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miércoles, 28 de septiembre de 2016

¿DESCOMPOSICIÓN DEL TEJIDO SOCIAL?

Por Héctor Villarreal el 10 agosto, 2010
México

“Construid una casa de la cultura en cada colonia jodida del país y los jóvenes cambiarán las armas por pinceles, plumas y zapatillas de ballet”.

I
Toda mafia se sustenta en tejido social, no en su descomposición.
Así es tanto para los que se dedican a la piratería de productos y su comercialización como al narcotráfico, al liderazgo sindical o a la santidad patronal de capilla cultural.
Las organizaciones criminales se caracterizan precisamente por eso:
Por su —muy bien compuesto— tejido social.

II
 ¿En qué está el problema para la gobernabilidad?
¿En el tejido social, supuestamente descompuesto?
¿O en la porosidad o ineficacia del Estado de derecho?
Está en la ineficiencia del sistema de justicia.

III
Lección número uno de Durkheim: El hecho social.
El delito es un hecho social.
Aunque patológico, forma parte de la normalidad, tal como el castigo para quien lo comete.
Pienso que el castigo es, por lo tanto, preventivo por su capacidad de disuasión y correctivo por su capacidad de nulificación.
Pero si no hay castigo, ni se disuade ni se nulifica - por el contrario -, se fomenta.
En la medida en que haya castigo, este hecho social tendrá una frecuencia que permita una amplia gobernabilidad...
Pero en la medida en que no lo haya, se multiplicará hasta ponerla en riesgo.

IV
La guerra contra el narco o Mein Kampf de Calderón contra la delincuencia o crimen organizado (los delincuentes son los que se organizan, en realidad) es un paseo por el jardín mientras el sistema de justicia siga siendo ineficaz e ineficiente.
Y eso va de la prevención a la readaptación.
Lo dicho en este espacio, en mayo: 
“Si no pueden poner orden en las cárceles, no pueden poner orden en nada.
Si no pueden con los que están prisioneros, da igual a cuántos encarcelen si de todos modos siguen delinquiendo. 
El grado de civilización y desarrollo de un país se comprueba en sus prisiones”.
Ya se sabía que eran centros de capacitación, planeación, organización y mando criminal.
Pero ahora también consta que son espacios para el resguardo y protección de sicarios en servicio.

V
En un Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) encuentro la siguiente definición de tejido social:
“Es el conjunto de redes personales, categoriales, estructurales, forma­les y funcionales, de iniciativas o asociativas y mixtas o inter sistémicas, que constituyen un activo para los individuos y la sociedad pues les permite ampliar sus op­ciones y oportunidades para mejorar su calidad de vida.
La sociedad existe como tejido social de sus ciudadanos y ciudadanas.
A mayor tejido social, más sociedad”.
Y, ojo, algo muy importante:
La descomposición del tejido social no es la causa sino el efecto de la delincuencia y de la impunidad, de acuerdo con la misma definición:
“El deterioro, debilitamiento o rompimiento del te­jido social significa el aislamiento del individuo de la sociedad debido a la pérdida de sus principales redes sociales, y de valores como la confianza y la solidaridad.
El tejido social también se debilita cuando las normas de convivencia ciudadana son irrespetadas y violenta­das impunemente, o cuando las leyes son fácilmente irrespetadas e incumplidas”.

VI
Pero, ¿alguna vez hubo un tejido social compuesto, o que no estuviera descompuesto?
¿De dónde o de quiénes proviene la idea de una “descomposición” del tejido social?
De las campañas televisivas y sermones sobre la gran familia mexicana.
Es una idea de evocación rousseauniana, así como la del buen salvaje en estado natural;
o del paraíso perdido, sin pecado, antes de que Adán se alimentara con un fruto hormonal.
¿En qué está el problema para la gobernabilidad?
¿En el tejido social, supuestamente descompuesto?
¿O en la porosidad o ineficacia del Estado de derecho?
Está en la ineficiencia del sistema de justicia.
El tejido social descompuesto es una metáfora conservadora, que en su versión intelectualizada reza:
El Estado dejó de ser paternalista y no asume su responsabilidad de macho jefe de hogar, condenando así a la sociedad a una orfandad en la que no se basta a sí misma para sobrevivir.
En su versión clerical, ya lo dijo el cardenal Sandoval, es el resultado de una crisis de valores.

VII
Me comenta una profesora de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez que uno de sus alumnos le dijo que es sicario.
Pues claro.
La criminalidad no es el resultado de la falta de oportunidades educativas, sino de la corrupción y la impunidad.

VIII
“La descomposición” es la nueva explicación favorita de periodistas balines, políticos e intelectuales.
La usan como muletilla cada vez que tienen que dar un discurso o redactar una nota, declarar a la prensa o pontificar.
Suena bien, suena razonable, suena creíble.
Es verosímil.
Especialmente si se añade con la meta causa y omni causa:
El diablo, ¡el neoliberalismo!

La usan como muletilla cada vez que tienen que dar un discurso o redactar una nota, declarar a la prensa o pontificar.
La ideología es infalible.
Como siempre, La Derecha, que según ellos es neoliberal, es la madre de todos los males.
De las ejecuciones, en este caso, según la narrativa:
Las políticas neoliberales son la causa de la descomposición social, la cual orilla a los jóvenes sin oportunidades a hacerse sicarios de algún cartel.
Lo que no dicen es que si de algo hay empleo en este país es de policía y en la policía.
No queda claro, pues, si las corporaciones de seguridad y el reclutamiento de quienes van a combatir a los sicarios resultan de un tejido social no descompuesto, o del descompuesto.
En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM encontré volantes de mano que invitan a egresados a ingresar a la Secretaría de Seguridad Pública en su compañía de teatro, por comentar una anécdota.

IX
La propuesta (y fantasía) recurrente de los intelectuales es la de combatir al crimen con “cultura”.
Algo así como que el gobierno les pague mucho dinero (a ellos), así sea como funcionarios, por poner su obra, talentos y demás ante una sociedad de potenciales sicarios para que se convenzan de que más vale ser como ellos que como los capos de los carteles.

Construid una casa de la cultura en cada colonia jodida del país y los jóvenes cambiarán las armas por pinceles, plumas y zapatillas de ballet.


Ni ellos se lo creen, pero ¿qué tal si pega...?

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