¿Hasta cuándo Catilina, abusarás de nuestra paciencia?
Esta frase fue pronunciada por Cicerón en el año 63 a. C., en el Senado Romano, denunciado la conspiración tramada por el Emperador Catilina para hacerse del poder absoluto del Imperio.
La
conspiración fue descubierta y desarmada, y los conspiradores luego fueron
derrotados en la batalla de Pistoya.
Han pasado casi 23 siglos y las condiciones de nuestro mundo actual, permite ver un escenario igual, en casi todas las regiones, salvo raras excepciones.
El
poder tienta, llena de orgullo, hace soberbio a los que lo detentan, y crea una
situación de pasión desenfrenada hacia adelante, hacia conseguir la totalidad
del poder y para siempre.
Las
palabras de Cicerón, son las palabras de la gente, pero aquellos que detentan
el poder político, tanto como el social y el económico, los dirigentes,
empresarios, sindicalistas, mentores y referentes, escuchan su propia voz.
La historia se repite, continuamente, y vemos que en lugar de escucharlos, sus intentos van en la acumulación del poder, del dinero, la impunidad, y la seguridad de seguir operando sin consecuencias.
Pareciera
que no hay solución.
Sin
embargo, en la historia, es posible avizorar un sistema particular, que pondría
una distinción y un freno a las apetencias exageradas.
La República Veneciana, duró 1000 años, desde el año 800 hasta principios del 1800 invadida por Napoleón.
Debe
tenerse en cuenta, el momento histórico, y las dificultades tanto
comunicacionales como sociales de la época.
Fue
llamada La Serenísima, porque en 1000 años, no tuvo una asonada, un golpe de
estado, una revolución, ningún quiebre a la institucionalidad republicana.
Sus
fundamentos eran sencillos.
Había dos cargos
el Concejo del Dux y los Jueces.
Ambos
cargos eran ad honorem, y podían ejercerse por un año, y una sola vez en la
vida.
El
que había sido juez o concejero, nunca más podía ser electo para la función
pública.
En
la sala del Concejo existía y todavía existe un reloj, que marca la media hora,
porque era el máximo permitido hablar a todos los representantes.
Los venecianos
sostenían, que si en media hora no puedes decir lo que intentas decir, puedes
hablar tres días y no lo vas a decir.
Por
lo tanto aquel que pasaba el límite de la media hora, no hablaba más.
El ejecutivo era ejercido por el Gran Dux, cargo vitalicio, pero para poder ejercerlo, el candidato tenía que estar en buenas condiciones físicas y mentales y tener más de 80 años.
Sostenían
que a esa edad, ya no hay pasiones personales, que el individuo se socializa
más y quiere pasar a la historia.
El
sistema se completaba con el Puente de los Suspiros.
Cuando
alguien era descubierto en delito o corrupción, era apresado, llevado a la
cárcel y por el Puente de los Suspiros llevado a la plaza de San Marcos en
medio de las columnas, donde era colgado.
No tuvieron un sobresalto, ningún quiebre republicano, y la incidencia de la cultura y de la sociedad veneciana en el mundo desde Marco Polo hasta todas las cuestiones educativas, literarias y artísticas fue enorme.
No
es posible instalar un sistema tal cual, a tanta distancia histórica, pero
puede aggiornarse el mismo.
Vivimos un momento histórico, en el cual, la gente está cansada de las mentiras y las traiciones de sus dirigentes, que han prostituido el sistema, ya que ser representantes, significa cumplir el mandato que se le ha dado, y no hacer lo que uno quiere con el poder.
Hay una canción en mi país que dice “para el pueblo, lo que es del pueblo”,
Pero
¿qué es del pueblo?
¿Aquello
que determinan los que mandan o los dirigentes?
No
será del pueblo el cumplimiento de sus aspiraciones, una vida feliz, un
equilibrio social, donde no haya diferencias entre quienes tienen poder y quiénes
no.
Donde
se juzgue por igual a los que tienen supuestos fueros, que a la gente común.
El poder ha incomodado, y ha abusado históricamente de la paciencia de la gente, pero cada tanto aparece un quiebre en el sistema de poder o quizás un Cicerón.
Elias D. Galati
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