La responsabilidad opositora...

Por: Osvaldo Pepe, SECRETARIO DE REDACCIÓN Clarín

La oposición deberá demostrar esta semana si es capaz de algo más que ser un testigo quejoso, pero políticamente inofensivo, de las movidas que el kirchnerismo ensaya en el Congreso para eludir todo correctivo parlamentario a las órdenes inflexibles que aterrizan desde Olivos en las bancas.
Su desafío es ver si puede poner en marcha el Congreso, que desde el recambio de diciembre sólo ha sesionado una vez.

Mañana, en Diputados, los legisladores opositores deberán sentar a tiempo las 129 voluntades en las bancas y así garantizar una sesión especial para rechazar el DNU que habilitó el pago de deuda con reservas, porque la estrategia oficialista no tiene fisuras. Si no hay quórum, la consigna es no facilitarlo y que el Congreso se transforme en un limbo democrático de siesta indefinida.

Es infantil esperar que el kichnerismo acepte el juego de las mayorías y minorías parlamentarias antes que la obediencia debida stalinista, de la que se jacta la diputada Diana Conti, por ejemplo.
Siempre que pueda, el bloque K rehusará el debate sabiéndose perdedor.

Los Kirchner detestan verse así en la fotografía mediática, aunque los votos de junio les hayan asignado esa condición.

En el Senado es reveladora la extraña simbiosis de intereses entre Kirchner y Menem, cuya repetida ausencia regocija al actual jefe del PJ.
En el fondo, y aunque representan ideologías opuestas, ambos comparten el modo de entender y practicar la política.
Más Maquiavelo que Platón, más Carl Schmitt que Montesquieu, más confrontación sigilosa que discusión franca, más picardía reglamentaria que transparencia institucional.

Sin ingenuidades, todo eso le cabe a la pelea política y es responsabilidad de la oposición zafar del encierro con las armas de la política.

Para eso, y no sólo para el rezongo reiterado, la votó la gente.