"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 3 de enero de 2009

No me parece

“No me parece” es el título con que el señor José Benegas bautizó a su blog:

¿A quién no le parece?

Pues a mí, claro. Mi nombre es José Benegas, me dedico al periodismo en la televisión argentina, radio y medios escritos. Soy abogado y Master en economía y ciencias políticas. Tengo 44 años y vivo en Buenos Aires padeciendo la política local como un ir y venir entre la mafia y la hipocresía (en este momento hemos conseguido conjugar ambas)
Contra eso escribo.

¿A favor de qué?

Pues de la idea de que la responsabilidad es individual, que la ética y la moral residen en la consciencia de personas en concreto y no de entelequias como “la sociedad”, “el gobierno”, “el país”.
El progreso humano depende de dejar actuar a la conciencia, la individual que es la única que existe, con libertad plena. El modo de supervivencia de la humanidad es la individuación y la multiplicación del sistema del ensayo y error.
En otras palabras, el hombre sobrevive por el pluralismo, no por la colmena.

Nadie puede ser convertido en medio para la vida, felicidad o provisión de otro.

Eso sí me parece...
...
Y ni bien comenzó el ‘2009, Benegas publicó una nota escrita en inglés sobre Las leyes sobre drogas, son inmorales, solicitando su traducción… y Luís nos favoreció...
Gracias a ambos

Traducción del artículo del Padre Marquis (por Luis)
Posted: 02 Jan 2009 06:10 AM CST
Gracias Luis por esta traducción. El artículo posteado más atrás se refiere a la cuestión moral de la prohibición de las drogas.

LAS LEYES SOBRE DROGAS SON INMORALES
Por RRPP John Clifton Marquis, S.T.
U.S Catholic, May 1990

El gobierno federal, los estados, condados y gobiernos municipales de EEUU se han pasado los últimos 50 años redactando y promulgando leyes antidrogas con severas y crecientes penas para los transgresores. Estas leyes son falsos dioses que prometen una salvación que no pueden conseguir. Todos los años demandan una mayor adoración a sus devotos, más tiempo, más fondos, más gente, más recursos. Y aún así, no importa cuán duras sean las sanciones (incluyendo a la misma pena de muerte), el negocio de proveer drogas solo se incrementa, ciertamente se robustece.
Esto es simple, hechos históricos.

Las leyes sobre drogas son una cuestión moral. Cincuenta años de legislación antidroga han producido exactamente el efecto opuesto de lo que esas leyes intentaban: las leyes han creado una tentadora y lucrativa estructura económica para la venta de drogas. Cuando la ley no promueve el bien común, sino su deterioro, la ley en si se transforma en algo malo y debe ser removida.
El innegable resultado de la legislación antidroga es ciertamente que las drogas serán muy, pero muy caras. El corolario de ese hecho es que la gente cometerá muchas y graves faltas para conseguir la plata que se necesita.
La cuestión moral aquí es hacer lo más que se pueda para darle a la comunidad el máximo control sobre la disponibilidad de drogas y su consiguiente uso. La sociedad no puede curar a todo alcohólico o drogadicto, ese es un hecho. Pero la comunidad puede crear condiciones para que la gente inocente no se convierta en víctima y en donde la atención de profesionales de la salud tenga mejores oportunidades (con más fondos y más gente disponible) para servir al proceso de cura de drogadictos.

El principio moral implícito aquí es muy viejo y muy seguro: elegir el menor de dos males.
El abuso de drogas es malo. Ese mal es evidente para la persona que se droga y todo allegado a ella. Pero el problema de la drogadicción es un problema que la iglesia y la sociedad pueden enfrentar y en muchos casos curarlo o controlarlo. En la práctica nuestras comunidades tienen las herramientas espirituales y psicológicas a la mano. Aún así la mayoría no cuenta con suficientes recursos humanos y económicos para utilizar estas herramientas para ayudar a la gente que desesperadamente las necesita.

Drogas y abuso son evidentemente problemas serios. Aún, una más entrometida y punzante enfermedad moral resulta de la presencia de la droga en los Estados Unidos, la codicia.
La codicia es un mal mucho más sutil que la inmadurez que lleva al abuso de sustancias. Como un cáncer produce males agregados tan destructivos como su raíz.
El pueblo de los Estados Unidos conoce por experiencia diaria los estragos que la droga produce en sus vidas. Este es el mal moral que debe eliminarse.

Soy plenamente consciente que para muchos millones de ciudadanos norteamericanos la sola mención de la completa legalización de la droga suena como una blasfemia. Por eso definí a las leyes antidrogas de EEUU como falsos dioses. Son el idolatrado Frankestein que funcionarios electos han creado. Hacen del comercio de drogas algo increíblemente lucrativo. Ni la acción de la policía, ni la interpelación a los zares de la droga perturbará a los señores de la droga. Como nación los Estados Unidos pueden detener y juzgar miles de proveedores.

Las autoridades de aplicación podrán encarcelarlos a todos a un costo desastroso para el público. Pero por el nivel de ganancias que las drogas ilegales producen, siempre habrá otros perdedores que tomen sus lugares. Los líderes continuarán.
Los líderes morales no tienen otra alternativa que elegir entre la auténtica moralidad que lleva al bien, y la moralidad cosmética que solo se parece al bien. ¡Adiós leyes antidroga!

Pero el trágico error de la moralidad cosmética, como otras formas de cosmética es que no produce cambio en lo sustancial.
Los partidarios de la moralidad cosmética prefieren parecer buenos que pagar el costo de hacer el bien. La auténtica moralidad sabe de sus limitaciones dentro de la condición humana y hace lo mejor que puede por el bien común.
Mucha gente está convencida que todo problema se resuelve con sólo un poco más de poder de fuego.

Al momento los Estados Unidos tiene ya el tercer nivel de encarcelamientos siendo superado por la Unión Soviética y Sudáfrica. La continua aplicación de leyes antidroga puede llevarnos al primer puesto. Los fondos necesarios para educación y salud se ven menguados por mantener reparticiones policiales y cárceles. Las libertades y procesos judiciales de EEUU están comprometidas por la creciente manía de ganar en una corte de un modo u otro. Los auténticos líderes morales no pueden darse el arrogante lujo del machismo, que se resiste a considerar no ganar. Ganar en el caso de abuso de drogas es encontrar el rumbo y los métodos que provoquen el máximo de salud y seguridad para toda la sociedad no teniendo un tratamiento peor que la enfermedad.

El hecho es que los Estados Unidos nunca tuvieron crimen organizado hasta la Prohibición. El ilegal (y por supuesto muy caro) alcohol creó un nuevo mercado con matones, ametralladoras, con lucha a muerte por ganancias. El porcentaje de ciudadanos de EEUU que bebían fuertemente de hecho se incrementó luego que el alcohol fue prohibido. Cuando el alcohol fue legal nuevamente, el entonces crimen organizado simplemente eligió el comercio de droga.

El argumento frecuente contra la legalización de las drogas (todas las drogas, a todos los niveles) es: “Eso hará creer a la gente, principalmente a los jóvenes que las drogas son buenas” La gente involucrada en la venta y consumo de drogas piensa hoy que son buenas. Obtienen dinero o placer tan altamente valorados por la cultura norteamericana. A esta altura lo que es imperativo para los dirigentes en los Estados Unidos es darse cuenta de qué entienden los jóvenes por bueno o malo. Dentro de su cultura (y su experiencia de lo que los adultos han estado haciendo por la última generación con la ley) ilegal simplemente significa “difícil de conseguir”, “fruto prohibido” ó “juguete de adultos”. La ley bien puede haber sido una maestra del bien y del mal para San Pablo y Santo Tomás de Aquino, pero difícilmente lo sea para la juventud norteamericana.
Otro popular argumento (y grueso des concepto) es que las drogas legales estarán muy disponibles. La realidad es que las escuelas primarias y las cárceles de EE.UU son dos de las zonas más calientes del comercio de drogas. ¿Cuánto más disponible puede tornarse la droga?

Legalizar todas las drogas en los Estados Unidos tendría un inmediato y dramático efecto; las haría baratas. En el mercado actual, un kilogramo de heroína ilegal o cocaína ilegal tiene un valor en la calle de varios millones de dólares. Un kilogramo de marihuana ilegal tiene un valor en la calle de aproximadamente un cuarto de millón de dólares. Un kilogramo de cocaína legal valdrá quizá unos doscientos dólares (*) y un kilogramo de marihuana tendrá el precio de un tabaco caro. Mientras las drogas sean ilegales lo obsceno del precio se mantendrá. Drogas legales no hacen barones de la droga. Las drogas legales erradican la razón de la violencia para control del mercado.

No hay duda que cierta gente abusará de las drogas legales: esto es lo que pasa con el alcohol legal. Es también un triste hecho humano que cierta gente sobria y razonable maneja autos temerariamente, se juega y pierde todo el dinero duramente ganado, usa del don del habla para desparramar difamaciones, calumnias y chismes, y continúa haciendo una gran variedad de cosas inapropiadas y pecaminosas. La naturaleza humana está después de todo, lastimada por la realidad del pecado. Pero hacer leyes no es nuevo, y nunca ha sido la fórmula mágica para el bien.
Los problemas, sufrimientos y dificultades que invariablemente resultarán de la legalización de la droga serán lejos, lejos menos numerosos y menos destructivos para la sociedad entera que el robo, soborno, violencia, crimen, grescas y autodegradación que son el pan de cada día en los Estados Unidos de hoy. Los ciudadanos de EE.UU deben tener la integridad y honestidad plena de admitir en lo claro de sus mentes que en este momento no están haciendo prevención a la adicción al crack o droga alguna. Los métodos vigentes no funcionan. La humildad, no la soberbia, ayudará a la sociedad a encontrar la mejor senda para alcanzar su meta que es el bien común.
La auténtica definición de humildad es la verdad.
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(*) N del T: Los precios aquí indicados llaman la atención por lo altos. En los hechos son cien veces menores todos ellos. Si donde dice 1 Kg se leyera 100 Kg los precios serían correctos y coinciden con la información que tengo.
Probablemente ello se deba a la ignorancia que tiene el norteamericano medio sobre el sistema métrico decimal. Esos precios no corresponden a un kg sino a un quintal métrico (100 kg)
El párrafo corregido sería: “En el mercado actual, un kilogramo de heroína ilegal o cocaína ilegal tiene un valor en la calle de varias decenas de miles de dólares. Un kilogramo de marihuana ilegal tiene un valor en la calle de aproximadamente dos mil quinientos dólares. Un kilogramo de cocaína legal valdrá quizá unos dos dólares…”

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