"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 19 de octubre de 2008

El 3er domingo de Octubre, en la Argentina se festeja el Día de la Madre

Desde hace bastante tiempo se ha dado en considerar que se festeje el día de la familia.

A nadie le caben dudas que en el mundo, la familia ha entrado en crisis por haber dejado en manos del poder público las funciones esenciales que siempre le correspondieron.

Ante la falta generalizada y ostensible de civismo en nuestros jóvenes de Hoy, no sería justo rasgarnos las vestiduras o escandalizarnos ya que fuimos nosotros quienes le permitimos al Estado hacerse cargo de semejante responsabilidad.

Nadie puede aprehender en unas cuantas clases prácticas a comportarse en una sociedad democrática con justicia, respeto, tolerancia y honestidad.

En ésta Patria nuestra hay dos valores esenciales que se han ido perdiendo durante las últimas décadas: El esfuerzo personal y la justicia desde la educación.

Acaso, ¿no es injusto que un chico pase de curso sin aprobar algunas de las materias más elementales? ¿Es acaso justo que cualquier indisciplina no se vea correspondida con una proporcionada sanción?

Semejantes prácticas les ha enseñado a nuestros hijos que “todo vale” y por lo tanto, que nada vale nada. Razón más que suficiente como para que se excluya cualquier tentativa de jerarquizar las actitudes o de favorecer la menor línea de conducta.

Los buenos hábitos sólo se consiguen con la repetición de actos.

Cómo afirmaba Aristóteles: Sólo la práctica de las virtudes nos hace virtuosos…

Ambos (buenos hábitos y la práctica de las virtudes) se maman en el seno familiar. Sí bien es cierto que la instrucción y formación intelectual es un objetivo que se debe obtener en la escuela, el desarrollo de la persona, corresponde al ámbito familiar.

La convivencia familiar, es una enseñanza incomparablemente superior a la de cualquier razonamiento abstracto sobre la tolerancia o la paz social.

Que mi hijo sea buen demócrata, buen ciudadano, o buena persona, en definitiva, me corresponde principalmente a mí como padre o madre, no al Estado.

La socialización primaria corresponde a la familia por ser, en palabras de Juan Pablo II, la mejor escuela natural de convivencia pacífica.

En ella se aprenden, de forma práctica y no meramente teórica, virtudes esenciales para la ciudadanía democrática como: la justicia, el respeto, la fortaleza, la tolerancia, el sacrificio o el esfuerzo.

Y todo ello por amor.

No podemos quejarnos de la situación y no asumir las riendas de nuestra responsabilidad.

No podemos escandalizarnos de que el Estado pretenda formar en «sus» valores a nuestros hijos y no asumir la responsabilidad que nos corresponde de formarles en «nuestros» valores.

Debemos volver a ejercer de padres y enseñar con el ejemplo, pues la mayoría de valores humanos son simplemente hábitos, rutinas que aprendemos en la familia de forma inconsciente.

La familia tiene el derecho inalienable de educar a los hijos pero no olvidemos, como afirmaba Santo Tomás, que tal derecho es, a su vez, de manera inescindible, una estricta obligación que tenemos que cumplir.

“Objetar es ingenioso, pero más lo es hallar salida a los inconveniente” [Baltasar Gracián 1601 - 1658]

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