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Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 9 de mayo de 2022

La Argentina boluda y los medios bobos (o no tanto…)

Por: Rubén Lasagno

Cristina Fernández maneja la agenda de la política nacional y la agenda setting de los medios, aún los supuestamente críticos.

Basta que la vicepresidente haga tres líneas en Twitter para que salgan los exégetas, los interpretativos y los adulones onerosos que tiene el gobierno, a bendecir cada palabra suya pretendiendo encontrar algún mensaje oculto contra el presidente o a darle una importancia que no tiene, en el marco de la grave crisis que vive el país.

Los medios considerados “críticos” y donde los periodistas dicen estar en contra de las prácticas antidemocráticas de Cristina Fernández, replican sus palabras casi como con un molde.

Fuera de algunos periodistas como Nelson Castro que más que interpretarla le busca los sin sentidos a las palabras de la ex presidente, la mayoría se enreda en otro tipo de análisis político, lo cual no hacen más que refrendarla, visibilizarla y ponerla “en debate”.

 

“Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí, aunque confieso que me gusta que hablen mal porque eso significa que las cosas me van muy bien” es la frase de Salvador Dalí y en la cual se apoya la estrategia comunicacional de Cristina Fernández a cuyo propósito le ayudan muy bien los medios, aún quienes ejercen la crítica política.

Y más aún cuando sus conductores se esfuerzan por resaltar algunas condiciones histriónicas, de liderazgo y de la personalidad propios de la vicepresidente, casi como asombrados admiradores y no en su rol de interpeladores públicos.

 

Y Cristina Fernández es casi omnipresente en esta Argentina cruzada por la desgracia de la clase política.

Primero por decisión de Mauricio Macri, quien no solo la subestimó sino evitó sacarla del juego porque ella (según Macri) representaba todo lo malo y él, todo lo bueno y (a su equivocado criterio) la gente lo elegiría a él sobre ella. Antes de los cuatro años, CFK volvió con cara de oportunidad, perfil bajo, simulando ser segundona, con un muñeco bajo el brazo, montó un circo mediático y el gobierno de JxC ya no tenía fuerza para demostrar lo contrario.

Ya nadie le creía y Cristina volvió.

 

Pero aquella puesta en escena de Cristina Fernández, también fue abonada por los medios bobos y votada por la Argentina boluda.

Los medios bobos, no resultaron ser tan bobos o al menos no fueron bobos gratuitos.

La posición de muchos cambió y resultó evidente la forma en que viraron hacia otro norte, cuando olfatearon que el macrismo caía irremediablemente.

 

El argentino, siempre en contramano del progreso verdadero y paciente terminal de la enfermedad de boludo crónico, se creyó aquello de que “volvían mejores” y compraron al Alberto “moderado” el único capaz de ponerle límites al poder de la Vice.

Una estupidez que la propia prensa nacional ayudó a instalar, igual que ahora, cuando leemos y escuchamos que las encuestas en provincia de Buenos Aires, le dan posibilidades a CFK para el 2023, sin ninguna prueba fáctica excepto el énfasis de algunos conductores de televisión por instalar la operación.

 

Cristina es una persona mala, soberbia, mentirosa, corrupta, dual e inmoral.

Está considerada jefa de una asociación ilícita por la justicia, posee juicios por lavado de dinero, está claramente tipificada como destituyentes de su gobierno y aun así, hay adulones mediáticos a quienes, desde una posición supuestamente crítica, se les caen las babas frente a las pantallas y destilan una rara reverencia hacia la controvertida imagen pública de la viuda, como un síndrome de Estocolmo desarrollado por la masa crítica de los comunicadores más reconocidos.

 

Son los mismos que aun siendo críticos de la vicepresidente, resaltan sus grandes dotes de oradora.

Si algo no tiene CFK, es precisamente, capacidad oratoria.

Está cargada, de muletillas, cae en lugares comunes, permanentes gestos forzados, no puede disimular su impostura y demuestra ser una gran ignorante, cuando en sus declaraciones en actos públicos, alude a hechos y circunstancias que no son ciertas o directamente padece de errores conceptuales muy importante o lo que es peor, padece de una deficiente cultura general y falta de lectura, especialmente de la Constitución Nacional.

 

Y si acaso una parte de los habitantes de esta Argentina boluda, la sostiene con su voto en el 2023, a pesar de todo lo que estamos viviendo con este gobierno de inútiles y delincuentes, está claro dónde y por qué estamos enfermos como sociedad:

No sabemos, no podemos o no queremos despertar a la realidad y reconocer que el principio de todos los males argentinos no está en esta mujer alienada y obstinada en salvarse ella a costa de la destrucción de las instituciones, sino está dentro de cada uno de nosotros mismos, que no sabemos discernir o convivimos con el mismo maniqueísmo propio del kirchnerismo más rancio.

 

Este dejá vu argentino lo padecemos gracias a lo boludo que somos y a los medios bobos, cuando terminamos poniendo el voto a un espacio que la contenga agazapada a CFK o, como en el caso de Alberto Fernández, cuando aceptamos su engendro político llamado Frente de Todos.

 

Con su característico oportunismo, armó para vendernos un caballo de Troya y alegremente (muchos) compraron en el 2019 y podrían volver a comprar en el 2023 gracias a los comentarios y notas laudatorias de algunos periodistas que creen desnudar las verdades de la vicepresidente y están potenciando sus malas artes.

(Agencia OPI Santa Cruz)

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