* Cartas al país
Aquella mañana entré a la ducha como todos los días, y cantando dejé que el agua y la espuma fragante acariciaran mi piel.
Salí de aquélla delicia envuelta en mi afelpado toallón, y como siempre enfrenté al espejo para decirme “¡buen día!” con una sonrisa, sí, esa que me asegura que estoy viva.
La sonrisa se volvió ternura y emoción: el espejo me reflejaba mi primera arruga.
La enorme emoción y alegría me hicieron pensar: ¡llegué!
Sí, había llegado a la estación del pensamiento maduro, al reconocimiento interior de los años que había pasado viviendo lo que cada día me ofrecía la vida, de bueno y de malo.
Todo eso era vida.
Todo eso era el “no durar”
Todo era honrar las oportunidades, trabajos, estudios, viajes, lecturas, amigos, amores, muertes de seres queridos, llegada a títulos, pañales, aeropuertos, estaciones... Detrás de aquella primera arruga amiga llegaron muchas más.
Para aprender los tiempos y sus noblezas, el instante (dulce o amargo), todo es aprender y esto es lo maravilloso que me hace ser humano, amando la coherencia y la verdad. Y es ésta, la que cada una de mis arrugas me muestra cada día.
Como una noble maestra: llegué, estoy viva, aprendí y sigo en eso, hasta el último suspiro.
Perdone, señor tango: “la vida no es una herida absurda”
La vida son mis arrugas, las que me dicen que no pasé por pasar, porque aprendí y para eso venimos a ella, ése es su sentido: "aprender"
María Teresa Cícero
maritecicero@hotmail.com
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 3 meses
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