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Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 25 de octubre de 2008

Reforma previsional en Argentina: El silencio de los inocentes

Reforma previsional en Argentina: El silencio de los inocentes
Por Gabriel Gasave
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Washington, DC - El gobierno argentino acaba de dar a conocer su intención de terminar con el sistema jubilatorio de capitalización que regía desde 1994 e involucra a buena parte de la población activa del país. La medida, que deberá refrendar el Congreso, transferirá a las arcas del Estado nacional los fondos acumulados en las cuentas individuales por un monto total cercano a los 30 mil millones de dólares.

Esta vez el saqueo fue consumado con absoluta impunidad. No hubo manifestaciones de protesta ni masivas expresiones de descontento por parte de la ciudadanía tal como aconteció a fines de 2001, cuando otro gobierno había decretado el congelamiento de los depósitos bancarios, el infame “corralito”

Aclaraciones: a) El "saqueo" todavía NO ha sido consumado. Es un proyecto de la administradora CFK, elevado al Congreso, así como la 125. b) Los empleados de las AFJP ya salieron a protestar porque se quedarán sin empleo. c) ¿Otro gobierno?... sí todos estos pertenecen al mismísimo Partido Justicialista. d) "INFAME e inconstitucional" ha sido y lo sigue siendo el "corralón" del DNU 214/2002 (II Default) e) Los aportes a las AFJP son heridatarios

Tampoco se produjeron cortes de carreteras ni caminos públicos, (Es de temer la calma chicha en la que estamos) como ocurrió cuando esta misma administración intentó sancionar una ley que avalase su masivo incremento del impuesto a las exportaciones de productos primarios, el corazón del actual modelo “productivista” que impera en el país. Por entonces, los afectados se movilizaron masivamente, no en defensa de la libertad de mercado ni de una sociedad abierta, sino de sus bolsillos que pretendían ser leoninamente saqueados.

En esta oportunidad, a las víctimas del nuevo zarpazo estatista no se las encontrará reunidas en ninguna plaza o cabildo público. Son algo difuso, casi una abstracción. Se trata de los futuros jubilados y pensionados, los potenciales “beneficiarios” del régimen que ahora se procura implementar, muchos de los cuales posiblemente ni siquiera se vean a sí mismos como eventuales damnificados de esta certera maniobra confiscatoria.

Es preciso destacar que el sistema de capitalización argentino no se caracterizaba por sus bondades. Podríamos decir que nació mal básicamente por dos motivos. Primero, por su carácter compulsivo. A los trabajadores jamás se les dio la opción de disponer como quisieran del cien por ciento del fruto de su trabajo. El Estado paternalista los obligaba a ahorrar para su futuro a través de aportes obligatorios a alguna de las AFJP creadas al efecto. Se estableció así un monopolio artificial en favor de estas instituciones, no de los individuos. La circunstancia de que una persona no pudiese contratar un seguro privado con alguna otra entidad, nacional o extranjera, a fin de demostrarle al Sr. Estado que se estaba “protegiendo”, ilustra claramente el hecho de que lo que se pretendía crear era un coto de caza para las administradoras autorizadas por ley.

El segundo gran defecto del sistema argentino fue su condición de mixto. Desde un comienzo coexistieron dos sistemas, el nuevo o de capitalización y el tradicional o de “reparto”, en vigor durante gran parte del siglo XX. Esa duplicidad de regímenes previsionales daba la permanente sensación de que el cambio no era realmente serio y que, como ahora se comprueba, en cualquier momento los autócratas de turno podrían proceder a abolirlo.

Al sistema de capitalización no se lo llegó a probar fehacientemente, no hubo tiempo. Muy pocos son aquellos que obtuvieron una prestación a través del mismo en estos catorce años. De privado tampoco le quedaba mucho ya que no solo era compulsivo y estaba circunscripto a las AFJP, sino que el Estado nacional determinaba por ley la composición de sus carteras de inversiones, forzando a las aseguradoras a integrarlas con un alto porcentaje de títulos públicos. En última instancia, el cuadro todo era una falsa sensación de estar aportando para una jubilación privada,

Pero al menos el sistema de capitalización permite un cierto correlato entre lo que una persona aporta al sistema y lo que recibirá de él en el futuro, algo que no ocurre con el gran agujero negro del denominado sistema solidario intergeneracional.

Ese sistema de reparto lo único que en verdad logró repartir fue miseria, despojo y frustración. Generaciones enteras de argentinos tuvieron que subsistir con migajas en sus últimos años, tras toda una vida productiva y de esfuerzo. Aquellos que carecían de descendencia o no contaban con algún alma caritativa que los ayudase, optaban incluso muchas veces por quitarse la vida.

La medida, al igual que las recientes reestatizaciones de empresas, no es otra cosa que una nueva y desquiciada manifestación por parte de este gobierno del “síndrome de Adán”, o mejor dicho de Eva atento el género y el pasado ideológico de la mandamás en el poder. Se trata de la delirante ocurrencia de considerar que con ella se inicia la historia de la nación. Esa constante alucinación fundacional la conduce a destruir todo lo establecido por alguna administración anterior, sin entrar a considerar sus virtudes o ventajas, y obviamente sin preocuparse por sus consecuencias de largo plazo, ya que para entonces el boomerang golpeará contra otros cogotes y no contra el botox del propio.

Seguramente los desquicios que el gobierno de los EE.UU. ha venido realizando en el mercado financiero durante las últimas semanas, otorga nuevos bríos y justificaciones a aquellos que ahora pergeñan esta medida. Si alguna reforma provisional resultaba imperiosa, era una que le diese más libertad y responsabilidad a los ciudadanos, y no una que ha venido generando millones de victimas en el pasado.

En la década de 1940, el fundador del partido gobernante, Juan Peron, dio inicio el vaciamiento de las cajas de jubilaciones.

Desde entonces la Argentina ha vivido en un constante frenesí donde el pan y el circo se alternan ad infinitum.

Cada vez escasea más el primero y sobreabunda el segundo.

Pero aún así, los argentinos son muy peculiares, y el suyo es el único circo en el cual, al látigo lo siguen detentando los animales.

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Gabriel Gasave
Investigador Analista

Gabriel Gasave es Investigador Analista en el Centro Para la Prosperidad Global en The Independent Institute. Oriundo de Argentina, ha estudiado Ciencias Políticas en el Lock Haven State College en Pennsylvania, y recibido su Maestría en Economía y Administración de Empresas de la Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas (ESEADE) en Buenos Aires, y su título de Abogado de la Universidad de Buenos Aires.

Ha enseñado economía en la Universidad de Buenos Aires, la Escuela de Negocios de la Cámara Argentina de Comercio, el Instituto Ecuatoriano de Economía Política (Guayaquil, Ecuador) y la Fundación Atlas para una Sociedad Libre (Buenos Aires). Además, el Sr. Gasave ha sido Secretario Académico en ESEADE, comentarista en el canal de cable Política y Economía (Buenos Aires), columnista de las revistas Atlas del Sud, Mercado Libre e Impuestos, colaborador de Junior Achievement Argentina, y pasante en la Reason Foundation de Los Angeles. Ha publicado artículos de opinión en El Cronista Comercial e Infobae de Buenos Aires y en El Nuevo Herald de Miami. Se ha desempeñado también como Profesor Visitante en el Departamento de Economía de la San José State University de San José, California.

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