La decisión nacional de retirar los granaderos que custodian el templete y el museo Sanmartiniano en Yapeyú por la presencia del vicepresidente de la Nación Julio Cobos, raya lo inverosímil. La intolerancia de este gobierno, para quien fue su socio político no registra antecedentes en la política nacional.
Por Daniel Caram /corrienteshoy.com
La noticia la disparó CorrientesHoy.com y rápidamente cosechó rechazos de la sociedad correntina y la del país. Nuevamente una intransigencia del gobierno nacional enardece los ánimos del pueblo que lo votó y también del que no lo hizo, pero que supo respetar la voluntad popular. Hasta ahora.
Dirigentes de antaño y también historiadores no recuerdan un arbitrio de esta naturaleza, aunque reconocen que decisiones de este tipo son un tanto previsibles desde el último tramo de mandato de Néstor Kirchner y la sucesión de su esposa, Cristina Fernández. Pero por más predecibles que sean, nadie pensó, aún después de cortar la señal de transmisión de Canal 7 el acto de apertura del Festival de Cosquín porque Cobos también estaba presente, que podían llegar a tomar tal medida.
Porque retirar los granaderos que rinden culto y homenaje también a quien es considerado el padre de la Patria, por el simple hecho de recibir la visita de una persona “no grata” a su gobierno, es romper con todas las reglas de la convivencia democrática.
La obstinación de este gobierno para quienes piensan distinto y sobre todo lo hacen público, roza la idiotez. Pareciera ser que quien expresa sus diferencias, rápidamente sufre la condena Kirchnerista y la palabra censura, se asocia a un gobierno que se dice por demás democrático.
Corrientes hoy lo está viviendo en carne propia y comprende que la censura K ya no es contra los medios; es política y sobre todo social.
Por Daniel Caram /corrienteshoy.com
La noticia la disparó CorrientesHoy.com y rápidamente cosechó rechazos de la sociedad correntina y la del país. Nuevamente una intransigencia del gobierno nacional enardece los ánimos del pueblo que lo votó y también del que no lo hizo, pero que supo respetar la voluntad popular. Hasta ahora.
Dirigentes de antaño y también historiadores no recuerdan un arbitrio de esta naturaleza, aunque reconocen que decisiones de este tipo son un tanto previsibles desde el último tramo de mandato de Néstor Kirchner y la sucesión de su esposa, Cristina Fernández. Pero por más predecibles que sean, nadie pensó, aún después de cortar la señal de transmisión de Canal 7 el acto de apertura del Festival de Cosquín porque Cobos también estaba presente, que podían llegar a tomar tal medida.
Porque retirar los granaderos que rinden culto y homenaje también a quien es considerado el padre de la Patria, por el simple hecho de recibir la visita de una persona “no grata” a su gobierno, es romper con todas las reglas de la convivencia democrática.
La obstinación de este gobierno para quienes piensan distinto y sobre todo lo hacen público, roza la idiotez. Pareciera ser que quien expresa sus diferencias, rápidamente sufre la condena Kirchnerista y la palabra censura, se asocia a un gobierno que se dice por demás democrático.
Corrientes hoy lo está viviendo en carne propia y comprende que la censura K ya no es contra los medios; es política y sobre todo social.
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