Hay
un tipo de cansancio especial que adviene en la persona sensible al percibir la
miseria generada por el humano:
La
injusticia, el maltrato a los débiles, la depredación del planeta,
el hambre
digitada por la codicia, la discriminación, la violencia,
la corrupción, el
terrorismo, las grietas instaladas para que cada pez gordo se coma a los más
chicos…
Y
también mediocridades socialmente instaladas:
La
falta de solidaridad, la mentira, el aplauso a la vulgaridad, la transgresión
impune…
Su
nombre justo es cansancio moral.
¿Su
accionar?
Corroe
la médula de la buena voluntad, nubla las pupilas oscureciendo la visión,
genera sabor amargo en la boca y en el pecho la sensación de tener un agujero
de lado a lado.
Finalmente,
va necrosando la capacidad de alegría, hasta disecar el ánimo.
Si
la persona queda fatalmente infectada, se convierte en un embalsamado viviente:
Un
trofeo más para los comerciantes de malicia (políticos Nac & Pop
argentinos)
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