Las barreras para arancelarias que Guillermo Moreno le coloca a los productos de Brasil será el tema central en la cumbre bilateral en Brasilia.
La presidenta no tiene propuestas concretas para solucionar el tema de fondo del conflicto con el mayor socio del Mercosur y los empresarios apuntan a la cónsul de San Pablo.
Los exportadores ya pierden unos U$S 300.000 diarios.
Por F.V.
Un solo tema de fondo es lo que se tratará en la cumbre de Cristina Kirchner y Luiz Inacio Lula da Silva en Brasil el miércoles, las barreras para arancelarias con que ambos países se están disparando mutuamente desde principio de año y que llegó a su momento más tenso a fines de octubre cuando el país vecino dejó varados unos 500 camiones de productos argentinos pudriéndose en la frontera que une Paso de los Libres con Uruguayana.
A ese único tema, la mandataria argentina no tendrá respuestas para ofrecer.
Ni a Lula ni a los empresarios.
Estos últimos, creen que la falta de soluciones del Gobierno se debe a la falta de creatividad de la cónsul de San Pablo, Teresita González Díaz, una diplomática que responde al canciller Jorge Taiana.
Esta funcionaria no resuelve ni siquiera las cuestiones operativas para que a los exportadores no se les pudra la mercadería.
“Si bien ya no hay camiones frenados en la frontera, sí continúa las demoras en la entrega de licencias no automáticas brasileras para productos alimenticios argentinos que perecen”, señalaron a La Política Online desde la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI) que representa a exportadores de Río Negro y Neuquén.
Y calcularon que las empresas exportadoras ya “pierden unos U$S 300.000 diarios”
Al finalizar la reunión, ambos presidentes se darán la mano para la foto y con una sonrisa anunciarán –para la tele- que gracias a las nuevas negociaciones, Argentina podrá exportar la vacuna contra la fiebre aftosa a Brasil y, a cambio, les abrirá las importaciones a los muebles de madera del país vecino.
Pero detrás de esas sonrisas y abrazos, saben que el conflicto de fondo, no estará resuelto.
Tan consciente de ello es, al menos Cristina Kirchner, que según fuentes gubernamentales, la presidenta no tenía ganas de ir a la postergada cumbre.
EL CONFLICTO
A fines de 2008, en medio de la crisis económica-financiera, la devaluación del real trajo grandes desventajas a la competitividad de las empresas argentinas y a la balanza comercial que el Gobierno de Cristina tenía con el de Lula.
Ante esta situación y con los constantes reclamos y presiones del empresariado argentino en la oreja, el Gobierno dejó en manos del secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Pese a que no es estrictamente su competencia, el polifuncionario kirchnerista, se metió de lleno en las relaciones bilaterales y estableció licencias no automáticas para el ingreso de calzados, textiles y electrodomésticos de la denominada “línea blanca” como heladeras y lavarropas desde Brasil.
O sea, a partir de ese momento las compañías que quieran vender sus productos en el país se requieren una autorización previa para poder hacerlo.
Según el gobierno de Lula, Argentina no cumple con el tope que establece la OMC de 60días máximo para otorgar estas licencias.
Y desde principio de año se lo hace saber a la cancillería de Jorge Taiana.
Pero el kirchnerismo hace oídos sordos y mete presión.
A mediados de año, Moreno les exigió a las empresas argentinas que compran productos en el exterior que importen por el mismo valor de lo que exportan.
De esta manera mantendrán las balanzas equilibradas.
Pero el conflicto con Brasil se acentúa.
Ante las constantes embestidas del secretario de Comercio Interior y la falta de respuestas y sólo las respuestas diplomáticas de Taiana, Brasil optó a fines de octubre devolverle el gesto a la Argentina con la misma moneda.
Estableció licencias no automáticas para productos alimentarios que ingresan de Argentina a su país.
Sin previo aviso, la tensión llegó el 27 de octubre cuando unos 500 camiones quedaron varados en la frontera entre la ciudad correntina de Paso de los Libres y la brasileña Uruguayana.
Con una reunión entre el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Alfredo Chiaradia y el embajador de Brasil, Mauro Vieira, mediante, se liberó la frontera, pero no las licencias y hoy los exportadores argentinos deben aguardar los tiempos del gobierno de Lula para vender frutas, vinos, aceites de oliva, ajos y harinas.
El problema es que en esa espera, los productos perecederos se pudren.
Esta escalada de medidas para arancelarias entre Argentina y Brasil se convirtió desde el mes pasado en el tema central de la cumbre del miércoles.
Sin propuestas para destrabarlo, Cristina sugestivamente postergó la reunión con su par brasileño por “cuestión de agenda”.
Pero el tiempo pasa y, al igual que entonces, la presidenta sigue sin tener una respuesta para darle.
...
Ni a Lula, ni a los empresarios.
Fuente: La Política On Line
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Hace 5 semanas
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