Nicolás Wiñazki
La ex presidenta y el ex cerebro jurídico K
ahora están enfrentados.
Sus estrategias en la causa por el
encubrimiento del atentado de la AMIA son contrapuestas.
Hubo un tiempo en el que todos eran felices.
El tiempo del apogeo en el poder.
Carlos Zannini, ex secretario Legal y Técnico
durante los doce años de gestión K, taciturno, silente en público, implacable
con sus enemigos, solía relajarse en esos años de influyente, por ejemplo,
cantando tangos en el avión de los presidentes, a los gritos, quizás acompañado
por una copa de vino tinto.
A los Kirchner los divertía.
Zannini, daba la imagen pública de un duro,
imperturbable, pero podía destaparse, como se destapó en diciembre del 2010 en
la boda de uno de sus rivales del Gabinete, el ex ministro de Planificación
Federal Julio De Vido, como eje sorprendente de una celebración.
Con voz bien alta, y de nuevo tras haber
comido y bebido como corresponde en un evento de esa envergadura, llamó la
atención de los invitados varias veces, según reconstruyó Clarín gracias a uno
de ellos:
“¡Vivan los novios!”, se alegraba el ex secretario
jurídico de la Casa Rosada.
Y hasta elogió con énfasis a los recién
casados, apretándolos fuertes fuerte contra él.
Esos gestos de cariño llamativos con “Julio”,
y con su flamante esposa, Alessandra “Lali” Minnicelli, captaron la atención,
de nuevo, de los invitados que lo miraban azorados.
Zannini y Minicelli son parientes políticos.
No es una metáfora.
La mujer del ex Legal y Técnica es Patricia
Alsúa.
Es prima de “Lali”.
La suegra Zannini se llama Blanca.
Es la tía de Minnicelli.
El jueves a la medianoche, el ex funcionario
salía de la casa de la mamá de su esposa cuando fue detenido por la policía.
Hoy Zannini está preso por orden del juez del
caso “Pacto con Irán”, Claudio Bonadio.
Era un intocable para la Justicia.
Y eso le generó el enojo y el distanciamiento
de la ex presidenta Cristina Kirchner.
De su hijo, el diputado nacional Máximo
Kirchner.
Los jefes de La Cámpora que antes lo
escuchaban como a un gurú, como Andrés “El Cuervo” Larroque.
De su “pariente” De Vido.
Y hasta del asistente de los K y empresario
próspero, Rudy Ulloa Igor, que ordenó a sus militantes que expulsen a Zannini
del ateneo que en los ’80 él había fundado con Néstor Kirchner, llamado “Los
Muchachos Peronistas”.
Según fuentes del entorno de la familia ex
presidencial, Cristina aprobó esa expulsión insólita e impensada pocos años
atrás para el unido PJ santacruceño.
Todo ocurrió tras las elecciones
presidenciales del 2015.
Las fuentes que conocen a esta trastienda
íntima de los K, mencionan también como su “verdugo” a Eduardo De Pedro.
Los dirigentes K, que igualmente terminaron después peleados también entre ellos tras dos
años de des poder y detenciones en calabozos, persuadieron a la actual
senadora Kirchner de que Zannini era el verdadero “padre” de la derrota del
Frente para la Victoria en esos comicios de 2015.
El ex secretario Legal y Técnico había
competido como compañero de fórmula perdidoso del postulante a la presidencia,
Daniel Scioli.
Esos dirigentes K convencieron a Cristina,
además, de otra descripción sobre el antes leal Zannini.
Están seguros de que es un “traidor”.
Ocurre que mientras otros ex funcionarios K
iban presos, eran indagados y procesados en casos de corrupción, en procesos
que fueron o serán llevados a juicio oral, el ex secretario Legal y Técnico
salía indemne de esos infortunios judiciales.
Los K no creen en los azares, pero sí en los
complots.
Zannini fue el hombre que redactó todos los
decretos de los doce años de la gestión presidencial anterior.
Él escribió decisiones gubernamentales que
terminaron afectando a otros.
Y, entre otras muchas variables, también fue quien confeccionan las ternas
con las que Kirchner eligieron a varios de los jueces federales que hoy
padecen.
Fue Zannini,
también, quien llevó a la Quinta de
Olivos, durante un mediodía de 2012,
a Alejandra Gils Carbó para que Cristina conociera y decidiera postularla
para el cargo de Procurador General de la Nación.
Gils Carbó respondió siempre a Zannini.
Fueron ellos los ideólogos de la fractura del
Poder Judicial en los últimos años, entre autoridades que deberían haber sido
autónomas a la Casa Rosada pero que terminaron identificándose con la
agrupación K “Justicia Legítima”.
Zannini, por ejemplo, solía ir a la cancha de
Boca a alentar a su equipo junto a fiscales federal como Miguel Osorio.
Paradojas del peronismo:
Hoy Zannini está en la cárcel y Cristina no.
Cayó preso en Río Gallegos, como se dijo.
Voló esposado a Buenos Aires.
En Aeroparque lo esperaba una manifestación
módica de La Cámpora en la que incluso participó una familiar directa de los
Kirchner.
Más allá de eso, los rencores continúan.
El viernes, estos hechos produjeron una singularidad.
Por primera vez en décadas, Zannini hizo trascender una fuerte
disidencia jurídica con la posición de su ex Jefa Cristina, a quien
asesoraba y cuidaba respecto a los avatares potencialmente peligrosos que
podían sucederse en los tribunales.
Zannini no tiene fueros y está procesado con
prisión preventiva acusado de traición a la patria y de haber gestado un
encubrimiento agravado a los iraníes acusados por la Justicia de ser autores
del mayor ataque terrorista que sufrió la Argentina, la voladura de la AMIA.
Cristina fue procesada por los mismos delitos
pero es senadora y está libre:
El juez pidió su desafuero y detención al
Senado Nacional.
Fue ella quien comunicó públicamente que no
apelaría esa decisión y que iría directamente a tribunales internacionales a
quejarse por la actuación de Bonadio, a quien acusó de ser un subordinado del
Presidente Macri.
El abogado de Zannini, Mariano Fragueiro
Frías, en cambio, dejó en claro en entrevistas con varios medios una postura y
una estrategia absolutamente contraria.
Anunció que sí apelará las decisiones de
Bonadio ante la Cámara Federal.
Describió el procesamiento y prisión de su
cliente como “un error judicial”.
No atacó en forma personal a Bonadio como sí
lo hizo Cristina.
Sus críticas al magistrado fueron técnicas.
Explicó que, según su postura, el desarrollo del caso decantará y se verá
los resultados del enojo entre los Kirchner y Zannini, el guardián de
muchos de los secretos de la familia.
Su rival político interno, De Vido, ya
difundió en su momento una carta que escribió desde su celda de la
penitenciaria de Marcos Paz en la que aludía a la “traición” de los “monjes
negros”.
El ex ministro dejó trascender que, entre
otros, se refería a Zannini.
De Vido cree que su “pariente político” es
profundamente “anti peronista” y que eso fue la causa por la que el PJ perdió
las presidenciales del 2015.
Zannini ya conoce la cárcel.
En 1976 fue detenido en Córdoba por su
militancia en la izquierda comunista.
Vivió cuatro años preso.
Salió en libertad en 1980.
Tenía 26 años.
Desde entonces, se dedicó entonces a estudiar
Derecho, a tratar de entender el mundo de las Leyes, aquellas normas que pueden
llevar a hombres y mujeres a la cárcel.
O todo lo contrario...
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