"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 15 de mayo de 2020

LA MISTICA URBANA


Elias Domingo Galati

Hay circunstancias en la vida de los pueblos que llevan a adoptar actitudes sociales imprevistas que se generalizan en un sector o en toda la sociedad.
Pueden pasar inadvertidas, pueden ser circunstancias importantes o nimias, o consideradas de otra forma a las que luego se disparan.
Una condición o un talento especial, alguna contingencia que cause alegría o tristeza, ponerse en un lugar por circunstancias fortuitas, tomar el legado de otro, son hechos que impactan y estimulan el sentimiento de gran parte de la sociedad.

La adhesión de un grupo importante, crea una mística urbana, una forma de veneración casi sagrada, y de ahí a la idolatría hay un paso muy corto.
Después la adhesión es inquebrantable y ya no importa lo que suceda.
El venerado puede adoptar comportamientos non sanctos, hasta ilegales, desconocer principios, virtudes, libertades, traicionar, renegar de su propia sangre o aprovecharse de los demás para su beneficio o su fortuna personal, pero nada de eso importa.
La veneración sigue intacta y todo pareciera que se perdona.
Pero en realidad ni siquiera se le perdona, porque todo lo que haga está bien, es lo que cree la grey que lo venera, y también es lo que cree el personaje que encarna la mística.

En la comparación, con otros personajes de su misma condición o talento, pero que no tienen su mística, aún que sean iguales o mejores, que sean leales, honestos, de buena vida, siempre sobresale aquel que tiene la mística.
No se trata que sea mejor o peor, que su comportamiento sea bueno, malo o inocuo, se trata de ser quien encarna el sentir de la gente.
Todos los de su grey desearían  ser como él, tener sus condiciones, su adhesión y poder hacer lo que quisieran, bueno o malo, sin ser cuestionados, es más siendo aceptados, porque no se pueden equivocar, porque son infalibles.

¿Cuál es el disparador social, que provoca esta multitudinaria adhesión?
Habría que calar muy hondo, en las tradiciones, en la historia del pueblo, en las condiciones de vida y en la respuesta de los líderes a dichas condiciones, y sobre todo en el apego o el desapego entre quienes ejercen liderazgo y quienes son dirigidos.
En la convicción que si bien es necesario el respeto a la libertad, y a las diferencias individuales, también es necesario el respeto a la dignidad de la vida, y que la libertad sin dignidad, en sí, no es libertad plena y verdadera, sino una ilusión.

Habría que ver cuáles son las carencias, las necesidades no satisfechas de la gente, individuales y comunes, en los grupos que adhieren, sin ninguna condición, y entregando todo lo que son, a dichos ídolos.
Porque la condición humana, es una, todos los miembros de la raza humana, en todos los tiempos, tenemos la misma condición…
Lo que cambia, lo que nos modifica, son nuestras circunstancias, el entorno en que hemos vivido, nuestro hábitat, nuestra impronta, nuestra educación, pero sobre todo nuestras carencias, nuestras tristezas y nuestras angustias.

Es una cuestión de ida y vuelta; para que la veneración de la comunidad se dirija a los líderes honestos, leales, bondadosos, la comunidad debe ser íntegra, debe estar formada por hombres que vivan bien, que no tengan necesidades, que hayan sido educados, y a los que se les permita el crecimiento personal, y un buen rol social en su grupo.
Una cosa esta atada a la otra, y es posible que mientras no se solucionen las dificultades y las angustias populares, su idolatría estará dirigida a quienes portan parecida condición, pero en otra situación social.
Basta con que sientan, que se los ha entendido.
Sólo que se les diga que se los entiende, aunque los hechos y los comportamientos vayan en otra dirección.
Esa manifestación de comprensión los ha catecatizado.
Mientras sigan siendo ofrecidos como solución a sus problemas y a sus carencias, tendrán su adhesión.

¿Cuál es la solución?
Sólo una buena educación y una férrea voluntad, de equilibrio social y de lograr que todos y cada uno de los miembros de la sociedad tengan una vida digna.
Podremos alguna vez lograrlo.
Será una utopía.
O llegar a él será el signo del fin de los tiempos...

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