Fuente: La Vanguardia
Estoy a
punto de escribir un artículo que no interesará a nadie.
Soy
consciente de ello porque el tema presenta dos características que alejan el
interés del lector: es un tema lejano y
es trágico.
Además, es
vitriólico, caótico y con múltiples variables que dificultan el análisis raso.
Si no es
fácil, es lejano y, además, es dramático, ¿a qué viene dar la vara con un tema que a
nadie interesa?
Viene a cuento del aguijón de la
consciencia, que nos apela más allá de nuestra acomodaticia
indiferencia.
Están muriendo
miles de personas en Yemen por una guerra terrorífica y adecuadamente
silenciada.
Y a los
miles de muertos de los bombardeos –indiscriminados, y claramente dirigidos
contra la población civil– cabe añadir los miles que se acumularán por la
hambruna causada por el bloqueo total que la coalición de Arabia Saudí ha
impuesto al puerto de Al Hudaydah, del que depende la entrada de alimentos.
Según Mark
Lowcock, responsable de la agencia humanitaria de emergencia de la ONU, más de 400.000 niños están en riesgo de
morir de inanición.
Además, hay
una tercera pata trágica:
La grave epidemia de cólera que ha
dejado al país en situación sanitaria crítica.
Orla Guerin,
corresponsal de la BBC en la región, que consiguió burlar el bloqueo saudí, lo
describía en estos términos:
“Niños muriendo en los
pasillos del hospital y pacientes atendidos en sus coches: el horror sin
precedentes de la crisis del cólera”.
De manera
que, para resumir este tema nada interesante, las cifras son las siguientes:
Dos años de
guerra descarnada, con bombardeos masivos sobre las poblaciones; más de diez
mil muertos oficiales por los ataques; nueve de cada diez distritos del país
con altísimo riesgo de catástrofe humanitaria,
y alrededor
de 900.000 personas afectadas por la epidemia de cólera, de las cuales más de
un millar han muerto, según la OMS.
La
destrucción de los edificios, incluyendo hospitales y escuelas, es de tal
envergadura que, según Guerin, “miles de
yemeníes viven en los escombros de lo que fueron sus hogares”.
Todas las
organizaciones que luchan por los derechos civiles han disparado la alarma y la
movilización de la ONU para hacer llegar alimentos es masiva, aunque desgraciadamente
fallida.
Es un horror ante el mundo en un
mundo que todo lo
graba y, sin embargo, es un horror
invisible.
¿Quién lucha
contra quién?
No hay
espacio para tanto despliegue militar, pero resumiendo:
Por un lado
los chiíes (del ramal zaidita) de Yemen, ayudados por Irán y Hizbulah;
por el otro, los suníes de Yemen con una coalición liderada por Arabia Saudí con Emiratos, Egipto, Bahréin, Kuwait, Jordania, Marruecos, Senegal, Sudán y, hasta hace poco, Qatar.
por el otro, los suníes de Yemen con una coalición liderada por Arabia Saudí con Emiratos, Egipto, Bahréin, Kuwait, Jordania, Marruecos, Senegal, Sudán y, hasta hace poco, Qatar.
Estados
Unidos ayuda con sus drones y su Navy.
Suníes
contra chiíes, con Estados Unidos de por medio.
¿Quiénes
mueren?: la gente.
¿Quiénes
reaccionan?: nadie.
Porque esta guerra no existe…
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