Los
argentinos, quizás sin darnos cuenta, estamos en medio de una guerra.
El
teatro de operaciones es el país en su totalidad y el enemigo está conformado
por actores poderosos que sostienen ideas (probadamente equivocadas) de un
pasado que se resiste como gato entre la leña a retirarse porque no tiene
opción…
Lo
espera el ostracismo y en muchos (muchísimos) casos, la cárcel.
Se trata de una
lucha desigual porque en este caso el enemigo no respeta reglas y se siente con
el derecho de emplear cualquier método con tal de lograr el objetivo y este, es
claro:
Voltear al
gobierno del Ing. Macri y a su plan de convertir al país en un país normal.
La
vuelta al pasado es condición necesaria para que puedan sobrevivir.
Piquetes,
marchas, manifestaciones se producen a diario para lo cual, el enemigo tiene,
en primera instancia, el Know How y la logística pero sobre todo, la financiación que algo que no es menor y
que nos hace pensar de donde salen esas cifras extravagantes.
A
esto sumamos intereses financieros poderosos, acostumbrados a ganar dinero en
escenarios especulativos, asociados al poder corrupto y podremos entender sus
motivaciones.
Basta
analizar cuáles fueron los bancos que compraron más dólares durante la
“corrida” y las largas filas de gente humilde, acompañada por punteros
comprando dólares en casas de cambio del micro centro (traté de sacarle fotos a una y
los ´punteros me lo impidieron).
Los
argentinos tenemos dos opciones:
Volver
al pasado, a la prepotencia, a los “bolsos”, al sindicalismo corrupto y a ir
cayendo en el peso relativo de las naciones.
Ya
caímos del sexto puesto al cuarenta y dos y la curva marca hacia abajo.
O,
apoyar al gobierno del Ing. Macri que marca el tránsito a otro país menos
desquiciado.
Es
cierto que comete errores o que las presiones lo inmovilizan, pero siempre será
mejor que volver a lo que vivimos.
No
va a ser fácil, ajustado a la realidad, más moderno y, fundamentalmente, menos
corrupto.
Rafael A. Sirito
Zavalía
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