"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

lunes, 26 de octubre de 2009

La otra cara del Centenario...

En cuanto a los derechos de los trabajadores, este es un país mejor
La otra cara del Centenario
Pacho O´Donnell
Para LA NACION


Se nos ha impuesto que los tiempos del Centenario fueron los de la Argentina dorada, feliz y opulenta, que contrasta con los de las últimas décadas, grises y desorientados.

Es cierto que 1910 fue el lucimiento de una brillante generación de empresarios, políticos e intelectuales -no pocas veces esos rubros coincidieron en una misma persona- que tuvieron la perspicacia de comprender cuál era el rol que nuestro país podía desempeñar en el mundo de entonces. Supieron ofrecer aquellos productos agrícola-ganaderos que crecían en sus estancias y que las naciones rectoras de entonces compraron a precio de oro.

Pero ¿cómo era la situación de la clase obrera argentina, mientras aquella oligarquía culta y dispendiosa construía sus palacios franceses, agrandaba sus estancias y hacía de Europa su morada habitual?

De ello se ocupó Juan Bialet Massé, un médico y abogado catalán a quien el presidente Julio Argentino Roca y su ministro Joaquín V. González encargaron, el 30 de abril de 1904, la redacción del Informe sobre el estado de las clases obreras en el interior de la República Argentina.

Bialet Massé trabajó arduamente y el informe estuvo listo en pocos meses.
Es de lectura atrapante, porque evita la frialdad de lo objetivo y, en cambio, lo recorren ramalazos de sincera indignación.
Habría que ver, por ejemplo, si a Roca, el no hacía mucho conquistador del desierto, le gustó que el autor se refiriese a "los sufrimientos de esas pobres tribus indias [que son] hoy víctimas de su salvajismo, del que no se las puede hacer responsables, del abandono de su cultura, del desamparo de sus derechos y de la explotación inhumana de que son objeto"

El pulso tampoco le tiembla al autor cuando debe describir el desgarrador espectáculo de la explotación del hombre por el hombre:
< "Cuando en las cumbres del Famatina he visto al «apire» [minero], cargado con sesenta y más kilos deslizarse por las galerías de las minas corriendo riesgos de todo género, en una atmósfera de la mitad de la presión normal
< Cuando he visto en la ciudad de La Rioja al obrero, ganando sólo ochenta centavos, metido en la zanja estrecha de una cañería de aguas corrientes, aguantando en sus espaldas un calor de 57 grados a las dos de la tarde; cuando he visto a la lavandera de Goya lavar la docena de ropa a treinta centavos, bajo un sol abrasador
< Cuando he visto en todo el interior la explotación inicua del vale de proveeduría
< Cuando he visto en el Chaco explotar al indio como bestia que no cuesta dinero y cuando he podido comprobar, por mí mismo, los efectos de la ración insuficiente en la debilitación del sujeto y la degeneración de la raza, no han podido menos que acudir a mi mente aquellas leyes tan previsoras de todos estos y otros detalles que se han reproducido en cuanto se ha creído que faltaba el freno de la ley"

Por sus humanitarias propuestas legislativas, el doctor Bialet Massé es hoy considerado el pionero del derecho laboral argentino.

El fomento de la inmigración, sumado al desprecio de las clases pudientes por los sectores populares vernáculos, condenaba a éstos a la postergación en empleos y en salarios.
Contra ella reaccionó Bialet:
- "Por su fuerza muscular y por su inteligencia, revela una superioridad notable, y la experiencia del taller, del ferrocarril y de la agricultura demuestran que no es extraño ni refractario a ningún arte ni oficio, y que sus defectos y vicios provienen de causas que le son perfectamente extrañas, y cesan con la causa que los producen; atreviéndome a afirmar, desde luego, que sin gran trabajo se logrará una raza original y bien caracterizada, de un orden superior en la historia de la humanidad".

Recorrió las líneas férreas interrogando a jefes y trabajadores para concluir:
- "Las administraciones de ferrocarriles no tienen, no digo la noción científica de la psicofisiología del trabajo, pero ni siquiera de la cuestión social en sus términos más elementales y corrientes; no están en estado ni de discutir la cuestión más sencilla de las que, en todo el universo, están hoy sobre el tapete de la legislación obrera"

En cuanto a los mineros ejemplificaba:
- "La mina San Pedro es la más alta de las que se explotan en el mundo entero.
No hay ventilación y, en aquel hueco de aire viciado por las velas, por las respiraciones y los gases, trabajan los hombres con la barreta y el martillo, horas tras horas, violándose la ley y matándose la gente.
A los 40 años el minero está agotado y viejo.
El infierno no puede ser más que eso, porque nada hay más áspero, cortante, desigual y siempre negro"

Los peones:
- "El jornal corriente del peón es, en la ciudad, de 80 centavos sin comida, y estos se pagan en vales contra casas de negocios que, cuando más, les dan la mitad de su importe en dinero y la otra mitad en mercadería, cuando no lo obligan a tomar el todo de esta forma [?].
Trabajan de sol a sol; a las 2 horas PM no se podía dormir en la pieza: había una temperatura de 35º; en el sol la temperatura marcaba 46º, y a las 4 de la tarde, todavía el suelo marcaba 52º [?].
Aunque se dice que trabajan de sol a sol, es falso, porque se aprovecha la Luna, el alba, o después de puesto el Sol, para alargar la jornada"

Lo inicuo del maltrato le provoca una rabia que no disimula:
- "Hay algo que extrañará: es el cobro de dos centavos por el uso de las letrinas. ¡Y qué letrinas!
¡Se puede pagar cinco centavos por no usarlas!
Las fábricas de calzado, a falta de letrinas, cobran por usar sus pozos inmundos. ¡Qué extravagancias tiene la codicia!"

El asunto se agrava cuando se trata de mujeres:
- "No eran pocas las mujeres que cargaban con el sostén de la familia, con la rudeza de la vida; de aquí que acepten resignadas que se pague su trabajo de manera que sobrepasa la explotación y con tal de satisfacer las necesidades de los que ama, prescinde de las suyas hasta la desnudez y el hambre [...].

Otro oficio era la lavandera.
Estas son unas desgraciadas: flacas, enjutas, pobres hasta la miseria [?].
La mujer del artesano tucumano es la bestia de carga sobre la que pesa toda la familia".

A Bialet Massé tampoco se le escapa la inhumanidad del trabajo infantil:
- "Hay en las cigarrerías niños y niñas de 8 a 12 años [?]
Algunas estaban anémicas, pálidas, flacas, con todos los síntomas de la sobrefatiga y de la respiración incompleta".

En la cosecha, las cosas no mejoran mucho:
- "En Reconquista se deja sin paga a sus obreros por nueve meses hasta que se venda la cosecha.
El argumento del obrajero es éste: el obrero debe estar agradecido a quien soportaba todo tipo de incomodidades por darle trabajo; sin él, se morirían de hambre [?]
El ingenio forzaba a sus obreros a darle un crédito que no podían darle, sino del hambre de su estómago y de la desnudez de sus carnes"

El informe casi no fue tenido en cuenta y sus propuestas de una legislación protectora del trabajo obrero debieron esperar cuarenta años hasta el acceso del peronismo.

Bialet Massé lo presumía:
- "Yo bien sé que este informe me ha de valer acerbas críticas: "la verdad, la imparcialidad y la justicia siempre provocan"

Es decir que, gracias a las leyes sociales impulsadas y obtenidas a lo largo del siglo XX, la situación de la clase obrera en la Argentina es hoy mejor que la de cien años atrás, aunque queda mucho, muchísimo por hacer, sobre todo en la eliminación de la pobreza que tritura a varios millones de argentinas y argentinos.

Será todo lo que se haga en ese sentido la única forma de celebrar el Bicentenario.


Pacho O'Donnell es médico psiquiatra y escritor; fue senador y secretario de Cultura de la Nación

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