"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

sábado, 14 de noviembre de 2009

Creer que se cree...

http://apgargentina.blogspot.com/

Por Mara Martinoli

Si tus hijos no comieran, si la salud no fuera contemplada, si no tuvieras acceso a la mínima instrucción y tu vida dependiera de dádivas, promesas o propuestas que no llegaran en los tiempos de tus necesidades, si no hubieses tenido la oportunidad, la fortuna, de elegir libremente (porque no te enseñaron) y te llegara la posibilidad de manifestarte hacia el daño encarnado, es probable que te encamines detrás del ofrecimiento.

¿Cómo podrías ante tanta indiferencia, saber si la elección provocará un daño mayor?

Porque el peso, es probable que quiebre tu espalda y, sin saberlo, serás un número más dentro de algún grupo sectario que aproveche tu necesidad de no ser rechazado, de ubicarte en un aparente escenario contrario, para oponerte a quien te sometió.

Esta elección no es libre; es la salida que, paradójicamente, no garantiza una llegada; lejos de toda existencia, continuará la subsistencia.
Entonces la persona comenzará a creer que su dignidad no será profanada ni ultrajada; una creencia deshecha, reducida y resignada a la credulidad; un logro más de la miseria despiadada que somete el sufrimiento del otro.

Atacada por todos los flancos, cuanto pareciera contrastar con la pérdida de autonomía, atacará su cualidad humana.
En muchas ocasiones, la mirada desesperanzada, no tiene otra opción.

Estas “situaciones faciltadoras” satisfacen las necesidades del sadismo sectario.

Tradiciones, conocimiento, inconciente colectivo, moral, leyes, capacidades, la cultura (que existe por sí misma) incluyen la “creencia, están íntimamente, no puede prescindirse de ella, porque permite saborear la vida, colabora para disipar las dudas, es realización; no es esfuerzo, no requiere de la inconsistencia, no incluye instructivos de sumisión.
Por el contrario, libera, satisface, alimenta.

Creer en convicción y con conciencia, es defender los derechos, es observar los estratos sociales menos afortunados, es liberación de toda opresión.
Pero para llegar al espíritu, primero hay que llegar a las necesidades más insatisfechas; sólo entonces una persona podrá creer que cree.

Revaloricemos la apuesta, interpretando los desafíos del mundo de las dependencias como protagonistas de una red de diálogo entre la necesidad (dramática urgencia social) y su respuesta...
"Ésta “red” aún es una necesidad social insatisfecha.

Continuamente desafiados por el espectáculo del infinito dolor del mundo y de la percepción de la inexorable finitud de todo aquello que existe, no hemos podido dejar de interrogarnos…

¿Hay vías de acceso a la profundidad del Misterio? – Bruno Forte

Mara Martinoli

Ver también: Necesidad Básica Insatisfecha *
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* Necesidad básica insatisfecha

Si la más elevada necesidad del hombre se vive como una necesidad básica insatisfecha (NBI), ésta lo lleva a una incesante búsqueda, la que, por su condición persistente encuentra puerto frente al mejor postor.
Tanta desilusión previa lo une a falsas promesas, que por ser falsas lo conducen a la no-dicción, al ocultamiento del sufrimiento en el vacío (su vacío), a la adicción social a un grupo; porque en definitiva, la incomprensión del mundo y su indiferencia son más dolorosas que, la inclusión en un espacio donde puede compartir otras no-dicciones desplazadas en un lenguaje único e identificador del grupo; el lugar de un mensaje compartido desde cuanto no se comparte.

Tal vez allí podrá fantasear una compensación.

En el silencio podemos encontrar nuestras propias miserias, que indefectiblemente compararnos con la omnipotencia que actualmente pareciera caracterizarnos como hombres y mujeres.

Las tristezas y las angustias del hombre actual, sobre todo de aquellos que sufren, permiten la aparición de muchos “maestros” que, con poco para ofrecer (y mucho que pedir), logran canalizar a través de una oferta de unión una especie de “paz armada”

Si desoímos la necesidad de esperanza, cuando un sujeto debe elegir entre una sonrisa amarga y una sonrisa aparentemente contenedora dentro de un grupo, seguramente optará por esta última; consciente o inconscientemente, por sentirse defraudado nuevamente, por agudizar su profunda necesidad o simplemente atento a una posible respuesta, porque reconoce su NBI.

En otras palabras, cuanto previamente observó a su alrededor es más no-dicción desde otra perspectiva, una forma de delegar en esos otros nuestra propia responsabilidad.

Sabemos que si los conflictos permanecen sin respuesta, sin resolución espontánea o programada
pueden perpetuarse, agravar la insatisfacción de necesidades y como consecuencia, deteriorar la calidad de vida.

Si bien las necesidades cambian constantemente y varían de una cultura a otra, o son diferentes en cada periodo histórico; la búsqueda de la esencia trasciende estas consideraciones.

El individuo tiene una “necesidad de”, la siente e independientemente de ser consciente de ella, es una necesidad universal, que si bien puede no expresarse directamente, siempre puede sentirse.

Natural y radicalmente necesitamos encontrarnos con nuestra esencia y ante la primera posibilidad del afuera que pareciera brindar un alivio a esa realidad, el individuo se arroja sin temores; se arroja “aliviado” porque allí encontrará otras miserias también desorientadas. Cuando en realidad, la desilusión y el desencanto debieran llevarnos a una apertura psicológica hacia quienes nos rodean.

Hoy más que nunca el hombre tiende a pensarse sólo porque no se siente constructor o integrante de su ámbito social; por esto la “creencia” podría ser el referente que lo identifica para constituir su lugar en el mundo.

Estas necesidades básicas insatisfechas van mucho más allá de la dicotomía “creer o no creer”; más bien la dicotomía se presenta como: “me escuchan o no me escuchan”, “me contienen o me abandonan”

El sufrimiento ajeno también es nuestro y en esto la no-dicción nos identifica al acostumbrarnos a observar realidades que podemos cambiar; si lo asumimos evitaremos una sociedad abierta a las adicciones grupales.
Si las reglas se centraran en la promoción de las más profundas necesidades humanas, éstas jamás se subordinarían a una lógica de eficiencia, productividad o mayor rentabilidad, porque aquella necesidad (básica que debe ser satisfecha) es un sello de nuestra propia esencia, la única realidad verdadera.

“Las necesidades revelan de la manera más apremiante el ser de las personas, haciéndose palpable a través de éstas en su doble condición existencial: como carencia y como potencialidad” (Cecilia Moise, Prevención y Psicoanálisis)

La calidad de vida dependerá de la inclusión y reconocimiento de estas necesidades.

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