Pichetto le hace decir a la Constitución lo que la Constitución no dice
Por
Federico Giammaría
En
su paso por Córdoba, el constitucionalista analizó el uso que el Senado hace de
los fueros. Destacó la llegada de Carlos Rosenkrantz a la presidencia de la Corte,
y valoró al gobierno de Macri.
El
constitucionalista Daniel Sabsay pasó por Córdoba para recibir un
reconocimiento por su defensa al federalismo (de parte de la Academia Nacional
de Derecho y Ciencias Sociales).
Antes
de recibir el premio Provincias Unidas, analizó la coyuntura nacional. Según el
constitucionalista, el gran problema del país es que no se cumple con la ley.
Conocedor
como pocos de la Constitución, Sabsay es terminante:
En Argentina no se
cumple la ley
y, por eso, el país se debate entre la corrupción y las crisis económicas con
políticos, dirigentes y empresarios a la cabeza.
Antes
de concurrir al acto, organizado por el Instituto de Federalismo, Sabsay se
refirió a la causa de los cuadernos y a la llegada de Carlos Rosenkrantz a lo
más alto de la Corte, y aseguró que el gobierno de Mauricio Macri tuvo avances
sobre la libertad y la relación con las provincias.
–¿Es Argentina un
país al margen de la ley?
–Sí,
efectivamente. Es un país donde el grado de cumplimiento de la ley es muy, muy
bajo, por no decir prácticamente nulo. Y creo que ese es uno de los males
mayores de nuestra institucionalidad. Porque, en un Estado de derecho, donde la
autoridad tiene que estar sometida a la ley, esto no es cumplido ni siquiera
por la autoridad... Los fenómenos de corrupción se generan al margen de la ley.
Y se pueden producir de una manera tan inmensa y tan repetida porque no se
cumple la ley. Cada vez que se comete un acto de corrupción, se está violando
una norma, o muchas normas, empezando por la Constitución.
–En cuanto a la
aplicación de la ley, la causa de los cuadernos tiene dos situaciones: por un
lado, la negativa del Senado para aceptar el desafuero de Cristina Fernández;
y, por el otro, la figura del "arrepentido". ¿Cuál de las dos es más
importante para que se llegue a fondo?
–El
desafuero todavía no está habilitado. Sólo el Senado puede hacer lugar ante un
pedido concreto de un juez. Eso no se ha producido porque (Claudio) Bonadio,
creo que inteligentemente, ha elevado todas las actuaciones a la Cámara para
que la Cámara confirme. Y, una vez que se confirme el fallo, va a pedir el
desafuero. Eso va a tener otra fuerza. Una persona que tiene seis
procesamientos, como la expresidenta, tres elevados a juicio oral, y que muy
pronto va a ser indagada en otras causas, si no se permite que la Justicia,
libremente, pueda avanzar en una eventual condena... el Senado se convertiría
–o quien no dé los votos– en cómplice de la corrupción. Encubridor. Ahora, en
el desenvolvimiento de la causa, lo que vulgarmente se llamar
"arrepentido" ha sido un punto clave para llegar al procesamiento, y
a la semiplena prueba. Sin eso, no hubiese sido posible. Es muy parecido al
Lava Jato. Conocí al juez Moro y él comentaba la importancia de dos
herramientas: el arrepentido y la extinción de dominio.
–La causa de los
cuadernos se da en un momento muy complicado. ¿Hay riesgo de que la economía se
devore este proceso judicial?
–Es
muy difícil que esto no produzca consecuencias negativas en lo económico,
porque genera una recesión aun mayor. Acá las grandes empresas se paralizan en
materia de inversión. Esto lleva a un achique para "esperar y ver".
Pasó en el Lava Jato. Ahora, creo que no debemos dejar de ir a fondo por este
pretexto.
"Por
primera vez vamos a terminar con la impunidad en Argentina. Y esto sería un
salto de calidad de la democracia y, en general, del funcionamiento del país.
Un salto que nunca hemos visto".
–¿Aun con esta
Justicia tan cuestionada?
–Es
curioso cómo esta Justicia tan cuestionada, por lo menos del lado de Bonadio,
ha reaccionado. No soy penalista, pero leí la sentencia y me parece que el juez
trabajó muy minuciosamente, lo mismo que los fiscales. A veces los seres
humanos, llegado el momento, se quieren comprar el futuro. Y se lo vamos a
vender, ¿por qué no? Es lo que tenemos. Además, y la corrupción en nuestra
Constitución, después de la reforma del '94, en el artículo 36, está equiparada
a la traición a la patria. Es una cosa obsena que casi no tiene antecedentes en
el mundo.
El
Instituto de Federalismo entregó los premios Provincias Unidas
–La imagen de los
empresarios, presos algunos, otros libres pero arrepentidos, ¿sirve para que la
gente vuelva a creer en la ley?
–Sí,
sí. Porque hasta ahora se penaba a los corruptos, pero no a los corruptores. Por
aquello de que la culpa no es del chancho, sino del que le da de comer. Ahora
estamos viendo al chancho y al que le da de comer. Además, Bonadio dejó claro,
en la sentencia, que (eso se daba) con la ayuda de jueces a los que se les daba
dinero. Están procesados (Norberto) Oyarbide y Javier Fernández, un gran
comprador de voluntades como no ha habido otro.
–Si finalmente
Bonadio pide el desafuero de la expresidenta, ¿puede haber un cambio a partir
de la presión que puede ejercer la sociedad? ¿O se mantendrá el espíritu de
cuerpo de la política?
–Quiero
creer que sí, porque pienso que, para ese bloque, el del peronismo republicano,
el costo es muy grande a nivel político. Y no sé si van a querer pagarlo. Más
allá de que (Miguel) Pichetto le hace decir a la Constitución lo que la
Constitución no dice.
Corte Suprema
Hace
pocos días se conoció que Carlos Rosenkrantz será, desde octubre, el nuevo
presidente de la Corte Suprema.
La
salida de Ricardo Lorenzetti sorprendió al mundo judicial, pero para Sabsay era
hora de la modificación.
–¿Qué opinión
tiene del cambio en la conducción de la Corte Suprema?
–Es
bueno porque no puede ser que un ministro de la Corte llegue a casi a 12 años
de mandato, con cinco reelecciones. Me parece totalmente desatinado. Y llevó
esa personalización del poder a la Corte, algo que yo no recuerdo antes.
Generalmente no se sabía quién era el presidente de la Corte. Sólo la gente del
mundo jurídico e institucional. Era una especie de "Kaiser" de la
Justicia.
–¿Qué corte
imagina con Rosenkrantz?
–Es
un hombre muy tímido en su personalidad, muy académico, y tiene una formación
impresionante. Es doctorado en Yale, por ejemplo... Podría estar una hora
hablando de él. El tema, y es algo que dije en su momento, es que ha tenido un
ejercicio muy fuerte de la abogacía desde el lado empresarial. Ha sido abogado
de las más grandes empresas. Lo que lo lleva muchas veces a excusarse, como en
el caso de Farmacity, donde yo soy abogado de la otra parte (nota: representa
al Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires). Ese es el punto
que le veo flojo. Además, el ejercicio tan fuerte desde la visión empresarial
generalmente nos lleva a sostener posiciones muy conservadoras. En muchas
cuestiones.
–¿Y la relación
con el Gobierno?
–Es
como la relación de cualquier ministro de la Corte que es designado por un
gobierno. Hasta tanto ese presidente termine, queda la sospecha. Lo mismo se
podría decir del doctor (Carlos) Rosatti. Son los dos que fueron designados...
Designados con un error brutal del Presidente, un primer paso en lo
institucional lamentable. Pero, más allá de eso, la calidad de lo que eligió no
se discute.
Macri
–¿Cómo fue, hasta
hoy, la relación del gobierno de Macri con la ley?
–Es
un Gobierno que ganó, en gran medida, con una agenda que tiene que ver con lo
institucional, con la lucha contra la corrupción, la independencia de los
poderes, la libertad de expresión. Cuando se hace un primer balance, uno
hubiese querido que se hubiese hecho más, pero se han hecho bastantes cosas. En
cuanto a la división poderes, es notable el modo en cómo se evolucionó.
Inclusive, dada la posición de un gobierno minoritario como nunca existió en la
historia argentina. Es un gobierno minoritario en la Cámara de Diputados y en
la de Senadores, y se vio obligado a un ejercicio de concertación que, las más
de las veces, ha sido exitoso. Creo que esto implica un muy buen precedente a
futuro, tanto en materia de juego institucional como de federalismo. Además, el
modo de diálogo con los gobernadores también es muy horizontal. No es una
modalidad de imposición, como siempre vimos. Y, en cuanto a las libertades
civiles, individuales, la evolución ha sido enorme. Acá los empresarios no
están más presionados para hacer obras o se les exige el "toma y
daca". Y no se persigue. Por otro lado, en lo que hace con la relación con
la calle, y pese a las dificultades enormes, los movimientos sociales y el
núcleo duro del kirchnerismo están en una actitud casi golpista. Y, sin
embargo, el Gobierno no ha salido jamás de los cauces democráticos.
Es más.
Muchos creen que debería haber un ejercicio de autoridad un poco más firme.
"No
hay persecución ni de personas ni de personalidades que son opositoras. Y hay
una libertad de prensa plena, como en pocos momentos de la vida del país".
–¿Usted lo piensa?
–Es
muy difícil. Porque está todo organizado para victimizarse y poner al Gobierno
en una posición de ricos y fascistas.
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