"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

viernes, 5 de noviembre de 2021

QUOUSQUE TANDEM ABUTERE, CATILINA PATIENTIA NOSTRA?

¿Hasta cuándo Catilina, abusarás de nuestra paciencia?

Esta frase fue pronunciada por Cicerón en el año 63 a. C., en el Senado Romano, denunciado la conspiración tramada por el Emperador Catilina para hacerse del poder absoluto del Imperio.

La conspiración fue descubierta y desarmada, y los conspiradores luego fueron derrotados en la batalla de Pistoya.

Han pasado casi 23 siglos y las condiciones de nuestro mundo actual, permite ver un escenario igual, en casi todas las regiones, salvo raras excepciones.

El poder tienta, llena de orgullo, hace soberbio a los que lo detentan, y crea una situación de pasión desenfrenada hacia adelante, hacia conseguir la totalidad del poder y para siempre.

Las palabras de Cicerón, son las palabras de la gente, pero aquellos que detentan el poder político, tanto como el social y el económico, los dirigentes, empresarios, sindicalistas, mentores y referentes, escuchan su propia voz.

La historia se repite, continuamente, y vemos que en lugar de escucharlos, sus intentos van en la acumulación del poder, del dinero, la impunidad, y la seguridad de seguir operando sin consecuencias.

Pareciera que no hay solución.

Sin embargo, en la historia, es posible avizorar un sistema particular, que pondría una distinción y un freno a las apetencias exageradas.

La República Veneciana, duró 1000 años, desde el año 800 hasta principios del 1800 invadida por Napoleón.

Debe tenerse en cuenta, el momento histórico, y las dificultades tanto comunicacionales como sociales de la época.

Fue llamada La Serenísima, porque en 1000 años, no tuvo una asonada, un golpe de estado, una revolución, ningún quiebre a la institucionalidad republicana.

Sus fundamentos eran sencillos.

Había dos cargos el Concejo del Dux y los Jueces.

Ambos cargos eran ad honorem, y podían ejercerse por un año, y una sola vez en la vida.

El que había sido juez o concejero, nunca más podía ser electo para la función pública.

En la sala del Concejo existía y todavía existe un reloj, que marca la media hora, porque era el máximo permitido hablar a todos los representantes.

Los venecianos sostenían, que si en media hora no puedes decir lo que intentas decir, puedes hablar tres días y no lo vas a decir.

Por lo tanto aquel que pasaba el límite de la media hora, no hablaba más.

El ejecutivo era ejercido por el Gran  Dux, cargo vitalicio, pero para poder ejercerlo, el candidato tenía que estar en buenas condiciones físicas y mentales y tener más de 80 años.

Sostenían que a esa edad, ya no hay pasiones personales, que el individuo se socializa más y quiere pasar a la historia.

El sistema se completaba con el Puente de los Suspiros.

Cuando alguien era descubierto en delito o corrupción, era apresado, llevado a la cárcel y por el Puente de los Suspiros llevado a la plaza de San Marcos en medio de las columnas, donde era colgado.

No tuvieron un sobresalto,  ningún quiebre republicano, y la incidencia de la cultura y de la sociedad veneciana en el mundo desde Marco Polo hasta todas las cuestiones educativas, literarias y artísticas fue enorme.

No es posible instalar un sistema tal cual, a tanta distancia histórica, pero puede aggiornarse el mismo.

Vivimos un momento histórico, en el cual, la gente está cansada de las mentiras y las traiciones de sus dirigentes, que han prostituido el sistema, ya que ser representantes, significa cumplir el mandato que se le ha dado, y no hacer  lo que uno quiere con el poder.

Hay una canción en mi país que dice “para el pueblo, lo que es del pueblo”,

Pero ¿qué es del pueblo?

¿Aquello que determinan los que mandan o los dirigentes?

No será del pueblo el cumplimiento de sus aspiraciones, una vida feliz, un equilibrio social, donde no haya diferencias entre quienes tienen poder y quiénes no.

Donde se juzgue por igual a los que tienen supuestos fueros, que a la gente común.

El poder ha incomodado, y ha abusado históricamente de la paciencia de la gente, pero cada tanto aparece un quiebre en el sistema de poder o quizás un Cicerón.

Elias D. Galati

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