"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 7 de noviembre de 2017

El peronismo, stupid

Por Pablo Rossi

Donald Trump es un millonario que llegó a la Casa Blanca por el partido emblemático de la derecha conservadora y decide enfrentar a las grandes corporaciones económicas de su país para devolver el trabajo nacional y popular a los obreros estadounidenses empobrecidos.

Millones de norteamericanos disconformes lo eligieron para reemplazar al liberal progresista Barack Obama, quien cedió frente a los promotores de la gran burbuja financiera de Wall Street para salir a duras penas de la crisis que heredó. 
Con su revolución de la esperanza para las minorías desplazadas y las mayores expectativas políticas creadas desde John Fitzgerald Kennedy, el primer presidente afroamericano de la historia apenas pudo organizar un costoso (y efímero) sistema de cobertura médica para 30 millones de personas como principal legado de equidad.
De locos.

Los ricos malos que siempre buscaron concentrar riqueza en otros ricos como ellos ahora defienden a los pobres sin trabajo, descuidados u olvidados por sus representantes lógicos, que terminaron gobernando para el establishment,  dando la espalda al pueblo (the people) y aceptando o rindiéndose ante las reglas salvajes de la globalización financiera y corporativa.

Definitivamente ya nada es lo que parecía ser ni se explica por las razones que hasta ayer servían para interpretar el mundo.
Derechas e izquierdas, liberales y conservadores, estatistas clásicos y abanderados del libre mercado, nacionalistas y globalizadores están desorientados y confundidos frente a la erupción continua de eventos que  ponen a prueba sus catecismos  y sus envejecidos postulados.

Unos y otros, los fans del “american way of life”  o los antiimperialistas de manual quedaron azorados viendo cómo, de la noche a la mañana, Estados Unidos ha roto los esquemas y ha dejado de ser el promocionado gendarme ordenador del mundo para convertirse en una fuente inagotable de desorden, paradojas, contradicciones e inestabilidad en todos los rubros.

Un ejército de sociólogos, politólogos, expertos en política internacional y periodistas especializados flota a la deriva chapoteando entre los restos del naufragio de las viejas coordenadas ideológicas del siglo veinte que ya no sirven para explicar ni entender este mundo posmoderno azotado por fenómenos bizarros surgidos de un reality show planetario.

En este mar de desconcierto me animo a sugerir que probablemente hoy asusta y entretiene el árbol pero no se termina de distinguir las verdaderas trampas escondidas en el bosque.
En otras palabras.
La amenaza mayor para Estados Unidos y el mundo hoy no es la  persona (o el personaje) Donald Trump,  sino el tipo de populismo viral que exuda y emerge con él, quizás en la variante más potente y extravagante que se haya conocido desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Sí, el populismo
Subestimado por las academias y por el mundo anglosajón (que hasta hoy jamás lo había padecido) casi como un fenómeno propio y periférico de países latinoamericanos con algún contagio en sociedades emparentadas del sur europeo.
Algo que jamás llegaría (eso pensaban) a las cimas del poder en las democracias del norte por la fortaleza y los anticuerpos de sus sólidas instituciones.

Al populismo siempre se lo caracterizó como un resabio menor (un primo inofensivo) de los cruentos  totalitarismos del siglo veinte (el nazismo, el fascismo,  el comunismo, etc.).
Nunca se le otorgó entidad exportable como método permanente de una gestión pública, como sistema lógico de comunicación política para seducir masas de ciudadanos heridos o desencantados.
Tal vez ese desdén facilitó su supervivencia y transformación en la amenaza autónoma que resulta hoy para las inestables e inermes democracias del siglo veintiuno.

¿Cuál es el peligro subestimado del populismo?
Su naturaleza parasitaria en lo ideológico y su método pragmático/inescrupuloso en la práctica política.
Al no someterse a la coherencia de un conjunto de ideas determinado (da lo mismo izquierda, derecha o centro), ni responder por un sistema estable de valores, puede  tener mil rostros y sostener las banderas ocasionales que exija la coyuntura con el solo objetivo de conservar, incrementar y servirse del poder en el nombre del pueblo.
Una verdadera maquinaria destinada a ganar elecciones, inventar enemigos y aplastarlos simultáneamente.

Si usted hasta ahora no entendió claramente que quiero decir, se lo traduzco en una frase ampulosamente argentina:
El mundo, especialmente el anglosajón, tuvo el atrevimiento de subestimar la potencialidad contagiosa y el alcance global… del peronismo.


Good luck, baby.

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