Aparentemente,
el velo tras el que se escondieron durante tantos años los Eskenazy ha
comenzado a rasgarse:
Esta
semana, dos notas periodísticas actuaron como tijeras y comenzaron a cortar la
enmarañada tela que los protegía, y que tantas veces fueron señaladas en estas
columnas desde 2008.
Julio
Rajneri y María Eugenia Estenssoro
describieron, con precisión quirúrgica, el más grave y voluminoso escándalo de
corrupción de toda la era Kirchner, que continúa aún hoy por un juicio en
Estados Unidos, que nos puede costar otros US$ 5.000 millones.
La
ex Senadora implicó también en las jugosas -para ellos- maniobras posteriores a
la reestatización de un alto porcentaje de la compañía a Miguel Galuccio y su
directorio.
La
desmedida ambición de don Néstor, enmascarada tras la figura de estos fieles
testaferros (al menos, hasta su muerte), no
sólo hizo perder a la Argentina la cómoda autosuficiencia energética de la que
disfrutaba, que le permitía además exportar electricidad y gas a los países
vecinos, sino que implicó para el Tesoro una sangría equivalente a los US$
50.000 millones por la consecuentemente imprescindible importación de energía,
sobreprecios y coimas incluidos.
Para
comprender la magnitud del desfalco, basta con pensar qué sucedería hoy con la
economía argentina, tan fuertemente golpeada, y con los índices de pobreza y de
inflación, si el país dispusiera de
ese dinero:
Se
duplicarían las reservas internacionales actuales y hubiera resultado
innecesario recurrir al auxilio del FMI; o se podrían construir cientos de
rutas, viviendas, escuelas y hospitales.
Espero
que ahora, los jueces que investigan desde que Lilita Carrió denunciara la
monumental maniobra delictiva que llevó a los queridos Enrique y Sebastián
Eskenazy a YPF, llamen a todos y a
todas, finalmente, a dar las explicaciones del caso, ya bajo la lupa de
la SEC en Estados Unidos.
El
jueves, la Cámara Federal le ordenó al Juez Claudio Bonadio profundizar la
investigación sobre estos amigos por su rol en el desfalco de la obra pública,
otra lata en la que metieron las manos.
El
peronismo, tan hipócrita siempre,
en su versión kirchnerista hoy se rasga las vestiduras ante el salvavidas del
Fondo, que impidió que nuevamente nos ahogáramos, como había soñado para lograr
la impunidad.
Olvidó,
como hace habitualmente, los
préstamos del organismo a los que recurrió el fundador muerto, y el otro
mega-negociado que montó el bizco con su actual vecino de nube, don Hugo
Chávez, cuando los canceló.
Pero
eso no es nuevo: recordemos que el PJ tiene una enorme representación
legislativa y, mientras se mantiene
unido en la inicua persecución a los militares que combatieron a la subversión,
ha cubierto con una pesada manta ignífuga a sus líderes históricos, que
organizaron y armaron hasta los dientes a la Triple A, de cuyos crímenes nadie
habló nunca más.
En
la neo-historia argentina, la represión a la guerrilla durante el gobierno de
Isabel Perón, sólo resulta reprochable para quienes defendieron el Comando de
Sanidad, el Regimiento 29 de Formosa, los arsenales de Monte Chingolo, el
Regimiento de Azul, etc.
Esa
misma tapadera funciona para los políticos que firmaron los decretos de
aniquilamiento de la guerrilla que actuaba en los montes tucumanos, pero no
para los uniformados que lucharon contra ella.
Quienes
los atacaron a sangre y fuego establecimientos castrenses siguen siendo considerados "jóvenes
idealistas", homenajeados en el Parque de la Memoria (ese que
dispone de 30.000 chapitas para los nombres, pero sólo ha conseguido llenar
8.000, aún recurriendo a los asesinados por las mismas organizaciones
terroristas) por el Gobierno y, curiosamente, por los mandatarios extranjeros
que nos visitan, que son arrastrados a tirar flores al río aún cuando hayan
sufrido similares atentados en sus propios países.
Esa persecución
ahora se ha trasladado a los héroes de la guerra de Malvinas, ya que un grupito
de ex soldados, todos ellos seguidores de la "viuda negra",
denunciaron a sus oficiales por supuestas torturas que inventaron haber
padecido en las islas, y han sido llamados a prestar declaración indagatoria
catorce veteranos, condecorados por su actuación durante el conflicto bélico.
Y
también continúa contra quienes derrotaron al Movimiento Todos por la Patria
(antes se llamaba ERP) en su salvaje asalto al cuartel de La Tablada, a quienes
ahora acusan de asesinar a sangre fría a los guerrilleros, los mismos que no
dudaron en matar conscriptos y oficiales por el solo hecho de serlo.
La
sociedad en general, también como siempre, mira para el costado, se desentiende
y calla frente a todos estos disparates, organizados por los Kirchner para
obtener el apoyo de la izquierda, pero sostenidos sin solución de continuidad
por el actual gobierno.
La
Secretaría de Derechos Humanos no sólo impulsa estas acciones sino que se niega
a informar a quién y por qué recibieron los miles de millones de dólares
pagados en indemnizaciones a los terroristas.
Para
confirmar de qué negocio estoy hablando, basta con saber que a los Maldonado,
familiares del tatuador ahogado, se le entregaron casi dos millones de pesos
del erario público para sostener su falsa pretensión de transformar esa
tragedia en una desaparición forzada, víctima del poder.
Deseo
que usted y los suyos tengan una muy feliz Navidad, y que el Señor renacido
traiga bajo el brazo la justicia y la concordia que tanto necesitamos.
Hasta
el sábado próximo.
Bs.As.,
22 Dic 18
Enrique
Guillermo Avogadro
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