"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Estamos en guerra.



Los argentinos, quizás sin darnos cuenta, estamos en medio de una guerra.
El teatro de operaciones es el país en su totalidad y el enemigo está conformado por actores poderosos que sostienen ideas (probadamente equivocadas) de un pasado que se resiste como gato entre la leña a retirarse porque no tiene opción…

Lo espera el ostracismo y en muchos (muchísimos) casos, la cárcel.
Se trata de una lucha desigual porque en este caso el enemigo no respeta reglas y se siente con el derecho de emplear cualquier método con tal de lograr el objetivo y este, es claro:
Voltear al gobierno del Ing. Macri y a su plan de convertir al país en un país normal.
La vuelta al pasado es condición necesaria para que puedan sobrevivir.

Piquetes, marchas, manifestaciones se producen a diario para lo cual, el enemigo tiene, en primera instancia, el Know How y la logística pero sobre todo, la financiación que algo que no es menor y que nos hace pensar de donde salen esas cifras extravagantes.
A esto sumamos intereses financieros poderosos, acostumbrados a ganar dinero en escenarios especulativos, asociados al poder corrupto y podremos entender sus motivaciones.
Basta analizar cuáles fueron los bancos que compraron más dólares durante la “corrida” y las largas filas de gente humilde, acompañada por punteros comprando dólares en casas de cambio del micro centro (traté de sacarle fotos a una y los ´punteros me lo impidieron).

Los argentinos tenemos dos opciones:
Volver al pasado, a la prepotencia, a los “bolsos”, al sindicalismo corrupto y a ir cayendo en el peso relativo de las naciones.
Ya caímos del sexto puesto al cuarenta y dos y la curva marca hacia abajo.

O, apoyar al gobierno del Ing. Macri que marca el tránsito a otro país menos desquiciado.
Es cierto que comete errores o que las presiones lo inmovilizan, pero siempre será mejor que volver a lo que vivimos.
No va a ser fácil, ajustado a la realidad, más moderno y, fundamentalmente, menos corrupto.

Rafael A. Sirito Zavalía

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