"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 17 de julio de 2020

HABEAS CORPUS


El fenómeno de la pandemia ha generado una cuarentena en la cual la gente se encuentra aislada en su casa y restringida su libertad ambulatoria como consecuencia de una disposición legal.

En  la realidad de los hechos, dicho encierro no sólo restringe la libertad del individuo, sino que va más allá y restringe sus libertades  y principios constitucionales y republicanos y aún más restringe las instituciones republicanas.
Pero sobre todo restringe a la persona, al cuerpo de cada uno.

El Habeas Corpus es una garantía constitucional dada a los habitantes para proteger sus derechos.
Cuando sus derechos con conculcados, dicha garantía permite que un Juez lo libere o que lo vuelvan a poner en posesión de lo que le han quitado.
Es la última instancia del ser.
El término proviene de una locución latina que significa “tendrás o poseerás tu cuerpo”.
Es el íntimo derecho, personalísimo, mi cuerpo es mío y sólo mío.
Su perdida es un extremo jurídico; fruto de toda impiedad, del autoritarismo, de la corrupción y del aplastamiento de las Instituciones.
El peligro de su pérdida está siempre latente, porque las sociedades republicanas y democráticas no pudieron resolver del todo la diferencia entre la autoridad y los gobernados.

No hay equidad de fuerza ni jurídica entre el aparato del Estado y las herramientas del particular, ya decía Lutero que era peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado.
En última instancia el proceso democrático y el bien de la República dependen de la honorabilidad de los que gobiernan y del buen tino de los que eligen el gobierno.
El marco indispensable es la libertad, derecho inalienable de todos los hombres, en especial la libertad de elegir.
Por eso en los regímenes de partido único, la libertad de elegir está restringida y hasta perdida.
El ciudadano no tiene opción, la elección no existe, está puesta.

Otra condición es la dependencia.
Cuando el particular necesita total y excluyentemente del Estado para subsistir, no tiene opción.
Porque la opción sería el ejercicio de su libertad a costa de su condición natural de hombre, de quien debe nutrirse, vestirse, cuidar de sus hijos y trabajar.
Pero si todas esas condiciones están en manos del  Estado, que las cede cada vez que deben conseguirlas, su libertad cae y desaparece.
En este juego perverso del gato y el ratón, aparece otro componente, que es la República y sus instituciones.
El poder tiende a cooptar las instituciones y ya dijimos que el control es la honorabilidad de los que  gobiernan y la buena elección del pueblo.
Pero si la elección del pueblo está condicionada, sólo nos queda la honorabilidad de los que gobiernan.
Dilema de hierro que nos lleva al fracaso, porque ¿cómo será la honorabilidad de la autoridad, que somete al pueblo a condiciones de perder su libertad para subsistir?

En situaciones de emergencia el Estado considera la necesidad de restringir ciertas libertades individuales, las que están previstas en normas jurídicas.
Él tiene la facultad de aplicación.
¿Son necesarias?
La necesidad y justificación serán juzgadas históricamente.
Es la tensión, la pulsión en términos psicológicos entre el individuo y la comunidad.
A veces hay otra serie de presiones que tienen que ver con la consideración de la personalidad.

Los que hemos visto la Capilla Sixtina nos hemos emocionado con la belleza de la creación artística.
Pero Miguel Ángel era escultor y no quería pintar; su ambición era esculpir la tumba del papa Julio II cuando éste muriera, pero el Papa le dijo que sólo iba a consentir que hiciera su mausoleo si pintaba la Capilla Sixtina.
Hay una apostilla más en esta situación, Miguel Ángel pintó el Juicio Final con las figuras desnudas, a su muerte el Papa Pio V le pidió a Daniele da Volterra que tapara los genitales de las figuras.
Nadie recuerda hoy su nombre, sólo su mote Il Braghettone.

Cuantas veces en la familia, en la escuela, presionamos a nuestros hijos, a los alumnos para que cumplan lo que le pedimos, premiándolos si lo hacen.
¿Es necesaria la restricción de la libertad?
La libertad no es absoluta y en situaciones de emergencia debe consentirse su restricción.
Pero debe mantenerse el equilibrio.
Decía Platón es bueno y ético lo que está equilibrado.
En última instancia estas situaciones van a depender de la honorabilidad del hombre…
La restricción será justa si es impuesta desde la verdad, la bondad, la equidad y la justicia.
Elias D. Galati

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