Por Mara Martinoli
La facultad del lenguaje está inscrita en nuestro código genético; como si trajéramos en nosotros la palabra no dicha, un lenguaje que sin ser formal aún, es lenguaje; un lenguaje que nos precede, una palabra anterior a toda palabra, anterior a la conciencia para aplicarla.
La palabra también oculta; aun así adoptamos palabras creyendo que ellas mismas actuarán milagrosamente cambiando nuestras vidas.
Por otro lado perdemos nuestro silencio y sin silencio perdemos también la capacidad de escuchar que en realidad aquellas son palabras de enemistad, palabras que disgregan, palabras que con el tiempo, nos esclavizarán.
Y el silencio no es sólo ausencia de coloquio, es la inmersión en la Verdad.
Algunas palabras nos endulzan con la posibilidad de endiosarnos y endiosar a otros; tan ambiguas, tan carentes de sentido que llevan a nuestra voluntad a ansiar escucharlas cada vez más.
Y al igual que una PC, o un reproductor, esas palabras se repiten en y desde nosotros
Todo parece perfectamente ordenado para impedir el silencio que permitiría conocer cómo debiéramos volver a utilizarlas.
Si le dejáramos un lugar, podríamos estar atentos al verdadero lenguaje, desechando imponentes interpretaciones corales y orquestales; tan imponentes que no somos capaces de analizarlas, porque sus mensajes no se pueden descifrar.
Y como el hombre debe jactarse de sabiduría y estar actualizado, observamos esos fuertes y ruidosos mensajes de majestuosa impronta, como la mejor interpretación, y la adoptamos.
Ese sonar nos hace ver que, alrededor todo está mudo, que la única melodía es esa, porque la música que debimos escuchar, nunca la dejamos sonar.
Entonces no sabremos interpretar la puesta en escena simultánea de más de quinientos músicos, porque nadie enseñó a interpretar la más simple de las partituras: la comunicación humana.
Paradójicamente somos sordos ante palabras que, por nuestra ambivalencia no podemos (o no queremos) escuchar; mudos cuando debiéramos dialogar.
La palabra es comunicación, es convivencia, es revelación, es Amor.
Quizás perdimos la capacidad de expresar con la palabra y el necesario silencio anterior a ésta (que dejó de ser silencio para transformarse en ausencia), permaneciendo en el vacío de las palabras y en palabras vacías.
“Una simple palabra de tu boca contiene un mundo de sabiduría, sin embargo parece locura para quienes se confían a las facultades naturales.
Tu silencio es suave, tu habla oportuna; tu oración secreta, la conciencia de cuanto vales”… (Anónimo inglés)
Boletín Info-RIES nº 1102
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*Ya pueden disponer del último boletín de la **Red Iberoamericana de
Estudio de las Sectas (RIES), Info-RIES**. En este caso les ofrecemos un
monográfico ...
Hace 3 meses
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