"Muchos
jueces son absolutamente incorruptibles… nadie puede inducirles a hacer
justicia"
Bertolt
Brecht
En
medio de la reactivación de las causas judiciales por corrupción, que amenazan
con llevar a la cárcel a encumbrados empresarios y funcionarios de relevancia,
todos los cuales dicen haber padecido cegueras direccionadas que les impidieron
ver los cuantiosos y estrafalarios movimientos de dineros non sanctos que
realizaban sus subordinados y pasaban por delante de sus narices en bolsos de
todo tipo, una dolencia que al parecer resultó epidémica y común entre los
jefes de Gabinete de los Kirchner, me siguen haciendo ruido algunas
escandalosas ausencias en la larga lista de quienes han sido llamados a contar
sus historias por el Juez Claudio Bonadio.
Me refiero, claro, al
camaleónico Alberto Fernández, al inefable Anímal Fernández y al
siempre resbaloso Sergio Massa,
tres espléndidas
muestras de cuántas volteretas se pueden dar dentro de la sopa del famoso
movimiento sin caerse nunca del plato, tan hondo él.
Pero
en la planilla de esa generala me falta tachar también a dos empresarios,
cómplices del peor y más grande desfalco que sufrimos los argentinos durante el
kirchnerismo, a los cuales nadie parece haberles preguntado nada, pese a las
obvias respuestas que pudieran dar para esclarecerlo:
Enrique y
Sebastián Eskenazi.
He
escrito mucho sobre ambos, desde la época en que "compraron"
el 25% de YPF para su mandante don Néstor (qepd) y, desde entonces, me
ha llamado la atención que nadie investigara a Petersen Energía (de Australia)
ni a sus homónimas españolas para descubrir quiénes son sus verdaderos y
ocultos dueños.
La
más reciente, cuando un fondo especulativo inició una demanda contra nuestro
país ante los tribunales de Nueva York por una suma que podría alcanzar una
cifra sideral; puse por título "Cristinita, ¿otros US$ 5.000 MM?" a esa nota, que puede leerse en
mi blog.
A
comienzos de la semana pasada, en la vorágine desatada por la finalmente
exitosa reunión del G-20, pasó desapercibida una noticia penal económica.
El
Banco de San Juan -también propiedad de esta próspera familia, al igual que el
de Santa Cruz (¡oh, casualidad!)- y sus directivos fueron condenados por la
Justicia federal a pagar una multa de US$ 17 MM por simular operaciones
cambiarias, mediante la falsificación de documentos y firmas de sus clientes,
para derivar los fondos al mercado negro en beneficio propio.
Como
se ve, el saqueo continúa, pero quienes lo encabezan -¿dónde está Jorge Brito, eterno operador de la corrupción?- siguen
gozando de una pasmosa tranquilidad en sus mansiones, al igual de aquéllos para
los que actuaron como testaferros.
Pero
el epígrafe de esta columna hoy va dirigido, con todo cariño, a dos ministros
de la Corte Suprema de Justicia:
Elena Highton de
Nolasco y Horacio Rosatti.
Ambos cambiaron
el voto con que habían resuelto el caso "Muiña" a favor del
condenado por aplicación de la ley más benigna, y ahora decidieron que a los
militares y civiles que combatieron y triunfaron en el campo de batalla contra
la subversión y el terrorismo no les
corresponde ninguno de los derechos que la Constitución, teóricamente,
garantiza para todos los habitantes de la Argentina.
Para
dar razón a esa injustificable pirueta se ampararon dando constitucionalidad a
una "ley interpretativa" de este año que, haciendo verdaderos malabares
idiomáticos, nos explicó, retroactivamente, qué habían querido decir los
legisladores de entonces cuando sancionaron la ley del 2x1 (cada día en exceso
del máximo de prisión preventiva se computa doble).
Se sumaron así a
Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti, que ya habían votado así en la
discusión anterior, para constituir una nueva e indigna mayoría.
Los
pendones del honor quedaron, a partir de ese fallo, sólo en manos de Carlos
Rosenkrantz, el Presidente de la Corte que, a contrapelo de su propia
ideología, votó en disidencia por
respeto a la ley y a la Constitución, que debieran ser la única razón de los
jueces.
Los
dos mil ancianos, vergonzosos presos de esta rara y deficitaria democracia
seguirán, entonces, muriendo en las inmundas cárceles donde los mantiene la
cobarde y pusilánime actitud de todo el arco político y de todos los poderes
del Estado, que inexplicablemente tiemblan de miedo frente a una izquierda
violenta pero insignificante a la hora de contar los votos.
Ese
mismo pavor, y la estupidez congénita de algunos, se expresa hoy a gritos
contra el protocolo de seguridad establecido por la Ministra del área, Patricia
Bullrich, para defender la vida de los ciudadanos y de los propios policías
contra los delincuentes que, arropados en la impunidad que les garantizan los
jueces de la puerta giratoria, pululan en nuestras ciudades.-
Mauricio
Macri, finalmente, ha descubierto que sus actitudes pseudo-progresistas están
atentando contra la base electoral del PRO y, ante el giro copernicano que está
sufriendo la política en el mundo entero, ha decidido capitalizar al menos una
parte del "efecto Bolsonaro", que está cambiando el perfil de muchas
sociedades, incluyendo curiosamente a la andaluza.
Sobre
todo, ha percibido que cualquier figura, por muy desconocida que sea, puede
transformarse, en muy poco tiempo, en un fenomenal competidor si monopolizara
esas banderas en la Argentina.
Bs.As.,
8 Dic 18
Enrique
Guillermo Avogadro
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