"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 16 de noviembre de 2018

17 de Noviembre…

“…Día de la Militancia…"

Después de 17 años de exilio forzado, el General Juan Domingo Perón volvía al país un 17 de noviembre de 1972.
En conmemoración, ese mismo día se celebra el “Día de la Militancia”.
Esta fecha invita a los peronistas a ofrecer un reconocimiento especial a todos los “militantes” que luchan con verdadero entusiasmo por un ideal partidario.
Seguramente siguiendo ese lineamiento la militancia es entregarse cabalmente a una causa política.
A un sueño o ideal.
Que tendría que ser la esencia de cualquier integrante de un partido político.
Aquellos que dejaron todo, sin pedir nada a cambio.
Que defendieron el sueño de una patria justa, libre, soberana e independiente.
Arturo Martin Jauretche decía en ese sentido que “No es posible quedarse a contemplar el ombligo de ayer y no ver el cordón umbilical que aparece a medida que todos los días nace una nueva Argentina a través de los jóvenes”.
Pero también habría que preguntarse si la militancia implica una disciplina sin límites como pareciera entender actualmente jóvenes enrolados o vinculados estrechamente con el poder que hoy nos gobierna.
Lo digo desde un concepto general entendiendo la disciplina, en cuanto se refiere a distintas actividades, que es un concepto que puede prestarse a equívocos.
Disciplina, que por una parte, es doctrina, escuela, teoría, especialmente en lo que concierne a cuestiones morales, y, por otra, disciplina es observancia de las leyes y ordenamientos de una profesión, de una actividad, y se aplica en especial a la milicia.
De modo que en un ámbito puede interpretarse que disciplina es el fiel acatamiento a lo ordenado por un superior, y en otro terreno puede verse a la disciplina como consciente adhesión a principios, banderas y programas que se sostienen.
Cuando en política se habla de “disciplina partidaria” se ha de interpretar que se alude a la fidelidad que el militante de un partido debe guardar hacia los fundamentos partidarios, ya que los partidos ofrecen proyectos a los cuales sumarnos, no subordinaciones a acatar.
Los partidos son un modo de aunar voluntades, no un mecanismo para suprimirlas ni reemplazarlas por ciegas sumisiones.
Los que hemos ocupad cargos públicos como resultado de unos comicios en los que fuimos sostenidos por un partido, debemos respeto y fidelidad a los ciudadanos que nos votaron.
Entonces podría interpretarse como una deslealtad que abandonemos los principios partidarios y nos sumemos a otros con los que no nos comprometimos ante nuestros electores.
También se nos ha votado -en alguna medida- conociendo nuestros antecedentes, nuestra conducta, nuestra manera de obrar, de modo que la ciudadanía tendría razón en reclamarnos disciplina si cambiáramos nuestros procederes.
Pero no habiendo prometido al electorado que actuaríamos como resortes mecánicos, obedientes, dóciles, sin poner de nosotros mismos nada más que el sometimiento a la autoridad partidaria, mal puede pedírsenos esa sumisión en nombre de la disciplina.
El partido puede imponerles a sus afiliados mandatos concordantes con los principios generales que el partido sustenta, no directivas ajenas a las opiniones partidarias, y menos si son caprichosas, sin fundamentos lógicos.

La disciplina partidaria no puede ponerse por encima de la lógica, de la moral, del acatamiento a la Constitución y a las leyes ni a las sanas formas de convivencia.
Los políticos, en momentos difíciles por el descrédito en que ha caído esta actividad de la que se resaltan nuestras faltas y caídas, debemos esforzarnos en mostrar a la ciudadanía que no somos sumisos instrumentos de una organización, sino ciudadanos que esforzadamente asumimos una tarea indispensable que - bien desempeñada - puede redundar en bien de todos.
Por eso mi homenaje y congratulación a los militantes que acatando los principios generales del partido, no se someten a los caprichos de algunos iluminados como si fueran resortes atornillados obedientes y dóciles.
Acatando cualquier mandato partidario aunque sea contrario a la lógica y a la moral.
A los principios éticos y a la ley.

Dr. Jorge B. Lobo Aragon
jorgeloboaragon@gmail.com
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