-¿Y qué sostiene hoy el peronismo?
-Perón
llegó al poder con el apoyo de la Iglesia, pero cae en el 55 tras pelearse con
la Iglesia. ¿Cómo se explica el mito de la nación católica cuando el peronismo
pierde el poder justo al romper con la Iglesia?
-Hay peleas y peleas. Las peores son en familia. Acá estamos hablando precisamente de una pelea incestuosa, dentro del mismo universo moral e ideal. El peronismo nunca dejó de reivindicar su raíz católica, mucho más que el fascismo, en el que había otras corrientes más paganas. Perón siempre admitió que su programa social, económico y hasta internacional estaba basado en las encíclicas de los pontífices. La Iglesia no sólo le dio apoyo: le dio cuadros. Casi todos los funcionarios del primer peronismo vienen de la Acción Católica o de los movimientos católicos, un trasvasamiento extraordinario. ¿Cuál es el problema que se va a crear? El de la religión política. El peronismo se transforma en cristianismo realizado. La Iglesia quiere que el peronismo haga una política religiosa y el peronismo la hace. Dice que las reformas están basadas en la doctrina católica, que financia a la Iglesia para que construya nuevos seminarios, que ayuda a las escuelas católicas de todas las maneras posibles, pero la Iglesia quiere una política religiosa y haciéndola el peronismo se transforma en una religión política. El peronismo comienza a decirle a la Iglesia que tiene que ser peronista porque el peronismo es el verdadero régimen cristiano, ha restaurado en la Argentina el reino de Dios en la Tierra. Por lo tanto, ¿cómo puede ser la Iglesia autónoma? Debe ser peronista, formar parte de la comunidad organizada. Esto en los años cuarenta o cincuenta la Iglesia no lo puede aceptar más, ya ha vivido lo que significa la identificación con regímenes políticos católicos cristianos: el franquismo, el fascismo, los problemas que tuvo con el nacionalsocialismo. La pelea de la Iglesia con Perón pertenece a la misma familia que las peleas que tuvieron el fascismo y el nacionalsocialismo, hasta el franquismo, que se peleó al comienzo y al final del régimen.
-¿Cómo inserta a Bergoglio en esta historia? ¿Usted coincide con quienes lo llaman el papa peronista?
-No hay que ser triviales en esto. No es un peronista en el sentido de que tiene la escarapela peronista. Sería una visión banal. Es peronista en la medida en que siempre vio en el peronismo una natural expresión de la armonía originaria del pueblo. Es consciente de que el peronismo tiene diferentes almas, hace cosas que él no aprueba, pero en su visión del mundo existe un movimiento que es popular y el pueblo, de forma espontánea, piadosa, encarna una cultura originaria, la cultura cristiana de la nación. Para Bergoglio, los demás, las clases medias secularizadas, que estudiaron, que son intelectuales, son demasiado parecidas al mundo liberal, protestante, secular que ha corrompido el pueblo.
-¿Y cómo entiende la relación del Papa con los sucesivos gobiernos argentinos?
-Él tenía muchos amigos también en el gobierno de Macri. Pero igual ese gobierno era "de otro palo", no era su mundo. Por eso la Iglesia fue tan activa en la última campaña electoral. Usted debe acordarse de que la Universidad Católica Argentina sacaba cada semana el número de pobres que crecía, hoy no lo calcula más. Organizaba marchas con los sindicalistas, apoyaba los movimientos sociales, había declaraciones muy fuertes de obispos desde el púlpito.
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