Alejandro
Borensztein
Hola, soy Tío
Alberto
“No
existe ningún conflicto con los chicos de La Cámpora, los conozco mejor que
nadie”.
Queridos
sobrinos y sobrinas, quiero aprovechar que hoy me han prestado tan gentilmente
esta página 2 de los domingos, para dirigirme a ustedes a los efectos de
despejar algunas dudas y llevar tranquilidad a todoaex@$s.
Como
les digo siempre, yo hablo con la verdad y acá, mi amigo Ale que no me deja
mentir, sabe que es así.
Yo,
Alberto Fernández o Tío Alberto, por el momento no soy presidente, ni
presidente electo, ni presidente virtual, ni nada.
Sólo
un simple candidato, como Gómez Centurión o Del Caño.
No tengo nada
que ver con lo que está pasando ahora en la Argentina.
Soy
un tipo común que ha recibido 12 millones de votos como cualquier tipo común de
este país.
Es
un honor que agradezco, pero al día de hoy tengo la misma responsabilidad
política que puede tener un guitarrista de los Beatles, un profesor emérito de
Harvard o un marcador de punta de Argentinos Juniors, por nombrar cosas que me
son afines.
Lo
que sí reconozco es que tengo el poder que me ha dado mi amiga Cristina, con
quien nunca más me voy a volver a pelear, como se lo prometí a ella y a su hijo
el día que nos reconciliamos en aquella sentida ceremonia secreta llevada a
cabo en una de sus mazmorras.
Sé
que hay mucha gente dudando sobre el verdadero poder que yo voy a tener en un
posible futuro gobierno y el que va a tener la ex Presidenta, pero quiero
asegurarles que las cosas están muy claras entre nosotros y que cada uno
cumplirá su rol institucional.
Esto
lo hablamos muchas veces con mi amiga Cristina y lo volvimos a hablar el
viernes a la mañana, cuando le llevé el desayuno.
También
comentamos este tema con el compañero Oscar Parrilli el miércoles cuando fuimos
al Laverap a retirar las fundas y los acolchados que Cristina nos pidió que
mandáramos a lavar aprovechando que ella iba a estar de viaje en Cuba.
Y ambos
estuvimos de acuerdo en que las decisiones importantes las voy a tomar yo como
presidente.
Tampoco
existe ningún conflicto con los chicos de La Cámpora, a quienes conozco mejor
que nadie porque yo estuve ahí desde siempre.
Tuvimos
una larga reunión, nos pusimos de acuerdo en todo y después fuimos a cenar a
una parrilla.
De
entrada fijamos posiciones.
¿Chorizo
o empanada?
Yo
dije empanada y nadie intentó imponerme ni molleja ni provoleta.
Nada.
Dije empanada y vino empanada.
Después, en el
plato principal, ellos dijeron que se quedaban con el Ministerio de Relaciones
Exteriores, el de Justicia, la AFI, la Bonaerense, los medios de comunicación
del Estado, y me informaron que para hablar con Kicillof primero tengo que
consultar a Máximo que es el dueño (de Kicillof).
Ningún
problema.
Sobre
el final, ellos dijeron flan con dulce de leche, yo dije almendrado y sin
discusión vino el almendrado.
Y
así va a ser nuestra relación.
Respetuosa pero
firme.
La
trastienda de una semana en la que vivimos en peligro
Ahora
con la crisis, desde el gobierno y los medios se me está reclamando
colaboración.
Justo
a mí.
Y
aunque yo no tengo ninguna responsabilidad, la estoy dando.
Por
ejemplo: tenemos un gobierno que no abre la boca.
Nunca
explicó nada.
De hecho, yo
mismo expliqué mucho mejor que ellos el desastre que hizo Cristina entre el
2008 y 2015,
período que yo mismo definí como “deplorable” según puede verse en todos esos
videos de mierda que los gorilas malparidos hacen circular por ahí.
Pero
el gobierno, no dijo ni mu.
Nunca.
Inclusive,
el sábado pasado los seguidores de Macri llenaron la Plaza de Mayo para
apoyarlo y al presidente no le pusieron ni siquiera un micrófono para que
hable.
No
había parlantes.
Nada.
Gritaba
como un perro y no lo escuchaba ni el loro. Incomprensible.
Están
perdiendo las elecciones y no construyen mística ni motivan a nadie.
Son unos pechos
frío como no vi en mi vida.
Estas
cosas a los peronistas nunca nos hubieran pasado.
Mirá si al
General no le iban a poner un micrófono el 17 de octubre del 45 cuando Cipriano
Reyes le llenó la Plaza de Mayo y al entonces Coronel Perón lo liberaban de la
detención en Martín García.
Sin
micrófonos nunca hubiera nacido el peronismo.
Es
más, la imagen de Evita que hay en la fachada del Ministerio de Acción Social
en la Avenida 9 de Julio tiene la cara de Evita y… ¡¡un micrófono!!
Sólo
estos marketineros pueden creer que me van a ganar sin audio.
¿Y
cómo colaboro yo, entonces?
Simple,
si ellos no hablan, hablo yo.
Me
reuní con el FMI y a la salida informé en off que hay vacío de poder.
Y después llamé
al Wall Street Journal para explicarles todo y llevar tranquilidad.
Les
dije que esto es un desastre, que estamos en default y les conté, con lágrimas
en los ojos y como un simple ciudadano que soy,
que
“estamos
viviendo un deja vu del 2001”.
Lo hice de buena
onda, de corazón y sin querer generar pánico.
En
ningún momento dije que seguramente en una semana van a cerrar los bancos.
Ni
expliqué que los dólares que ustedes no compren el lunes a 63, los van a pagar
el martes a 66, el miércoles a 70 y vaya uno a saber si el viernes todavía
queda algún dólar para comprar.
Yo
ayudo.
Porque
yo sé lo que es una crisis.
A fines de los
80 yo era funcionario de Alfonsín cuando Cavallo le pidió al FMI que no le
preste más plata a la Argentina y, de ese modo, entre él y Menem lo voltearon.
Yo
estuve ahí.
¿Qué
hice?
Me
pasé al menemismo, obvio.
Y
ahí me quedé joya al frente de la Superintendencia de Seguros de Menem.
Me
formé allí adentro.
Y
luego me fui con Cavallo para perfeccionarme.
Domingo, vos
no me vas a dejar mentir, yo sé lo que es el neoliberalismo porque
también yo estuve ahí.
Por
eso nadie mejor que yo para combatirlo.
Finalmente
quiero aprovechar esta oportunidad para dejar en claro tres cosas:
1. 1.En
mi gobierno no habrá default.
Ni
con el FMI ni con los bonistas del mundo.
Las
deudas se pagan.
Vamos
a respetar a cada tenedor de bonos argentinos y a todos los organismos de
crédito porque yo estuve ahí y yo sé lo que significa.
Y
con la misma convicción que declaro que jamás vamos a defaultear y que siempre
vamos a respetar a los bonistas que confiaron en la Argentina, también les digo
que nos vamos a sentar a negociar con cada uno de ellos, que veremos cómo y cuándo
les podremos pagar algo, si es que les pagamos.
Y
si al FMI no le gusta me importa un corno.
2. 2. Como
profesor de la universidad pública y especialista en Derecho soy respetuoso de
la Constitución y de la independencia de la Justicia.
Con esa misma
convicción, les digo que ya tengo armada la lista de jueces a los que vamos a
sacar a patadas en el
orto porque como dijo el compañero Boudou en su alegato final del jueves, antes
de escuchar la última sentencia, “nos persiguieron para saquear el país pero
esto se está terminando”.
Será
justicia y no los voy a defraudar.
3. 3. Voy
a terminar con la grieta que tanto daño nos ha hecho.
Quiero
que esto lo entiendan todos, incluido el forro de Dieguito Leuco, el inútil de
Jonatan Viale, la gorila de Mercedes Ninci y el pelotudo de Majul, a quienes
aprecio desde siempre (Luisito no me va a dejar mentir) y una vez más les tiendo
mi mano amiga.
Yo sé lo que ellos han vivido en el pasado porque yo
estuve ahí.
Ahora
los dejo porque viajo a Madrid en una horas.
Quiero
transmitirles calma.
Me
voy con la tranquilidad de saber que la casa está en orden,
que
el que apuesta al dólar pierde,
que
el que depositó dólares recibirá dólares,
el
que compró bonos recibirá bonos y que si mandan el principito les daremos
batalla.
Dejo
todo encaminado.
Pero
si en algún momento ven que hace falta alguna cosita, un empujoncito más o
huelen algún vacío de poder, me avisan.
Desde
mi humilde lugar de académico candidato al Nobel, siempre estaré dispuesto para
ayudarlos.
Feliz
domingo para todoaex@$s
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