Cerrado por vacaciones... (Pilar Rahola)

Queridos amigos. Este es el último artículo que publico de la temporada. Empiezo vacaciones hasta septiembre.
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Felices días.

Será por los paisajes que me acompañan estos días, tan preñados de su paso por esta tierra indómita. Será que Cadaqués tiene esa facultad de convertirlos en manteca, y crear, así, su propio tempus. Será que ya tengo un pie en el otro lado del espejo, allí donde los ritmos palpitan al propio ritmo, liberados de ataduras y sobresaltos.

O será solo porque he pensado en él, recordando las veces que lo atisbaba de adolescente, a hurtadillas de sus olivos en Port Lligat, siempre fascinada por esa mezcla de rauxa atramuntanada, y severa timidez. Será por todo, pero hoy los relojes de mi vida se derriten como si Salvador Dalí los hubiera pintado, y todo, súbitamente, se vuelve más lento, más denso.

¡El tiempo! Severa conquista, difícil hito, en estas vidas nuestras que galopan a lomos de caballos ciegos. ¿Hacia dónde vamos, corriendo tanto? Y ahí está la trampa, que incapaces de enfrentarnos a la respuesta –a su vacuidad–, decidimos no hacernos nunca la pregunta. Vivimos a ritmo de inercia, víctimas de las trampas que nos vamos fabricando, incapaces de saber que somos, en la mayoría de los casos, nuestros propios cazadores.

Es difícil parar. Es difícil abrir el cajón de los olvidos, y tirar en él todo lo que nos encadena, sin móviles, ni ordenadores, ni agendas abultadas, ni horarios, ni fútiles vanidades, desnudos de las muletas que, mejorándonos la vida, nos la encadena. Es difícil parar, porque el ritmo se ha convertido en el objetivo, y ahí está, confundiendo el continente con el contenido. Esta columna está de despedida veraniega. Agosto es mi mes robado, mi pequeña venganza al devenir enloquecido del año, mi tiempo conquistado. No pienso hacer mucho más que regar la palmera.

Unos libros que palpitan, inquietos, en la mesita de noche. Esa música que nunca tengo tiempo de escuchar tranquilamente. Esas conversaciones sin otro ton, que el son del parloteo inocente: ¡feliz intrascendencia!. Esos amigos que descuido, con cuidado afán. Ese colega del camino, querido compañero, que aspiro a mimar mucho más, de lo poco que lo mimo. Esos hijos, que llenan de luz los rincones oscuros del alma. Esos paisajes, que son los paisajes de las emociones compartidas...

Quizás las vacaciones solamente son eso, un ratito a la sombra, conjugando los verbos del vivir lentamente, sin miedo a agotarlos. Quizás sólo son un breve y bello poema, encastado por sorpresa en la prosa cotidiana. Estos días, como siempre por verano, releeré Quima Jaume. Su tiempo también pasaba en Cadaqués, y de ese tiempo, la poeta extrajo sutiles descripciones y bellas metáforas. No se me ocurre forma más bonita de desearles lindas vacaciones, que con sus propias palabras: L'estiu, el sol, l'amor són fugissers,/ perduren sols al fons de la memòria, reserva natural per no morir de fred.

Sean felices.


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Pilar Rahola
La Vanguardia. Barcelona.
31/07/2009