Estamos
ante una acción condenable del Estado nacional por no verter la noticia sobre
la explosión en tiempo y forma.
ARA
/ SAN JUAN / 7 / MALVINAS/
MÁS
RÁPIDO DE LO QUE PODÍA PREVERSE,
ESTÁ
SURGIENDO UNA FASE DE LA VERDAD.
Por
Gabriel Fernández
La
Señal Medios
Sabemos,
gracias a Carlos Balmaceda, que “Luis Tagliapietra, padre de Alejandro,
tripulante del ARA San Juan”, afirmó hoy en un programa de radio, “que fue
informado por fuentes de la Armada que el submarino, antes del episodio trágico, había cambiado su derrotero
ordenado por superioridad, eligiendo circular por zona de talud y había
duplicado su velocidad, "todo
consistente con una escapatoria a un ataque de torpedos”.
Hace
casi una semana publicamos con Julio Fernández Baraibar en La Señal Medios, la
información suministrada por fuentes reservadas, vinculadas a la Marina.
Esa
versión indicaba que “La nave estaba
en misión de observación en una zona vedada”.
Esto
determinó la aseveración de los informantes:
“No hubo
comunicación porque la comunicación estaba vedada para esa operación”.
La
consideración, en línea con el artículo mencionado, merece credibilidad porque
el padre del submarinista sólo puede resultar damnificado por su afirmación.
Valiente,
y seguramente dolorido e indignado por el oscuro destino de su muchacho, se ha jugado a decir lo que sabe,
contrastando con la hipótesis oficial, difundida por el diario La Nación,
acerca de una “desgracia” propia de las dificultades técnicas de un país de
tono menor.
Ahora
bien:
Estamos
ante una acción condenable del Estado nacional por no verter la noticia sobre
la explosión en tiempo y forma.
Nos
encontramos frente a la paradoja que muestra a los Estados Unidos como el
respaldo decisivo para indagar ese sonido, cuando
las probabilidades de un ataque remiten lógicamente a naves de ese origen o de
Gran Bretaña, si el ARA San Juan se hallaba en las cercanías de las Islas
del Atlántico Sur.
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