"De Argentina para el mundo..."



Caricatura de Alfredo Sabat

domingo, 14 de marzo de 2010

La Presidente y su apologista...

Ya es común que nuestra presidente tome el micrófono. Le encanta.
Le agrada más que gobernar, pero menos que confrontar y agredir; a veces a humillar. Disfruta de ello.

Se le nota en los gestos, en sus ojos.
Habla, también para ella; se escucha, y al hacerlo debe insuflarse.
No importa que las palabras sean correctas.
No importa que generalice abstractamente cuando desde su nivel de responsabilidad debería identificar y obrar para corregir los presuntos hechos de corrupción que graciosamente denuncia.

Cree que su libertad es mayor a la de los demás.
...
Nada puede detenerla; ni el sentido común, ni la prudencia, ni el congreso, ni la justicia.
¡Espejito, espejito!; pregunta mientras se mira: ¿No es cierto que yo puedo hacer lo que quiera sin rendirle cuentas más que a Néstor?...
Antes de terminar su pregunta, ve en el espejo un gesto de aprobación; entonces gira sobre sí misma y prosigue incansable con látigos verbales a los que piensan diferente, a los que son diferentes.

Del helicóptero a la Rosada; de la Rosada al helicóptero; del avión al Calafate.
Ese es su país real.
Nosotros, los de tierra, estamos en el país virtual.
Aún no nos hemos dado cuenta de la diferencia entre lo real o virtual a pesar de sus esfuerzos pedagógicos y de la persistencia de los datos del INDEC.
Somos poco inteligentes, tal vez brutos; por eso no advertimos las bondades de vivir en el país real que el gobierno nos ofrece y en el que este vive.

Habla, y tiene apologistas que raudamente salen a sostener y aplaudir sus dichos.

Uno de ellos es la diputada Diana Conti, de un raro perfil ambivalente.
Ella afirmó al periodista José “Pepe” Eliaschev en el programa “Le doy mi palabra”, del martes 2 de febrero de 2.010) que es stalinista.
Mientras se ufana por ello, a pesar de que ese fue el más grande asesino de la historia, se dice defensora de los derechos humanos.
¿Será esto lo que se define como incoherencia?

Diana Conti defendió a la presidente por su respuesta al mensaje de la Corte.
Para ello, en el programa “A dos voces” del día 10 de marzo hizo una crítica a la justicia en general, a nuestra constitución en particular diciendo entre otras cosas que fue hecha para blancos. Que es “una constitución blanca”
...Tal vez no haya leído el preámbulo…

”Para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino”

La libertad, en los países civilizados, no es para que cada uno haga lo que quiera. Los ciudadanos pueden elegir hacer lo que se debe.
Un individuo puede elegir retirarse de un lugar determinado, pero no puede, para ello irse en auto de contramano o subirse a la vereda.

Tampoco puede decir lo que se le da la gana, si para satisfacer sus ganas ofende, humilla, denuesta a otras personas o instituciones.
A mayor jerarquía, mayor nivel de responsabilidad y urbanidad.

La diputada hizo raras disquisiciones acerca de la democracia y de la libertad que esta encierra. En el uso de estas libertades, se puede decir lo que se quiera. No juzguen a la presidente, porque “se las juega”, según su decir.

La democracia en general no es más que un conjunto de reglas básicas que establece quién está autorizado a tomar las decisiones y los procedimientos que deben utilizarse.
Los K, en pos de pretendidos aciertos, han vulnerado las normas, los procedimientos, en forma permanente.
¡La transgresión es su estilo!

Un gobierno es más democrático cuando una mayor cantidad de personas participa directa o indirectamente en la toma de decisiones.
Hasta ahora los gobiernos K se han caracterizado por que las decisiones se tomaron en un reducido grupo. De este modo podríamos afirmar que al menos estamos o hemos estado en una democracia restringida, con el aval de la mayoría parlamentaria.

La democracia es también la subordinación de la política y del poder político en particular a una determinada organización social nacional. La República con sus tres poderes independientes entre sí, con misiones y objetivos diferentes pero contribuyentes al orden social y a la felicidad del pueblo.

La finalidad del sistema democrático ha de ser permitir a los ciudadanos, a los grupos y a las colectividades convertirse en sujetos libres, hacedores de su propia historia, capaces de unirse en acción en procura del bien común y en defensa de la patria.

El gobierno, en lugar de restringir la inteligencia procurando imponer sus propios puntos de vista, debería procurar la mayor participación de todos en la búsqueda de los mejores caminos para el logro de los objetivos previamente definidos.

Si así fuera, estoy seguro se presentarían alternativas creativas, novedosas y eficientes para el logro del anhelado bien común de los argentinos.

Jorge Augusto Cardoso / jcardoso@fibertel.com.ar
Fuente: NOTIAR

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