La popularidad de Hugo Chávez se ha nutrido de una verborrea que proclama la necesidad de crear una economía que mejore la calidad de vida de los venezolanos y la inclusión de todos. Hoy, ambos objetivos están más lejos que nunca, lo cual está acabando con el apoyo de la ciudadanía.
Por Robert Bottome y Norka Parra *
Fuente: Diario Las Américas
Su discurso populista y revolucionario se está enfrentando a realidades inocultables. Una de ellas es que la economía venezolana está en franco deterioro. Las cifras oficiales del Banco Central indican que la economía nacional lleva cuatro trimestres en recesión. Ante esto, el gobernante sólo atina a contraatacar a la “burguesía” y aseverar que “la economía que está cayendo en Venezuela es la capitalista”. Así pretende lavarse las manos y evadir su responsabilidad en la caída de 5,8% del Producto Interno Bruto (PIB), en el primer trimestre de este año.
La grave crisis de la economía venezolana fue también reflejada por CMA Sovereign Risk Monitor, institución especializada en información crediticia que incluye a Venezuela entre los cinco países del mundo que tienen más de 50% de probabilidad de ir a la quiebra.
Sin embargo, Hugo Chávez se mantiene impertérrito en su marcha hacia el comunismo, expropiando y cerrando empresas por doquier, sin importarle que así destruye puestos de trabajo y medios de producción. Ya son más de 4.000 las empresas que han cerrado durante sus 11 años en el poder.
Chávez tampoco puede ocultar que muchos de sus seguidores se están alejando de su proyecto gubernamental y que su violento discurso es ampliamente rechazado por la población.
La encuestadora Alfredo Keller y Asociados informó que ocho de cada 10 venezolanos encuestados rechaza la expropiación de empresas. Y según estudios recientes de Hinterlaces, empresa de medición de opinión, el discurso radical de Chávez se desconecta cada vez más de las aspiraciones de los venezolanos más pobres.
El colapso del proyecto nacional que trata de imponer Chávez ha hecho que la población proteste cada vez más, reclamando sus legítimos derechos a mejores condiciones de trabajo, mejoras salariales, cumplimiento de reivindicaciones sociales, reparación de las vías de comunicación, mejores servicios públicos y, especialmente, sobre los crecientes problemas relacionados con la salud.
Ante un claro rechazo de la población, la respuesta del régimen es la política del garrotazo y prisión “preventiva”. Para muestra basta mencionar el trato brutal que recibió en Caracas el personal de la Maternidad Concepción Palacios, cuando exigían a la dirección del hospital que les pagaran sus salarios atrasados, al igual que mayor respeto a sus labores. Como respuesta a ese legítimo reclamo, una enfermera y dos camareras fueron encarceladas en la sede de Policaracas, no sin antes haber recibido una buena dosis de garrotazos “bolivarianos”, muy “revolucionarios”
* Robert Bottome y Norka Parra son director y analista, de VenEconomía.
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Boletín Info-RIES nº 1102
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