Reforma Política y Participación Ciudadana
“El desafío de refundar la República”
A priori pensaba ponerle a esta charla un título como: “Participar o emigrar, esta es la cuestión”. Pero viendo el número de asistentes comprometidos en esta jornada me confirma que emigrar no debe ser la palabra elegida. Podríamos poner un subtítulo ya un poco más llano y directo: “Basta de lamentarse y veamos cómo se arregla esto”.
Y para este fin aporto la visión de un político amateur, de un político que entró de una manera part time hace unos cuatro o cinco años a esta actividad apasionante, y lo hizo con quizás la ingenuidad deliberada de pensar que esto era una actividad para el bien común. Y sigo pensando que es una actividad para el bien común.
Para esto creo que hay que predicar valores y efectuar propuestas. El otro día, un amigo me decía una cosa muy interesante: “Una propuesta que no admite oposición no es una propuesta”.
Siguiendo esta afirmación, quiero volcar mi experiencia personal, que no comprometen ni a ACDE ni a la Fundación Nuevo Millenium, de las cuales formo parte, y que espero puedan generar algún debate a futuro.
Refundar la República en democracia
Refundar la República en democracia es un objetivo muy amplio que tiene como parte obligada la reforma política.
La Argentina es como una gran organización, y su eficacia depende de cómo se conjugan en ella dos tipos de aspectos o de variables. El primero son los aspectos formales y normativos que, de una manera tecnocrática podríamos llamar aspectos o variables de hardware. Y los segundos, son los aspectos espirituales e informales, que de alguna manera podríamos llamar también aspectos o variables de software.
Los aspectos formales implican la organización, la constitución, las leyes, los reglamentos, las normas. Todo eso que está escrito, legislado y organizado.
Pero esta organización quedaría renga si no le agregamos los aspectos informales y espirituales, entre los cuales está el capital social, la calidad de la gente, de los dirigentes, la solidaridad, la decencia, el espíritu patriótico, la cultura.
Para hablar de una reforma política en serio debemos abarcar ambos aspectos. Porque si queremos una reforma política profunda, como necesita la Argentina, no podemos ser tan fariseos de quedarnos solamente en los aspectos formales y normativos, sino que necesariamente tenemos que atacar los aspectos informales y espirituales.
Recuerdo una frase que decía: “Cuando visito un país no me interesa tanto saber qué leyes tiene sino saber cómo se cumplen”.
Esto me parece fundamental y tiene mucho que ver con esta Argentina supe legislada de hoy y quizás muy pobre en su cumplimiento.
Si uno tuviese que analizar una y otra estas variables y decir cuál es más importante, muy difícilmente podría señalar alguna en detrimento de la otra. Pero permítanme, en esta línea, compartir algunas propuestas que no sean edulcoradas y aceptadas por todos, sino que sean motivos de discusión.
Si esta noche un hada con su varita mágica descendiese sobre mí o sobre algún argentino que ame a su patria y le dijese:
- “Yo sé que amas a tu patria, sé que está muy mal y que la quieres cambiar; te voy a dar dos opciones".
La primera opción es darte una organización constitucional legislativa y normativa excelente, pero que la apliquen los mismos hombres que tienes hoy en cada uno de los lugares de gobierno.
La segunda opción, te voy a mantener la constitución, las normas, las reglamentaciones que existen, pero voy a suscitar entre los argentinos, quinientas personas excepcionales por su decencia y su capacidad para que ocupen los quinientos puestos de gobierno más importantes”.
Si fuese tan draconiana la opción de esta hada le diría que elijo la segunda opción. Prefiero tener las quinientas personas, hombres y mujeres, más talentosos, más capaces y más honestos ocupando los puestos más relevantes porque, a partir de ahí, todo el resto se arregla.
Creo que también hay dos aspectos que tenemos que ver antes de entrar a los aspectos normativos y a los aspectos espirituales. Uno de ellos es si la situación de la República Argentina, hoy, admite un tratamiento gradualista o debe ser un tratamiento de shock. Este tema, por ejemplo, implicaría en el aspecto práctico, una renovación de todos los mandatos en la próxima elección, no solamente de los que corresponde según la mecánica habitual, sino de todos los mandatos legislativos y ejecutivos.
Y habría que pensar también un poco en el tema del poder judicial.
Y el segundo aspecto a considerar de manera general es que, dado que hoy estamos en una situación tan grave, tan inédita, nos está haciendo falta realmente no un gobierno clásico de un partido sino un gobierno de salvación nacional, que pueda permitir sentar en una mesa con grandeza a los mejores representantes de cada una de las vertientes del espectro político del país.
Los aspectos formales de la reforma política
Ahora bien, si vamos a los aspectos formales y pensamos la democracia se enriquece en la medida en que más gente participa, de una manera auténtica y comprometida, restando de tal modo poder a la partidocracia, podríamos enumerar algunos puntos -muchos dirían ya clásicos- de la reforma política.
Uno de ellos es, por ejemplo, no más la lista sábana vertical o lista bloqueada, como técnicamente se conoce. También podemos hablar de no más lista sábana horizontal, y pensar -en cada caso- cuál sería el reemplazo, lo cual exige un poco más de discusión. En esta línea puede analizarse el voto electrónico, que aumenta el poder de la gente y, de alguna manera, disminuye el poder de los aparatos en el control de los resultados de la elección.
Podemos puntualizar además en los límites de los gastos del poder legislativo (por ejemplo, hablar de un 0,3 a 0,5 % del presupuesto nacional); del no monopolio de las candidaturas por los partidos políticos; de límites económicos y temporales en las campañas, con penas serias e importantes para aquellos que no cumplan; del financiamiento de los partidos políticos, con fuertes penas también para aquellos que no cumplan; de un achicamiento sustancial y una despolitización del Consejo de la Magistratura y del jury de enjuiciamiento.
A este listado puede agregarse la limitación a dos o tres las reelecciones de diputados nacionales y senadores; o la necesidad de abolir todas las jubilaciones de privilegio, que son temas de los cuales hablamos todos los días.
Límites al período presidencial
A estos temas que hemos numerado se suman algunos aspectos no clásicos, no tan comentados, que a mí muchas veces me llama la atención que no estén más en la palestra de la consideración pública. Uno de ellos se refiere al límite del período presidencial.
Nuestra constitución del pacto de Olivos permite teóricamente, y potencialmente, que una misma persona a lo largo de veinte años esté dieciséis en el poder. Y como nosotros sabemos que en todas estas cosas hay mucha viveza sin grandeza y hay mucha construcción de poder que se hace desde el propio poder, podemos pensar que esto es muy peligroso y que muchas veces regímenes republicanos fuertes construyen esa fortaleza y esa continuidad a través de limitaciones mucho más rígidas en la posibilidad de reelecciones.
¿Por qué no pensar, por ejemplo, en cuatro años más cuatro si es reelecto y nunca más en la vida, como es en Estados Unidos?
¿Por qué no pensar en cinco o en seis años y nunca más en la vida?
Alberdi, luego de escribir las Bases, se había arrepentido de permitir una nueva elección después de seis años de período intermedio y llegó a pensar que lo mejor era seis y nunca más.
Este es un tema que me parece de fondo, porque una de las piezas centrales de toda constitución es el mecanismo de reemplazo de autoridades.
Y estamos hablando acá de la máxima autoridad del país, y de ahí se podría bajar a otras.
Voto en blanco: Banca vacía
Otro tema polémico que he discutido muchas veces con algunos amigos abogados constitucionalistas es el del voto en blanco.
Si la ciudadanía está enojada o no está de acuerdo con la oferta política porque la ve pobre, en vez de quedarse en la casa y no ir a votar, va y pone el voto en blanco.
Y ese partido en blanco implica en la misma proporcionalidad bancas vacías; es decir, que en vez de tener un Congreso que en Diputados tiene 254, a lo mejor pueda tener 198 o 200.
¿Es esto grave para la democracia?
No lo sé.
Es una pregunta que debemos formularnos.
Creo que en todo caso es un reaseguro para que si los políticos se encierran en su cáscara y siguen proponiendo gente cuyos valores morales e intelectuales no son compartidos por la ciudadanía, hay un mecanismo que es voto en blanco: Banca vacía.
En cuanto al presidente, que lo limitábamos a una elección, podríamos pensar en asignarle una banca de senador vitalicio sin derecho a ocupar puestos que estén en la sucesión presidencial.
Podríamos aprovechar la presencia de este hombre que estuvo cuatro, seis u ocho años, depende lo que se legisle, a cargo del Poder Ejecutivo nacional, para que vuelque honestamente toda su experiencia en el Congreso y en beneficio de su país.
Las elecciones internas de los partidos
Hay otro tema fundamental que tampoco se le presta la atención que debe, que son las elecciones internas de los partidos. Se me ocurre muchas veces que la democracia es como un gran supermercado, donde reina la soberanía del consumidor, pero cuando vas a la góndola te encontráis con dos marcas de latitas para elegir. Y quién dijo que esas dos marcas, entre las cuales tenés que optar, pesando en la elección presidencial, son las mejores para conducir los destinos del país.
Todos sabemos que las elecciones internas son mucho más corporativas y mucho menos transparentes que las elecciones generales. Podemos hacer críticas a estas últimas, pero son millones de personas que votan, en un acto público, general, con una custodia, etc. Pero ¿qué pasa en las elecciones internas? Porque, en definitiva, lo que terminamos haciendo los ciudadanos en las elecciones generales es convalidar una opción de la cual a lo mejor no nos gusta ninguna, de igual modo que esas dos latitas que nos pusieron en la punta de la góndola.
Hay que trabajar mucho sobre las elecciones internas y en la preselección de candidatos, para que nos asegure que las personas que están en ese puesto son, no digo quizá en forma ideal las más aptas de todas, pero razonablemente aptas para ocupar esa función para la cual tenemos que optar.
La interna abierta, general, el mismo día, con prohibición de votar en más de un partido podría ser un approach a esto, pero creo que es un tema que hay que estudiarlo con mucha profundidad. Quizá también habría que hacer un re empadronamiento de todos los partidos políticos y verificar fehacientemente el número real de afiliados.
Finalmente otro tema muy delicado es el referido al Poder Judicial. La garantía última de una República es el Poder Judicial. La cuestión no está en las normas sino en la gente que las aplica. ¿Tenemos los jueces más probos e independientes para respaldar nuestras últimas garantías como miembros de un país democrático? En este punto cabría pensar la aplicación de algún tratamiento de shock en un momento tan grave de la Argentina. Y planteo un tema polémico: la viabilidad de constituir un Consejo de Magistratura ad hoc, especial para esta función de reemplazar a miembros del Poder Judicial, (fundamentalmente a la Suprema Corte y a los jueces federales). Podemos pensar en esta comisión ad hoc compuesta por veedores -por ejemplo- del Tribunal Internacional de La Haya, o de la OEA. Este es un tema delicado, muchos pueden pensar que es una pérdida de soberanía, pero atención, hoy la Argentina está en una situación tan grave, que tiene que importar credibilidad, tiene que importar confianza, tiene que importar instituciones.
Los aspectos informales de la reforma política
Vamos ahora a los aspectos espirituales o informales, que tecnocráticamente uno podría llamar de software, que tienen que ver con esta refundación de la República, de la cual la reforma política es una parte importante.
En primer lugar, la actitud de quienes sientan que tienen el mandato histórico de encabezar el liderazgo de esta etapa nueva de la República, de predicar valores y actuar desde arriba dando el ejemplo. En segundo lugar, el compromiso a no hacer discursos edulcorados sino propuestas sensatas y jugarse por su implementación.
¿Qué aspecto podemos destacar en los valores? La meritocracia, la promoción de la excelencia, tratar de que los mejores sean los que lleguen a los mejores puestos sin ningún tipo de envidia. Alentar la participación de los independientes, que hoy están azorados por lo que ven como esquema de la partidocracia. Decencia. Solidaridad. Eficacia. Promover ciertos valores que a veces no tienen tanto rating porque no se estudian en posgrados extranjeros, y alentar a que estos posgrados puedan sí contribuir a formarlos, lo mismo que las universidades.
Observando los acontecimientos como se suceden concluimos que para que esto se arregle hace falta una persona sensata, decidida y honesta que lo pueda aplicar. Sensatez, sentido común, normalidad, es justamente lo que se reclama. Y esto, además de aprenderlo en las universidades, se mama en la vida, trabajando.
Y a estos valores se suma también la necesidad de establecer una categoría de pensamiento no discursiva, un pensamiento para la acción que puede ser una feliz síntesis entre un pensamiento puramente teórico y, por el otro lado, la acción de aquel que puede concretar cosas en lo táctico pero que carece de visión estratégica.
Queremos apoyar liderazgos participativos y patrióticos.
Terminar con la viveza sin grandeza, con los salvadores imprescindibles, con los líderes carismáticos ególatras y excluyentes.
Que los nuevos líderes sepan que cumplen una función transitoria y lo que hacen es institucionalizar, para que después de ellos, con otras personas, el conjunto, el país, siga adelante.
Un misión compartida y predicar con el ejemplo
En este punto subrayaría un tema central. En un retiro que hice hace un tiempo, un sacerdote nos decía que la salvación como acto espiritual, como acto religioso, no es un acto individual.
Nos salvamos en racimo, nos salvamos en conjunto.
Creo que hoy también los argentinos no nos salvamos solos.
Nos salvamos trabajando en equipo, nos salvamos trabajando entre todos, aprendiendo a trabajar en equipo.
Y a esto último se agrega el predicar y dar el ejemplo con un sano y equilibrado patriotismo, que tiene también una cuota importante de renunciamiento.
En síntesis, si la decisión entre emigrar o participar no es emigrar, tratemos de impulsar estos valores con humildad de aspiraciones personales, pero con grandeza en los objetivos nacionales.
Así, de esta forma, creo que podremos refundar esta Argentina que hoy tanto nos duele.
Néstor Cruces – Fundación Novum Milenuim
Buenos Aires, 06 de Abril, 2002
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Y, el equipo que el ungido presidente Duhalde nos legó, HOY estatizará las AFJP en el Senado...
20 de Noviembre/2008
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
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