirigencia.
Los que salieron de sus casas tuvieron como razones principales evitar que vuelva el kirchnerismo, rechazar la violencia política y los paros salvajes.
El repetido “vamos a volver” gritado en todas las marchas opositoras fue refutado anoche en una movilización en las que las consignas que se hicieron notar eran una respuesta al retorno de Cristina Kirchner y un claro signo de desaprobación a su estilo político.

Otros motivos recientes engrosaron la convocatoria.
La lista es conocida y comienza por el cansancio con los piquetes y con las huelgas interminables como las que llevan adelante los gremios docentes.
La reivindicación explícita del terrorismo, en el acto del 24 de marzo, es otra causa que convirtió en una marcha la indignación por el regodeo violento y la glorificación de Montoneros y del ERP.

Esa clientela que en 2015 se inclinó por Macri para interrumpir la hegemonía peronista se manifestó para ahuyentar al “club del helicóptero”, al que se asociaron desde el primer minuto varios de los más fanáticos seguidores de Cristina.

Imposible no encontrar entre estos adherentes de Macri la misma composición social que sorprendió al kirchnerismo alertando su malestar con cacerolas.

Entonces protestaban...
Anoche salieron a la calle para no tener que volver a hacerlo...


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