"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 21 de abril de 2009

Barack Obama y yo éramos "impensables" hace una década...


ISABEL FERRER - Rotterdam - 21/04/2009

Ahmed Aboutaleb, alcalde socialdemócrata de Rotterdam desde hace 100 días, deja escapar una sonrisa cuando se le recuerda que su apodo más reciente es Aboutama, en honor del presidente de EE UU, Barack Obama. “Los dos tenemos raíces africanas y somos el producto de una emancipación impensable hace una década. Por lo demás, es un exceso que me comparen con el líder de una superpotencia cuyo papel es vital para el resto del mundo. Lo mío es a pequeña escala”. Después habla de la esperanza que le provoca Obama: “Aún no me ha decepcionado en nada”.

Aunque le cueste admitirlo, una esperanza similar es la fuerza que impulsa su trabajo, también de pionero. Porque Aboutaleb, de 47 años, es el primer regidor musulmán de una ciudad holandesa —y también europea— nacido y emigrado de Marruecos. Su elección ha marcado un hito en la historia de Holanda, y él, que domina su lengua de adopción, reconoce el riesgo de que su figura oscurezca su misión. “Parezco un proyecto en mí mismo: el proyecto Aboutaleb. Pero mi plan es mantener a flote Rotterdam y reducir las distancias entre sus casi 600.000 habitantes. Unir es lo más importante porque es la mejor forma de crecer”.

Su anterior cargo de secretario de Estado de Asuntos Sociales se nota en sus declaraciones.

“He recorrido la ciudad hasta en helicóptero. He comprobado que las diferencias evidentes entre los grupos sociales más y menos favorecidos convergen en un mismo ánimo: ambos tienen miedo. Los holandeses autóctonos, a perder su identidad al verse en minoría frente a los llegados de los nuevos países de la UE, y de más lejos. Los holandeses nuevos, inmigrantes de hace 20 o 25 años, a perder sus raíces de tanto esforzarse en la integración. Como alcalde, mi misión es acercarlos para reducir esa ansiedad”.

En la sala de juntas del Consistorio y rodeado de retratos de las reinas holandesas colgados a gran altura, sus palabras resumen la dura realidad ciudadana. Rotterdam es la urbe patria que más está sufriendo los efectos de la crisis, con una tasa de paro (8,5%) que dobla la media nacional, que afecta a unas 35.000 personas entre 15 y 64 años, lastradas por la falta de estudios.

El puerto de Rotterdam es el mayor de Europa y el segundo del mundo, después de Singapur, y ha atraído a gran número de trabajadores con escasa formación. “Muchos adolescentes abandonan la escuela sin un título de grado medio. Acaban por ahí, sin hacer nada. O bien delinquiendo y en las drogas”, asegura el alcalde.

La educación es una de sus prioridades en una ciudad con 120.000 habitantes de entre 16 y 21 años. Y con 175 nacionalidades y 60 credos distintos. De nuevo, Aboutaleb aplica la serenidad que exhibe en momentos críticos para echar mano de otra receta regeneradora. “No he observado islamofobia, pero sí hay tensión social. Hay que evitarlo. La ecuación ganadora sería lograr una sociedad estable y con confianza, que genere bienestar”.

Sólo cuando se menciona la polémica sobre su lealtad a Holanda, el aplomo da paso a cierta resignación. Todo es por su doble pasaporte, marroquí y holandés, que le ha valido la invitación de la derecha radical a abandonar el país. Su respuesta suena muy medida, a la vez que sincera. “No tiene que ver con el pasaporte. Mi elección como alcalde es un signo de confianza por parte de esta sociedad. Es reconocer que lo importante es lo que puedas hacer por el lugar del que te sientes parte”. Un pensamiento muy kennediano, otro de los presidentes de Estados Unidos al que Aboutaleb parafrasea tal vez sin notarlo.

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