"En
los tiempos actuales, el inevitable destino de los valientes era rememorar
hazañas pretéritas".
Adolfo
Bioy Casares
Agradezco
enormemente a los innumerables lectores que manifestaron su adhesión al
programa del P.A.D. (https://tinyurl.com/y8cyxhto) y lo difundieron.
Estoy
comenzando a organizar una reunión fundacional para discutir todos los ítems de
esa plataforma, incluido el nombre, y agregar algunos omitidos.
Cuando
pueda concretarla, lo avisaré por este medio.
Pero
vamos al tema de la semana, esto es, la discusión sobre la incidencia
retroactiva de la compensación a las transportadoras de gas por la devaluación,
prevista en los contratos firmados hace ya tiempo.
Ahora,
el Gobierno incurrió en el mismo error comunicacional que ya había cometido
respecto a la modificación del cálculo de las jubilaciones, que llevó a los
disturbios de diciembre del año pasado, con el brutal apedreamiento de las
fuerzas de seguridad en la Plaza de los Dos Congresos.
Esta reiteración
tiene su antecedente más grave en el injustificado manto de silencio que
extendió sobre la situación económica,
y
sobre todo energética, que heredó de la gestión anterior, en un vano intento de
tranquilizar a los inversores, aún
ausentes, y a la ciudadanía en general, que merecía ser respetada
diciéndole la verdad.
Desde
antes de la asunción del mando, muchos insistimos en la necesidad de desnudar
esa monumental crisis, que no era percibida por la sociedad en general,
teóricamente beneficiada por las políticas populistas.
A
casi tres años, ya resulta imposible recordar quiénes sembraron las bombas que
explotan diariamente.
Si,
en ese momento, Mauricio Macri hubiera pedido sangre, sudor y lágrimas,
seguramente las hubiera obtenido, previo explicar, con lápiz y papel, cómo
estaba el país y por qué.
El
precio que tuvo, y tiene, que pagar por ese pecado original se puede medir en
el significativo porcentaje de intención de voto que aún conserva Cristina
Elisabet Fernández, pese a estar ya multi-procesada en causas de corrupción, y
en el cinismo con que sus cómplices se expresan en el Congreso y en los medios
cada vez que tienen la oportunidad.
Olvidando
la inteligente recomendación de Fernando Henrique Cardoso ("Gobernar es explicar"), si hay un área en la cual se
nota un déficit enorme en la gestión es, precisamente, en la comunicación
oficial.
No
sólo no se explicitan claramente las medidas con anterioridad a su aplicación,
dando tiempo para la razonada digestión de las malas noticias, sino que tampoco
se difunden las grandes obras públicas
que están cambiando, y mejorando enormemente, la vida y la economía de todo el
interior del país.
Todos
estábamos hartos de la permanente invasión de nuestra intimidad que constituían
las permanentes cadenas oficiales, repletas de anuncios falsos, autoelogios e
infinitas reinauguraciones de los mismos hospitales y escuelas que nunca
funcionaban, de futuros "trenes bala", etc.; pero la notoria
abstinencia en la materia de la gestión que encabeza Mauricio Macri lo hace
incurrir en una falta opuesta, pero igualmente grave.
Por
lo demás, los pocos actos comunicacionales del Gobierno salen, generalmente,
mal.
Basta
enumerar la conferencia de prensa del 28 de diciembre de 2017, cuando se
modificaron las metas de inflación, o el fallido anuncio del -para entonces- no
concretado acuerdo con el Fondo Monetario.
En
ambos casos, los daños producidos se trasladaron rápidamente a los mercados,
que sancionó tanta improvisación. Tampoco parece ser útil que sea el propio
Mauricio Macri, y no sus ministros, quien deba salir a poner la cara por tantos
errores no forzados.
Tengo
un enorme respeto intelectual por Jaime Durán Barba, pero me pregunto si el
estratega, tan útil e indiscutiblemente exitoso en competencias electorales
casi imposibles, conserva esos beneficios a la hora de gobernar.
Porque
me dicen algunos amigos que fue él quien recomendó al equipo de Cambiemos la
tan equivocada conducta de cautela, adoptada desde la misma asunción del poder.
Otro
aspecto trágico de la coalición gobernante son las luchas internas, el fuego
amigo, que parece ratificar que no solamente se trata de una actitud hacia
afuera (la errada comunicación) sino, inclusive, para adentro de la coalición
política sobre la cual se apoyó el Presidente para ganar las elecciones.
Ser
socio de los radicales, en ese momento indispensables por su indiscutible
asentamiento territorial en todo el país, con un comité en cada pueblo, de todo
lo cual el PRO carecía por tratarse de un partido meramente vecinal, tuvo un
costo que, según parece, el Gobierno no se resigna a pagar.
Sé
que se trata de un partido político muy antiguo y que, como tal, tiene sus
mañas y sus contraindicaciones tóxicas, pero no parece la mejor política
asociativa mantenerlo al margen de las decisiones cotidianas, por su capacidad
de reacción negativa; tienen razón cuando se queja de enterarse por los
diarios.
Lilita Carrió, el retoño
desprendido de ese árbol, se ha transformado, tal vez por no entender que la
política es el arte de lo posible, en un complicado electrón libre, al cual
todos temen.
La
Diputada se ha arrogado, con cierto derecho, el rol de último bastión moral de
la República, una suerte de Catón, el censor.
Parece
olvidar que el gobierno que integra tiene minoría en las dos cámaras del H°
Aguantadero y, siempre a través de los medios de prensa, le exige diariamente
aceptar sus imposiciones, aunque éstas signifiquen despedir ministros,
fiscales, jueces y hasta aliados circunstanciales, so pena de romper la
alianza, a pesar del frágil momento que atraviesa.
El
portazo de Luis Caputo al Banco Central había dejado a la Casa Rosada temblando
porque se produjo con Macri fuera y en plena negociación con el FMI.
Y
en el área energética, tanto Juan José Aranguren como Javier Iguacel, ambos
asumiendo responsabilidades que no sé si tenían, han generado conflictos por no
explicar clara y transparentemente a qué se deben los movimientos de los
precios de los combustibles, en especial en este momento de recesión y de
bolsillos exánimes; ahora, con el obligado retroceso -casi una reculada en
chancletas- en los aumentos retroactivos, sorprendieron al Ministro Nicolás
Dujovne cuando discutía un mejor trato por parte del organismo internacional.
Todos,
con Macri a la cabeza, parecen olvidar que tienen enfrente al peronismo que,
como siempre lo ha hecho, aglutinará sus distintas fuerzas (racionales,
federales, renovadores, kirchneristas, etc.) y modalidades a la hora de
competir, y atacará sin desmayo, aunque vaya en ello la suerte de la República;
en esa carrera electoral, que ya se está corriendo, no se puede dejar tantos
flancos desprotegidos cuando hay verdaderos leones enfrente.
Pero,
sobre todo, olvidan que esta oportunidad será la última, en muchísimo tiempo,
para derrotar definitivamente al populismo y volver a ser un país confiable
para propios y ajenos.
Estamos,
nuevamente, ante una encrucijada, y necesitamos que el Gobierno acierte y
cumpla con su deber.
La
alternativa, ya la conocemos, y no puede ser más nefasta.
Bs.As.,
13 Oct 18
Enrique
Guillermo Avogadro
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