Vivir
bajo amenaza...
De
algún modo todos los seres humanos pasamos nuestra vida bajo amenaza desde el
instante mismo en que nacemos.
Infortunios,
enfermedades, pobreza, desastres naturales, accidentes etc. están siempre a la
vuelta de cualquier esquina,
Por
fortuna mecanismos psicológicos insertados sabiamente por la naturaleza en
nuestra mente inhiben la percepción de esas probabilidades, ya que de otro modo
la angustia consecuente sería tan intensa que no tardaríamos mucho en
suicidarnos.
Pero
a medida que crecemos y maduramos aparecen amenazas más reales derivadas de las
relaciones con otros seres humanos, la mayoría de las veces producto de
nuestras propias elecciones y decisiones.
Puedo
hablar de esto por experiencia propia, porque
vivo hace diez años bajo la amenaza permanente de ser separada de mis hijos por
parte de un sicópata con el que estuve casada que motivado por su despecho
feminoide ha hecho de perseguirme y mortificarme la razón de su vida, tarea en
la que cooperan con gran entusiasmo actores institucionales tanto de Francia
como de la Argentina como relataré a continuación.
Una
puede pensar que de tanto soportar permanentemente la amenaza podría llegar
a acostumbrarse, pero no.
Es una presión
constante y abrumadora.
Dicho
lo anterior, paso a relatar lo ocurrido a partir de un juicio promovido por mi
ex marido supuestamente para lograr un régimen de visitas amplio que
le permita llevarse a los chicos “de vacaciones” a Francia …
Y
nunca más devolverlos, por supuesto.
En
ese juicio repentinamente aparece en el expediente una nota del cónsul francés
en Buenos Aires pidiendo una audiencia con el magistrado para “constatar el
estado de salud física y moral” de mis hijos.
Pasaré
por alto los detalles de este vodevil para ir a lo que realmente importa.
Se
hizo la audiencia a pesar de la oposición de mi abogado, concurrieron el
cónsul, su asesor legal y una asistente social del consulado por una parte, por
otra la abogada de JD, el defensor de menores y la asistente social que
supervisa las visitas, el juez y mi letrado.
Y
aquí viene la sorpresa, aparece en la audiencia un alto funcionario de la
Cancillería argentina y sin decir agua va le pide al juez la palabra y se
despacha con un encendido discurso a favor del derecho del ciudadano francés,
afirmando que fue ignorado por las autoridades argentinas.
El
funcionario, después de decir que venía enviado por el mismísimo Canciller, denostó sin filtro al cónsul argentino en
París que había otorgado la autorización de residencia permanente de los chicos
en Argentina a pedido del padre,
a
la funcionaria de la cancillería argentina que en 2011 rechazó el pedido de
restitución,
a
la jueza que dictó la primera sentencia, a la Cámara de Apelaciones
y a la mismísima
Corte Suprema
diciendo que todos se habían equivocado y que nadie se había tomado el trabajo
de revisar bien la documentación porque si lo hubieran hecho los niños debían
haber sino retornados a Francia porque el padre nunca autorizó que vivieran en
Argentina y que cuando firmó la autorización el cónsul argentino en París de
ese momento lo había confundido al no explicarle bien que estaba firmando su
consentimiento para que los chicos vivan con la madre en Argentina.
Mi abogado
estaba estupefacto.
Que
un funcionario de la Cancillería argentina viniera expresamente a alegar en
favor de un sujeto extranjero en contra de una ciudadana argentina y
descalificando hasta a la Corte Suprema no estaba en sus libros.
Cuando
pidió la palabra y empezó a refutar cada uno de los dichos del funcionario éste
visiblemente molesto comenzó a farfullar frases ininteligibles interrumpiendo
al letrado y cuando vio que se quedaba sin asunto le pidió permiso al juez para
retirarse.
En otras
palabras como se dice coloquialmente vino a tirar la rata muerta sobre la mesa
y se rajó.
Un
episodio extrañísimo que nos dejó a todos asombrados e intrigados.
Estuvo
mal el juez, que le permitió vomitar toda su perorata sin pararlo, porque
supuestamente la audiencia era para tranquilizar al cónsul francés sobre “la
salud física y moral” de sus conciudadanos no para tratar abiertamente de
influenciar al magistrado.
Semanas
más tarde vendría la explicación de esta intervención de la Cancillería que
para nada fue un exabrupto sino que
estaba fríamente calculado en el marco de una operación política de alto nivel
destinada a complacer a funcionarios franceses como relataré en una próxima
entrada porque es de película … De terror.
Por
ahora sólo contar que la cara del Cónsul francés cuando vio entrar en la sala a
Constantino con su metro 75 a los 12 años y Claudine desenvuelta como una diva
que le estaba haciendo el favor de escucharlo fue para alquilar balcones.
Es
que el perverso de mi ex marido le había pedido que intervenga porque los
chicos tenían “retraso madurativo” y no eran “atendidos debidamente” y se encontró
con dos personitas más saludables que él mismo y sumamente inteligentes.
La
maldad humana no tiene límites, no respeta ni a los niños y no tiene el menor
reparo en usar la mentira y toda la porquería que encuentra a mano para
lastimar y mortificar al objeto de su obsesión, o sea quien escribe estas
líneas.
Pero
como relataré más adelante este asunto de mis hijos en realidad
sorprendentemente ya trascendió las fronteras de un litigio particular entre
dos personas para convertirse en un asunto entre Estados donde tengo que luchar
no sólo contra el continuo asedio judicial de mi ex cónyuge, no sólo contra el
estado francés, sino ahora también contra la complicidad de …
¡Funcionarios de
mi país!
Que
no tienen empacho en utilizar su posición y los mecanismos estatales para
favorecer oscuros intereses foráneos aunque ello importe perjudicar a mi
familia y poner en duda la idoneidad de funcionarios y magistrados argentinos.
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