Por: Ruben Lasagno
El
día sábado el programa de Mirtha Legrand, conducida por Juana Viale, su nieta,
concitó cierto interés político porque entre los invitados estaba Sergio Massa
del Frente Renovador, aliado al kirchnerismo, rodeado por los periodistas Jorge
Asís, María O’Donnell y Marcelo Bonelli, una mesa que prometía algún tipo de
“revelación” o al menos ver en acción a periodistas de tal calibre, ante un
controvertido político que viró 180º su discurso y sus acciones, entre 2015 y
2019 cuando decidió pasarse al kirchnerismo con todo su partido y ponerse al
servicio de Cristina Fernández, alguien muy atacado por él con acusaciones de
tanta gravedad como las denuncias por corrupción, el proyecto para recuperar
los robado por los corruptos y los desastres gubernamentales del kirchnerismo
en el último gobierno de CFK, como mínimo.
Gracias a ese discurso confrontativo, Massa logró conformar lo que se llamó “la ancha avenida del medio”, un espacio que no abrevaba en ningún lado de la grieta y jugaba su perfil propio, captando indecisos y/o aquellos que no querían votar al peronismo/kirchnerismo.
Lamentablemente
no supo o no quiso esperar su momento y destruyó la iniciativa, volviendo a las
fuentes.
Cuando todos esperábamos ver a los periodistas de la mesa hambrientos por obtener información, observamos una mesa con hombres y mujeres atragantados con preguntas, un Massa tenso que disparaba cada palabra de forma medida y pensándolo bien, con rictus de padecimiento en algunos tramos del programa, ante el posible giro de la conversación en temas que el diputado evitaba abordar y así, entre algunas preguntas fronterizas y chistes usados como chicanas, Sergio Massa campeó el temporal de una mesa que no llenó las expectativas, con el agravante de estar sentados allí gente con gran propensión a hacer quedar mal a cualquier político con cosas para esconder y poco para decir.
De todos los artículos que he leído en los diarios, no encontré una sola crítica hacia la gran ausencia en la mesa de Legrand: la verdad y el periodismo, con todo el respeto que me merecen los colegas de gran prestigio y capacidad intelectual que allí estaban.
Y
voy a puntualizar algunos aspectos, a mi criterio, que debían ser infaltables
en la mesa:
El tema de mayor vigencia “La reforma judicial”, brilló por su ausencia.
Nadie en la mesa ni siquiera esbozó una mínima pregunta o hizo mención a un tema fundamental y del cual Sergio Massa, que hace alarde de ser un Houdini dialéctico, podría estar ausente en esta discusión. Está claro que su participación estuvo fuertemente condicionada a que de este tema no se hablara.
Esta
clara censura previa, desnaturaliza todo lo demás y fundamentalmente la
presencia de tres periodistas de trayectoria y reconocimiento.
No es lógico que
ninguno de los allí presentes hayan obviado este tema si no estaba previamente
establecido por la producción del programa.
Una
verdadera vergüenza, tanto para la mesa en sí como para el propio Sergio Massa,
quien evidentemente no puede responder nada que se contraponga a los claros y
contundentes mensajes que daba cuando era oposición de los Kirchner y decía que
eran corruptos, manipuladores de la justicia, que la única “Justicia legítima”
era la que deja preso a los chorros y como única meta de CFK en la década
pasada, fue acondicionar la justicia para limpiar sus causas y modificar la
Corte Suprema para lograr impunidad.
Claramente
Massa no quería hablar de ello, se le veía en la cara la tensión de que algún
diálogo derivara hacia ese tema.
Si
debía hablar, el deja vú lo aplastaría; pues es lo que precisamente ahora
está ocurriendo y con su colaboración inestimable en el Congreso.
El salto (nuevamente) hacia el kirchenrismo, que él mismo había puesto enfrente quedó como “no respondida”.
La
pregunta inesperada para Massa, pero necesaria para el público, vino de la mano
de quien no es periodista, aún cuando excelentes periodistas estaban en la
mesa: Juana Viale.
Cuando la conductora le hizo la pregunta sobre cómo habiendo sido tan crítico del kirchnerismo hoy gobernaba con ellos, Massa recibió un mazazo.
Por un momento el rictus de su boca se agravó.
Sus ojo grandes apuntaron al techo y rápidamente
funcionó el escapismo dialéctico que lo sacó del berenjenal que le armó Juana
Viale y dijo lacónicamente que su partido (Frente Renovador) hizo una alianza
política, evitando que la gente piense (como sucede) que Sergio Massa se volcó
a kirchnerismo más procaz, aún luego de decir en televisión que “a esos no vuelvo nunca más” y por ejemplo “yo no pertenezco a La Cámpora, me gano la vida
con mi trabajo y nunca heredé una fortuna para hacer campañas”, en clara
alusión a quien hoy es alter ego,
su alma matter, dentro de la
Cámara; quien lo ungió Presidente y el que le indica lo qué hacer: Máximo Kirchner.
Todo el resto del almuerzo transcurrió entre la sarasa de Massa para salir indemne de las preguntas posiblemente incómodas (aunque ninguno de los cuestionamientos de este tipo se le hicieron allí), una marcada intención del diputado por cuidar cada palabra y de esta forma se transformó en un “relator de la realidad”, al punto que la conductora en un momento, lo cortó y le dijo “Eso ya lo sabemos, todos sabemos que estamos mal y lo que necesitamos”, con lo cual, a Massa se le notó el disgusto de la aclaración, porque su meta era poner un montón de palabras vacías, para no responder nada, lo que técnicamente se denomina: una falacia.
Bonelli
con una cara de periodista contrariado que nada le podía preguntar, lo trató
entre algodones y espinas, pero nunca pasó el límite que le habían marcado, aún
cuando se le notaba su incomodidad y las ganas de lanzarle repreguntas claves
que solo quedaron en la intención.
Jorge Asis, jugó a hacer lo que mejor sabe y entre sus
ingeniosas frases como la del caramelo de madera leventemente espolvoreado de
azúcar impalpable, que le dieron a Alberto, puso incómodo a Massa que se la vio
venir y con una sonrisa nerviosa y una mirada inquisidora hacia el periodista,
trató de desarticular a tiempo la estocada, aunque Asis solo jugaba al gato y
al ratón, pero nunca iba a faltar a la palabra de ponerlo en la encrucijada. Esa incomodidad de Massa fue la mejor
respuesta que tuvo Asis.
Lo único más relevante del dueño de Asis Digital, fue cuando en medio de la lucha de Sergio Massa por salirse del atolladero en el que lo había metido Juana, claramente Jorge le dijo que ninguno resiste un archivo. En la elipsis estaba la mejor respuesta a nuestras dudas.
Y esa frase fue fatal para
Massa que cambió la dirección de la vista y se vio venir una tormenta la cual,
sabiamente, los comensales evitaron. A O´Donnel le sobra metralla periodística
para poner mal a cualquier entrevistado. Sin embargo en esta oportunidad, más
allá de algún dardo disparado no tanto hacia Massa como al gobierno, lo puso en
guardia al presidente de la Cámara, pero finalmente todo estuvo controlado.
Especialmente cuando junto con Asis le bajó el precio al NODIO de Miriam Lewin,
asegurando que se hace “mucho ruido” con un observatorio que lo tienen muchas
organizaciones y luego de subestimar al organismo en actividades de control de
contenidos, ninguno se refirió a lo importante: el presupuesto de 250 o 300
millones que demanda y sus más de 120 empleados en la estrcutura.
Concluyendo: me defraudó la mesa y no estuvo a la altura de los periodistas que allí estaban sentados.
Siento que hubo dos pecados: pactar previamente no hablar de
ciertos temas para “cuidar” a Massa y hacerle el juego a un político que supo
despertar grandes expectativas y fue él mismo, el partícipe necesario de su
caída en los gustos de la opinión pública.
Me da la impresión que Massa fue llevado allí para “dar explicaciones edulcoradas” de un gobierno que lo involucra, no puede explicar nada y “cuidarlo” como reserva política. No creo que lo hayan logrado. Personalmente aprecio la evidente censura previa que existió para no preguntar ni repreguntarle al diputado.
En la mesa de Legrand se han hecho grandes escándalos por mucho
menos y en esta oportunidad, lo mínimo esperado, era que tan buenos periodistas
fueran nuestras voces, nuestros oídos y aprovecharan la oportunidad para
sacarnos de una duda:
¿De qué lado está Sergio Massa?; aunque todos lo sabemos, no por boca del personaje. Nada de esto ocurrió, pero nos sirvió para reafirmar una idea:
Sergio Massa esperaba que lo llamen y Cristina Fernández lo supo
ver antes que nadie.
Massa incómodo defendió al gobierno (obviamente) pero trató de
aparecer como parte de “un frente”, de manera que si la cosa sigue mal como
hasta ahora, pueda escapar diciendo que nunca perteneció al kirchnerismo.
Sólo él lo cree, la gente ya lo tiene medido y su capital política está muy disminuido.
Ahora solo le queda seguir jugando con Máximo y Cristina; ese fue y es su destino.
(Agencia OPI Santa
Cruz)
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