"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

martes, 16 de junio de 2009

Los condicionamientos éticos de la libertad...

El escritor, ensayista y filósofo Armando Ribas, acaba de publicar su libro “Los condicionamientos éticos de la libertad”.
DIARIO LAS AMERICAS entrevistó al Dr. Ribas, autor de una veintena de libros de filosofía política y ciencias sociales y económicas. Es asimismo colaborador de este periódico.

Ribas atribuye el comienzo de la libertad en el mundo a la aceptación política de dos concepciones fundamentales que, no obstante parecer obvias, fueron históricamente ignoradas.
La primera es un pensamiento de John Locke cuando dijo que los monarcas también son hombres.
De aquí nació la necesidad de limitar el poder político, como también la división de poderes (debida a Locke, no a Montesquieu).
“Este principio es la aceptación de la falibilidad del hombre, que está implícita en el Evangelio cuando dice que el justo peca siete veces”, dice Ribas.
La segunda concepción fue la de David Hume, al decir que la naturaleza humana no cambia.
Por eso si queremos modificar los comportamientos, hay que cambiar las circunstancias.
Y por eso Hume distingue entre moral y justicia, refiriéndose a la justicia como un aprendizaje para regular el comportamiento de los hombres y no se perjudiquen los unos a los otros..
Y echa mano a una frase que ha chocado: "Que la razón es esclava de las pasiones"
Y, entre éstas, está el egoísmo, en función del cual la sociedad progresa.
“Si el egoísmo es una virtud, es por la virtud, si es un vicio, por el vicio”, acota también Ribas.

De lo anterior deriva el pensamiento de “la mano invisible” de Adam Smith, donde se reconoce fundamentalmente que el interés privado no es contrario al interés general, sino que el hombre, en busca de su propio interés, beneficia a los demás.
“Ese es el reconocimiento ético del interés particular, que da lugar al reconocimiento jurídico y político de los derechos individuales a la vida, a la libertad, la propiedad y a la busca de su propia felicidad”, dice Ribas.
Continúa diciendo que frente a esta concepción ética surgió la vertiente racionalista y romántica que fue la fuente de los totalitarismos que asolaron al mundo en el Siglo 20. Y que este pensamiento surge originalmente de Rousseau, cuando plantea que el interés particular es contrario al interés general, y que la sociedad elimina en su avance la virtud natural del hombre.

De ahí que el autor exprese que “el romanticismo político es la universalización racionalista de sentimientos particulares, que es concebir que por querer a sus hijos, el hombre ha de querer a la humanidad.
Y en la vertiente racionalista de Rousseau, contenida ya en el Contrato Social, se manifiesta con respecto a la naturaleza humana en contrario a lo que había dicho David Hume de que todo aquel que se crea capaz de constituir una nación, tiene la obligación de cambiar la naturaleza humana de un individuo solitario y absoluto, en parte de una estructura que le da su razón de ser”.

De este pensamiento, según Ribas, surge el concepto falaz de la “voluntad general” de la soberanía, que implica precisamente la justificación del poder político absoluto como representante del interés general y la consecuente violación de los derechos individuales.

Para Ribas Hegel llevó a Kant a sus últimas consecuencias a partir del antagonismo como determinante de la historia.
Y encontró en el estado la divina idea tal como se manifiesta sobre la Tierra.
“De ahí el proceso dialéctico y la guerra como razón de la historia de vencedor a través del antagonismo reconocido en la dialéctica.
Este proceso dialéctico fue adoptado por Marx para llegar a conclusiones supuestamente contrarias,pero que en la práctica daban resultados similares a través de sustituir al estado por la dictadura del proletariado, que eliminando la propiedad privada llegaríamos al fin de la historia, donde de "a cada cual de acuerdo con sus habilidades ´ pasaríamos" a cada cual de acuerdo con sus necesidades"
Y ésta –concluye a este respecto Ribas, es otra confusión vigente entre los llamados derechos humanos y los derechos individuales.
“De estas dos vertientes ético-filosóficas surgieron dos sistemas políticos de Occidente, de la primera: la libertad y, consecuentemente, el bienestar general y el progreso humano.
La segunda: el totalitarismo racionalista, la opresión y la pobreza”, sigue diciendo Ribas.

“Por ello considero una falacia hablar de la civilización occidental como una virtud política unívoca, cuando en Occidente surgieron las dos vertientes políticas de la libertad y el totalitarismo.
Y eso es lo que trato de explicar en mi libro”

Finalmente, creo que frente a la situación de hoy es preciso recordar las palabras de Jefferson al decir que “un despotismo electivo no fue por lo que luchamos"

Y hoy, lamentablemente, nos encontramos en la situación de que los demócratas pretenden en función de las mayorías, desconocer al individuo”

Ariel Remos-DIARIO LAS AMERICAS

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