Renunciamiento
Evita
tuvo que renunciar a la candidatura porque se perdió la batalla, porque la
medida que impulsó la CGT no tenía la fuerza necesaria para imponerse, pero
también porque el Ejército estaba en su momento de mayor poder.
La batalla se
perdió por la oligarquía, la Iglesia, los militares gorilas y se perdió,
también, por los dirigentes claudicantes del PJ que le tenían miedo, porque sabían
que había una figura política capaz de controlarlos, de pelearle espacios de
poder, de quitárselos, y esa era Evita.
El 31 de agosto, Eva se dirige a los trabajadores a través de la Red Argentina de Radiodifusión: "Compañeros: quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi Patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto."
Después de recordar su compromiso desde el 17 de octubre de 1945, agregó: "No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición personal: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia dedicará seguramente a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevar al Presidente las esperanzas del pueblo. Y que, a esa mujer, el pueblo la llamaba cariñosamente "Evita". Eso es todo lo que quiero ser" y concluyó "Renuncio a los honores, no a la lucha. Mi puesto de batalla es el trabajo".
El carácter revolucionario de Evita y su relación permanente con el pueblo trabajador le dio una dimensión complementaria a la de Perón, pero también autónoma y diferenciada.
Ella
expresó siempre una tendencia dispuesta a asumir y resolver con mayor
intransigencia las contradicciones internas en la fuerza de carácter
movimientista y poli clasista que fue el peronismo en sus inicios.
Con
el intento de llegar a la vicepresidencia, Evita quiso representar
institucionalmente una presencia más determinante de la clase obrera peronista
en el manejo del Estado cuando ya se veían las contradicciones en el Proyecto
Nacional y Popular con otros sectores del movimiento original, como el nuevo
empresariado industrial y las Fuerzas Armadas.
Escribe: Blas García
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