Mar
del Plata. 08 de junio de 2018.-
Como
tantas otras veces en que busco expresarme y llegar hasta Ud., lo vuelvo a
hacer con el mismo respeto y afecto que siento por su figura y especialmente
por su persona.
Porque,
pese
a sus errores no forzados (terminología tenística), ese prestigio que
detenta en el ámbito internacional parece seguir intacto.
No
es común que el F.M.I. le haya prestado al país una cifra como la que fue
aprobada el día de ayer por su directorio.
Tampoco
es casual, considero que ellos, más que toda la ciudadanía argentina en su
conjunto, saben lo que se avecina en
relación a la situación socio-política (más aún que la económica).
Saben
positivamente que el caos social que genera toda esta delincuencia
síndico-peroncho-monto-kirchnerista está a punto de
hacer tambalear esta frágil institucionalidad a la cual ni siquiera aportan
algo positivo muchos de los integrantes de su coalición.
Ese
equilibrio inestable, esa ciénaga que amenaza las bases mismas de la
argentinidad, está fogoneada por un 30 % de pobres y excluidos (que lo son
desde hace mucho tiempo), pero que vinieron ahora (producto del ensañamiento de
ideólogos de la subversión y el delito) a hacer eclosión justamente en su
gobierno, que intenta ser transparente pero no lo logra.
No
voy a hacer hincapié en aquellos errores no forzados que le mencioné, porque ya
fueron explicados en otras notas, pero sí debo aclararle que esta, me parece,
es la última oportunidad, por no decir
la póstuma, que tiene el país para emerger de ese lodazal que nos detiene y
atasca.
Para
ello tiene que darle a esos 50.000 millones de dólares frescos el destino
preciso para generar trabajo y desarrollo (paz social…..olvídese).
Ud.
tiene que convencerse que no logrará calmar las aguas con esos politicuchos,
medradores del desencuentro; ni con la politizada Iglesia Católica que ha
inclinado ominosamente la balanza hacia un populismo vergonzoso.
Debe
ser frío y rígido en sus decisiones gubernamentales ya que está ante la
presencia de un enemigo (sí, enemigo) embozado al igual que le sucedió en los
’70 a nuestras FF.AA y que motivaron el actuar de las mismas con errores sí,
pero con el saldo de haber mantenido a nuestra patria cohesionada y libre de la
presencia en sus mástiles de un burdo trapo rojo.
No
vacile, Mauricio, no se amilane, Sr. Presidente.
Los
argentinos de bien lo seguimos apoyando.
TOME
LAS DECISIONES QUE HAGAN FALTA.
SU
LIBERTAD INTERIOR LE PERMITIRÁ TOMAR LAS MEDIDAS PERTINENTES.
UN
ABRAZO FRATERNO.
Alberto
E. Valente
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