“Noto
que todos los militantes del aborto han nacido” dijo Ronald
Reagan para sintetizar su opinión sobre quienes resuelven drásticamente el
embarazo no querido.
Muchos
intentan descalificar la lucha por la vida con el falso argumento de que el
rechazo del aborto tiene una raíz religiosa.
Para
un liberal clásico el aborto es inadmisible porque vulnera los derechos de otro
ser humano y eso no tiene nada que ver con creencia religiosa alguna.
Por
el contrario, en general, los liberales somos, por lo menos, anticlericales.
No nos inspira, ni
en éste ni en ningún caso, el temor al castigo divino sino al de nuestra propia conciencia que nos impide decidir quién vive
y quién muere.
El
liberalismo es la única filosofía basada en el respeto irrestricto de los
derechos individuales, los propios y los del prójimo y de su proyecto de vida.
Todas
las corrientes políticas dirán lo mismo pero cada vez que subordinan lo
individual a lo social arrasan con los derechos individuales, pilar indiscutido
de la filosofía liberal y el derecho a la vida encabeza la lista.
Es
absurdo, cuando no perverso, delirar por la contaminación ambiental, la
preservación de los bosques o la extinción de la ballena azul y militar por la
interrupción de la vida humana.
Es
hipócrita marchar por “los más
vulnerables” y “los que menos
tienen” y negar que el ser humano no nacido es la criatura más indefensa de toda
la cadena de seres vivos.
Es
contradictorio bregar por el cuidado integral de la mujer y, en simultáneo,
reclamar para ella el derecho a suprimir una vida sin más trámite.
De
la extrema debilidad del niño por nacer se aprovechan las ideologías
autoritarias que se arrogan el derecho de decidir por él.
En
cambio el liberalismo, porque pone al individuo por encima de cualquier otro
interés, lo defiende;
lo
reconoce como objeto de derecho aún en su extrema indefensión;
defiende
su derecho a vivir, a nacer, a elegir y a tener un proyecto de vida, porque
decidir por los demás es una actitud fascista.
En
la actualidad, un delincuente (el que roba una gaseosa o el que mata un
policía) es considerado menor hasta los 18 años.
También
hay que cumplir 18 años para abrir una caja de ahorro en un banco y 17 para
manejar un auto.
Sin
embargo, los mismos legisladores que se niegan a modificar la edad de
imputabilidad están dispuestos a votar
que una criatura de 13 años está madurativamente apta para decidir la
interrupción de un embarazo sin siquiera la intervención de un mayor e
ignorando el derecho a opinar del padre de ese ser humano por nacer.
El
liberalismo no se termina ahí…
Hace una religión
de la responsabilidad sobre los actos propios y este proyecto de ley es la
contratara de ese principio.
El
populismo se sigue colando en la vida cotidiana de la Argentina haciendo
estragos.
En el fondo del
reclamo, lo que persiguen las abortistas es la gratuidad de la práctica.
Quieren
tener relaciones sexuales, no evitar embarazarse y luego exigir que la sociedad
cargue con el costo del procedimiento.
Y
suben la apuesta.
En
un éxtasis de autoritarismo y como si aquello no fuera suficiente, pretenden
negarle a los médicos la objeción de conciencia.
Están dispuestas a
obligar a practicar abortos a quien estudió para salvar vidas.
Al
respecto, podrían mencionarse argumentos de la Academia Nacional de Medicina:
“el
niño por nacer, científica y biológicamente es un ser humano cuya existencia
comienza al momento de su concepción…
destruir
un embrión humano significa impedir el nacimiento de un ser humano…
el
pensamiento médico a partir de la ética hipocrática ha defendido la vida humana
como condición inalienable desde la concepción.
Por
lo que la Academia Nacional de Medicina hace un llamado a todos los médicos del
país a mantener la fidelidad a la que un día se comprometieron bajo juramento”
Si
no bastara con el elemental principio humanitario de reconocer el derecho del
más débil, también está la ley.
“Esta
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires… estima oportuno
recordar que el derecho a la vida desde el momento de la concepción se
encuentra implícitamente protegido en el artículo 33 de la Constitución
Nacional y ha sido consagrado de modo explícito en varias constituciones
provinciales…
Ese
derecho está protegido por el artículo 4.1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica) aprobada por la Argentina
por la ley 23.054, en el que se reconoce que “persona es todo ser humano a
partir del momento de la concepción con derecho a la vida”
Sorprende
que haya sido el Poder Ejecutivo y los principales referentes del macrismo
quienes pusieran sobre la mesa esta discusión.
Ellos
sí, producto de la formación religiosa, no pueden desconocer que la Iglesia
Católica castiga con la excomunión inmediata a quien promueva la interrupción
de la vida.
Hay
quienes dicen que se trató de una estrategia distractiva para sumergir a la
sociedad en un debate acalorado y sacar el foco de los problemas crecientes y
acuciantes.
Queremos
creer que no fue esa la intención porque, de serlo, estaríamos frente a un
gobernante para quien el fin justifica los medios.
Y
eso sería una tragedia de una envergadura similar a la de un aborto.
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