Niños y jóvenes en situación de "calle"... O, ¿adultos irresponsables?

Uno de los graves problemas sociales en nuestros días, en especial en Latinoamérica, es la situación de calle de niños y jóvenes - Entendiendo la situación de calle como el hábitat o el lugar propio de ellos.

La calle, la vía pública se ha convertido en la casa de esos niños y jóvenes, y también de muchos adultos, y sus vidas funcionan de esa manera.

Como todos los problemas de nuestra época, aparecen, duran, se quedan en la sociedad y al tiempo, se empiezan a buscar soluciones parciales o parches para revertir la situación, que nunca se revierte.

En primer lugar porque enfocar el problema de esta manera, es enfrentar a las consecuencias y no a las causas.

No es desde ahora que hay niños y jóvenes en situación de calle, si en verdad se ha agudizado y extendido alarmantemente la proyección.

Hay un circuito social que funciona inexorablemente y al cual las autoridades no le prestan atención, porque su cometido está en otro lugar.

La miseria y la injusticia engendran violencia.
La violencia es un cáncer social y por lo general termina contaminando a la parte más vulnerable de la sociedad, ya sea la de menos recursos, la de menor acceso al poder, o la que no comulga con la ideología de turno.

En nuestros países hay una división muy acentuada, entre los adictos y los que no lo son.

Adicto proviene de a – dicción, a como negativo, y dicción como palabra - es en realidad quienes no tienen palabras.
Sus palabras son las de otros, puestas y señaladas por otros.

Son los que hablan, sienten, piensas y actúan con la palabra, el sentimiento, el pensamiento y la acción, del cacique de turno, de la ideología de turno o del poder imperante.

En realidad han regalado su dignidad humana, se han adherido a un sistema impuesto desde afuera.

Y han perdido la capacidad de movilidad.
No pueden ni quieren cambiar.
Están muertos socialmente, operan como un electroencefalograma plano.
No tienen capacidad de discutir, de discernir, de opinar o de refutar.

El problema se agrava con los flagelos actuales, a la miseria y la desnutrición se suma el paco y la droga, lo que hace que un amplio sector de la población esté en situación de adicto.

Por eso el problema es la irresponsabilidad de los adultos, sobre todo de los padres, educadores, gobernantes, aquellos que no cumplen con su deber y crean un sistema que forzosamente lleva a que haya jóvenes y niños en situación de calle.

En primer lugar la función de padres y de educadores: Son los que deben generar en sus hijos y sus educandos valores, normas de conducta, ideales solidarios, pacíficos y bondadosos, y por sobre todas las cosas ser modelos, dar ejemplos, para que tengan donde reflejarse.

Y los funcionarios y gobernantes que deben usar los recursos públicos en obras verdaderas de bien social.

Se llenan la boca con los derechos y las obras sociales, pero en realidad sólo una ínfima parte que muchas veces no llega al 10% de los gastos presupuestarios, se emplea en dichas tareas.

También hay que considerar el cumplimiento de las leyes, sobre todo de los principios constitucionales.

Un pueblo es como viven sus ciudadanos...
Y, miremos como viven nuestros hermanos.

La reforma constitucional de 1994 en la Argentina, impuso una serie de nuevos derechos entre los cuales una exacta interpretación de sus artículos señala el derecho de todos los habitantes a una vivienda digna.

Obsérvese que hablamos de derecho.
Es decir que existe per se, por solo la condición humana, que no hay que ganárselo, sino que el Estado está obligado a darlo, como la educación.

No podemos decir, que los vagos trabajen para tener un hogar. Eso es hipocresía.
Si la vivienda digna es un derecho, lo poseo.
¡Otorguémoslo!, o cambiemos la Constitución.

Cuanto cambiaría la sociedad, y como desaparecería el problema de los niños y jóvenes en situación de calle si el Estado cumpliera con el mandato constitucional de dar a cada uno de los habitantes una vivienda digna, como es su deber.


Elías D. Galati - wolfie@speedy.com.ar