"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 21 de junio de 2020

El “banderazo” del 20 de junio y la encrucijada del kirchnerismo


Por Nacho

El banderazo marcó un punto sin retorno para el gobierno de los Fernández.
No solo por la masividad y los diferentes puntos de protesta.
También, por el contexto en el que se produjo.
Fue un acto de desobediencia masiva al “quédate en casa” y las amenazas de contagios y multas

Es imposible negar que la popularidad con que llegó al poder está en retroceso.
En primer lugar, por los testimonios de cuentapropistas, comerciantes, ruralistas y varios otros que reconocen haberlo votado por enojo con el anterior gobierno y admiten un peor presente
Por otro lado, porque si bien el intento de expropiación de Vicentín fue el motivador, se mantienen otros reclamos como la institucionalidad, el hastío por la corrupción y la impunidad y el manejo presidencialista que se acentúa con cada día que pasa

Y ahora se suma el cansancio por la cuarentena más larga del mundo y la sensación que pese a los sacrificios impuestos la curva nunca se aplana.
Y porque la crisis ya elevó en un millón el número de desempleados.
Se suman los motivos, crece el enojo

El presidente Alberto Fernández sufrió una doble derrota.
Por un lado a mano del juez Lorenzini que convirtió a sus interventores en veedores.
Y por el otro, el desprestigio de haberse presentado como capitán experimentado y naufragar en una expropiación que nunca terminó de justificar
Y esa suma de factores condujo a una desobediencia masiva que además aprovechó una fecha muy significativa para dividir la griete entre banderas argentinas y estandartes partidarios.
La derrota simbólica fue agudizada por la respuesta torpe al llamarlos “confundidos”

Es que en la lucha por imponer un nuevo orden basado en la obediencia de permanecer en casa despertaron una masa creciente que no solo contradice al presidente al salir, sino que además se burla de sus conocimientos constitucionales y de su confusión de fechas belgranianas

Y en ese escenario de desprestigio no hay ninguna multitud oficialista que contrapese a las marchas.
Todos los intentos argumentales para justificar a la expropiación fracasaron en los medios y las redes.
Y también las razones para sostener una cuarentena cada vez más ruinosa.

El gobierno perdió la pelea por la racionalidad.
Ni las amenazas de multas o contagios frenaron el banderazo.
Los “canhes” oficialista asustan cada día menos con sus presagios apocalípticos.
Se vio que la gente considera la institucionalidad más importante que cualquier advertencia

Y esa fue la mayor derrota del gobierno:
En su intento por imponer un nuevo modelo de ciudadano con libertad vigilada mientras moldeaba el estado a su antojo despertaron una fuerza para la que no tienen respuesta ni en las calles ni en las tribunas.

No tienen mayorías en las cámaras para hacer un cambio legal de fondo que habilite sus sueños húmedos de seguir en el poder.
Vienen las elecciones de 2021 y no pueden evitarlas.
Y las encuestas, las reales, dicen que el futuro electoral se les presenta no blanco, como diría Victoria Donda

Argentina no es Venezuela.
No hay un aparato político y militar para responder al descontento con tanquetas.
Ni una oposición que se ausente del parlamento en el momento clave.
Y, los más importante, conocemos el final del cuento.
Las promesas, no llegan limpias

Ahora Alberto Fernández está en una encrucijada.
Con la economía derrumbándose y en default, el panorama puede agravarse por la extensión de la cuarentena.
Y mientras tanto tendrá que atender los caprichos chavistas de su vice y el nene con sus amigotes detrás que piden más expropiaciones

Ahora, si Alberto Fernández decide dar otro paso atrás seguirá perdiendo poder sin un instrumento legal o represivo para contener el descontento.
Y debilitado, menos podrá resistir los caprichos de sus jefes para tomar medidas que seguirán destruyendo su figura y poder

Y todavía queda escuchar al viejo PJ que ya comienza a advertir que no quieren quedar pegados a un fracaso que se perfila bastante cercano.
Y los chicos revolucionarios de La Cámpora, piden profundizar lo que los gobernadores piden atenuar: la radicalización.

Tanta presión desde tantos flancos explica la torpeza del presidente en las decisiones y los discursos.
Y la paciencia se agota, pero no por cuestiones ideológicas:
Crece la cifra de desempleo y pobreza y se cae de la producción y recaudación.
La realidad es su verdadero enemigo

El banderazo es consecuencia de un rosario de decisiones desafortunadas, cuyos efectos se acentuaron por una pandemia tomada con improvisación y a destiempo.
Y puede llevar a Alberto Fernández a tener que tomar una decisión urgente.
La multitud en las calles es un factor que no puede ignorar

Quizás el problema sean los dos Fernández y sus necesidades contradictorias:
Las del gobierno y los deseos del clan Kirchner que parecieran ser el origen más profundo de todos los problemas.
El banderazo, en última instancia, fue originado en esa alianza y sus disparates

Alberto Fernández pierde autoridad y no por ello Cristina Kirchner la gana.
Por el contrario, genera más rechazo y aunque relevara a su designado no resolvería nada:
No tiene ni una milicia para frenar el descontento, menos aún presupuesto, ni número parlamentario para cambiar las reglas del juego

El banderazo desnudó la creciente debilidad de un gobierno y la existencia de una masa que es opositora sin liderazgo definido y eso la hace más peligrosa frente a un kirchnerismo acostumbrado a negociar y ofertar con dirigentes para terminar con cada foco de rebeldía

Mal momento para los que están en el poder.
Mucha gente enrarecida por muchos motivos, pero principalmente porque percibe un riesgo institucional.
Si se le agrega el hambre por la falta de respuestas económicas, se sumaría un número mayor de gente.

Alberto y Cristina Fernández deben decidir rápido que hacen.
Versalles está en riesgo y la calle movilizada.
No parece ser gente confundida.
Por el contrario, es en extremo diversa pero tiene una coherencia asombrosa dada por el temor a la perdida de sus libertades y un futuro económico desastroso

PS: el error más recurrente de los gobiernos argentinos fue no oír a la calle y concentrarse en las intrigas palaciegas y los planes políticos personales.

El destino de los presidentes argentinos suelen definirse más por su sordera que por la belleza de sus discursos

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