Por Ari Paluch. Periodista
La vieja canción popularizada por Leo Dan en los ‘60 se preguntaba desde el estribillo: ‘Por que no charlamo un ratito’, eh? Lejos de los ‘60 y más cerca de los ‘70, los Kirchner igualmente tomaron nota.
Acostumbrados a hacer lo que querían y a hacer lo que los otros no querían que ellos hicieran, los ‘presidentes’ están en pleno aprendizaje de una nueva experiencia, la de dejar de hacer lo que se quiere y empezar a hacer lo que se puede.
Convengamos que a la mayoría de nosotros no nos gusta que nos digan lo que tenemos que hacer, o que es aquello que estamos haciendo mal y mucho menos que lo haga quien compite con nosotros.
Un análisis básico y reiterado por estas horas es que el Gobierno no siente al diálogo como algo necesario o natural, que este no forma parte del ADN ‘pingüino’, y que esta convocatoria es más una nueva estrategia dilatoria destinada a ganar tiempo, recuperar protagonismo y desgastar a la oposición que a propiciar políticas de Estado.
En el imaginario popular, Néstor Kirchner encarna a una especie de profesor Neurus que destina sus horas a pergeñar maldades con notable capacidad creativa y a su vez dañina.
En la vida cada uno de nosotros, y haber nacido en Santa Cruz, no nos exime de esta ley, hace las cosas en función del margen de maniobra que la situación nos permita.
Independientemente de la naturaleza no dialoguista de los ‘K’ y de los desbordes de furia de uno de ellos en particular, el Gobierno sabe que como decía Perón: “la única verdad es la realidad” y que la realidad de hoy esta más en lo que hacen y lo que tengan que hacer que en lo que digan que van a hacer.
Suena complejo y paradójico, si bien el tema es el diálogo, la oposición deberá estar más atenta a la dinámica de los hechos que al peso específico de las palabras. Esta sentencia se ve reforzada con una mirada retrospectiva a todo lo acaecido desde las seis de la tarde del 28-J en adelante.
Si revisamos lo sucedido, el Gobierno esa misma noche anunció que había ganado por seis puntos, al otro día Cristina hizo "magia algebraica" para explicar la supuesta victoria del frente para la idem e hilvanó posteriormente, frases célebres tan recordables como que "NO habría razones" para hacer cambios en el gabinete.
La sucesión de palabras vanas y hechos cambiantes continuó con la desmentida una y otra vez de modificaciones en el INDEC y un ‘final de fiesta’ con la Presidente ensayando una supuesta autocrítica y autocalificándose sin rubor de por medio, como una mujer de cuentas claras, concepto que quienes hayan visto su declaración patrimonial no compartirán. (Aumento del 158% durante 2007/2008 y del 600% desde Mayo 2003/09
Bastante cruel es para quien siempre tiene la razón y para quien siempre encuentra culpables en los otros, tener que ceder, y más grave aún tener que enfrentarse a la realidad de los hechos que a fuerza de ser desmentidos no dejan de ser tales.
Quienes dialogan con Cristina, en realidad escuchan un monólogo combinado de lucidez, lugares comunes, autojustificaciones y algún que otro argumento vano.
Uno de los visitantes a la Rosada, señaló con una mezcla de optimismo y cautela que el ministro había hecho ‘una tomada de nota’ de las inquietudes presentadas.
Tal vez faltó decirle que en el mediano plazo se sabrá si se trata de ‘una tomada de nota’ o de una ‘tomada de pelo’
La jugada del Gobierno parece bastante fácil de anticipar, modifica su perfil, se muestra más dócil, gana tiempo y cede en algunos puntos que no traicionen el dogma ‘K’.
"Ningunea cambios sustanciales" en el INDEC, resiste modificar la composición que necesita en el Consejo de la Magistratura y no entrega la policía a Macri. Como ‘compensación’ avanza en temas de menor envergadura y se ilusiona con llegar a la primavera con un nuevo armado político y con cierto resurgimiento económico.
Sin embargo, por primera vez en seis años las cosas no son como el matrimonio quisiera. En Balcarce 50 podrá seguir el diálogo, pero en agosto en el Parlamento puede agotarse el ‘chamuyo’ [1]
Tal parece ser la disyuntiva que una vez más el tiempo se encargará de aclarar: si el Gobierno realmente convocó al diálogo o simplemente llamó a la oposición para hacerle el ‘chamuyo’
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[1] Chamuyo: De chamullar - Verbo transitivo e intransitivo
1 Hablar o escribir con intención persuasiva, pero falazmente o sin argumentos sólidos.
2 Decir algo diferente de la verdad.
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 3 meses
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