"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 7 de marzo de 2010

La Huella mnémica

Sin abusos desmedidos, porque sino la memoria se convierte en un rulemán que gira permanentemente sobre el mismo objeto, impide el futuro, impide que se crezca y termina impidiendo la vida.

El término “huella” tiene varias acepciones, todas muy semejantes, pero en relación a la memoria de los organismos es el estado alterado del tejido conductivo postulado como producto del aprendizaje y la base física de la memoria

Es la Mneme la base o principio de la memoria y el hábito, y Semon lo usa para designar la existencia general en la naturaleza del proceso de grabar o registrar el pasado, es decir lo Mnémico.

Memoria, es un termino genérico usado para denotar experiencias, funciones o movimientos condicionados por experiencias, funciones o movimientos anteriores del organismo.
La memoria puede consistir en recuerdo de experiencias condicionadas por otras anteriores aunque no referidas específicamente a estas; en experiencia actual condicionada y en un proceso de reacción a la repetición parcial de una situación estímulo anterior.

Existe una memoria mecánica en la cual el material original es retenido o recitado sin que se exija atención a su significado, y una memoria lógica en la que el material es siempre significativo.

La Mneme, es recuerdo, remembranza o reminiscencia

En psicología se conoce la Curva de la memoria, representación grafica de las cantidades relativas de material memorizado que pueden recordarse o que se olvidan tras diversos lapsos.
Y la imagen de la memoria, que es la reavivación de una experiencia anterior en ausencia de los estímulos adecuados.
La memoria ocupa un lugar en la psiquis, junto con otras experiencias, sentimientos y funciones.

Como en todos los aspectos de la vida, la coordinación de varios aspectos requiere de un equilibrio.
Decía Platón que el equilibro es lo ético.
Las cosas son buenas y éticas cuando están equilibradas.
Los excesos conducen generalmente a perversiones.

Hay un precioso cuento de Borges: "Funes el memorioso", en el cual el personaje era capaz de recordar cada instante y cada momento.
Pero se lamentaba diciendo “mi memoria señor es como un vaciadero de basura, puedo recordar un día entero con cada instante de él, pero recordarlo me lleva otro día entero”

Si la memoria ocupa un lugar excesivo o excluyente en la psiquis del hombre, no habrá lugar para otras funciones, no habrá creación, ni proyección al futuro, ni movilidad psíquica.
Es posible que también ocupe el lugar de los sentimientos y apetitos, y estos tiendan a desaparecer.

Un mundo sólo de memoria y sin proyección sería lamentable.

La naturaleza nos da un ejemplo paradigmático de la función de la memoria.
Cuando una infección ataca al organismo, los sistemas inmunes, en especial los glóbulos blancos, se defienden generando leucocitos específicos por millones, y si se vence a la infección, guarda células de memoria para cuando vuelva la misma infección ya estén advertidos y no dejen que entre en dicho organismo.

Por eso se dice que si alguien ya tuvo una infección está inmunizado y es muy difícil que se repita. Porque las células de memoria están atentas y atacan a la primera comprobación de entrada de dicha infección.

Ese es el papel elemental de la memoria, estar atentos para que no se repita, proveer de inmediato a las medidas necesarias en caso de pretender otra vez ser atacados. En equilibrio con el resto de las funciones psíquicas.

Sin abusos desmedidos, porque sino la memoria se convierte en un rulemán que gira permanentemente sobre el mismo objeto, impide el futuro, impide que se crezca y termina impidiendo la vida.
Y como consecuencia ocupa espacios que corresponden a la imaginación, a la sensibilidad, a los afectos, a la creación, a la bondad y al amor.

Es mucho lo que está en juego, y es mucho lo que se pierde.
Y no es la huella mnémica, es el uso que le da el hombre a dicha huella, a veces por rencor o incapacidad, muchas veces por mediocridad y otras porque no tiene imaginación ni sensibilidad, ni afectos, ni creación, ni bondad y amor, o simplemente porque no quiere.

Construyamos nuestra psiquis con un conteo de valores adecuados, donde cada uno de sus elementos ocupe el lugar que le corresponde, sin desmedro de los otros.

Elías D. Galati
wolfie@speedy.com.ar

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