Diario de Buenos Aires
Robert Mur
Corresponsal La Vanguardia.es
Ex guerrillero tupamaro.
Este es el calificativo más repetido por los medios para referirse al futuro presidente de Uruguay, si es que una hecatombe no lo evita en los comicios de mañana.
Efectivamente, José Pepe Mujica fue uno de los líderes del grupo guerrillero Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, que alzó las armas durante los años anteriores a la dictadura uruguaya (1973-1985).
Sin embargo, a diferencia de otros grupos revolucionarios inspirados en el modelo cubano, Tupamaros no siguió atentando durante la dictadura, por un sencillo motivo: todos sus dirigentes permanecían como rehenes de los militares.
Eran nueve. No estaban en la cárcel, ni habían sido juzgados.
Se convirtieron en "los rehenes", término empleado en Uruguay para referirse a ellos.
Los medios también reiteran que Mujica pasó casi quince años en prisión, sumando sus cuatro detenciones, pero, de estos, estuvo estrictamente once años, seis meses y siete días en un interminable viaje por varios cuarteles militares, y no precisamente en una celda.
Los nueve dirigentes habían sido detenidos en 1972 y por eso estaban en prisión al producirse el golpe de estado al año siguiente.
En 1973, los militares deciden dividirlos en grupos de tres y trasladarlos secretamente a cuarteles militares, donde son permanentemente vigilados, sometidos a vejaciones y mantenidos en calabozos y pozos insalubres, en condiciones infrahumanas.
El mensaje de los militares era que si los militantes tupamaros cometían algún atentado, matarían a los rehenes.
El escritor y responsable de Cultura del Ayuntamiento de Montevideo, Mauricio Rosencof, fue uno de los rehenes y compartió "viaje" con Mujica y el senador del Frente Amplio, Eleuterio Fernández Huidobro.
- "Nos tenían bajo tierra, a media ración, sin agua y muchas veces acabamos reciclando nuestros propios orines", explica Rosencof a La Vanguardia.
- "Permanecíamos separados del mundo, de los compañeros y no podíamos hablar", continúa, ya que los militares consideraban que "teníamos un gran poder de persuasión dialéctica sobre nuestros centinelas".
Los tres prisioneros estaban en calabozos contiguos.
- "Reinventamos el morse, nos comunicábamos a golpes de nudillo", dice Rosencof.
"Ya que no podían matarnos, decidieron volvernos locos", explica el ex rehén, que junto a Huidobro publicó Memorias del calabozo (Banda oriental, 2005), donde rememoran el cautiverio.
De los nueve, dos enloquecieron transitoriamente y otro, Adolfo Wasem, murió de cáncer meses antes de que todos quedaran en libertad, amnistiados, tras el regreso de la democracia en 1985.
El año anterior, los militares habían devuelto a los rehenes a una prisión.
- "Teníamos la sensación de que habíamos llegado al Sheraton", dice Rosencof.
"Allí nos ponían los platos llenos para engordarnos y que al salir tuviéramos buen aspecto", explica.
Además de Rosencof, Huidobro, Wasem y Mujica, también fueron rehenes Julio Marenales, Henry Engler, Jorge Manera, Jorge Zabalza y Raúl Sendic, este último fallecido en 1989.
El episodio de los rehenes siempre está rodeado de un aire mitológico, por las extremas condiciones sufridas durante el cautiverio.
Mujica nunca habla en público de ese periodo.
Boletín Info-RIES nº 1102
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Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
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