Santa Hidelgarda de Bingen [1098 - 1179]

Durante una de mis residencias en Alemania pasé con frecuencia, bordeando el Rhin en los cómodos trenes alemanes, por Bingen, entre su arquitectura evocadora de un pasado caballeresco y monástico.
Confieso que nada supe entonces del personaje más ilustre de aquel lugar, la “influyente y polifacética priora benedictina del siglo XII "Hildegarda de Bingen”

La he venido a conocer ahora, en Chile, gracias a la traducción al castellano de su “Libro de las obras divinas” *(“Liber divinorum operum”), por las profesoras María Isabel Flisfisch y María Eugenia Góngora, en colaboración con María José Ortúzar, un proyecto de la U. de Chile publicado por la editorial Herder, de Barcelona.

Esta traducción permite enterarse de la obra de esa mujer extraordinaria que llegó a una elevada concepción del hombre y del mundo mediante una sorprendente mezcla de observaciones científicas, creaciones artísticas, documentación histórica, pensamiento filosófico, exégesis teológica y visiones y revelaciones místicas, simbólicas, proféticas, que le valieron el sobrenombre de “la Sibila del Rhin”.
Escribió hagiografías y tratados de medicina, física, cosmología, y un auto sacramental. Consejera del emperador germanorromano Federico Barbarroja, el impulsor de la Tercera Cruzada, mantuvo vasta correspondencia con reyes, papas, obispos y clérigos. Estudió el cuerpo humano, los animales, las enfermedades, y especuló sobre la creación del mundo y la expansión del universo.


Y hasta aportó a la música medieval las canciones reunidas en la “Sinfonía de la armonía de las revelaciones celestiales”.

SAGITARIO / El Mercurio.cl
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*El Liber Divinorum Operum, "Libro de las Obras Divinas", trata fundamentalmente de la armonía entre el ser humano y el resto de la Creación.

Tras un breve Prólogo, su contenido se articula en tres Partes compuestas de Visiones, cuatro en la Primera Parte, una en la Segunda y cinco en la Tercera; diez Visiones en total.

El libro está centrado en la idea de la omnipotencia, sabiduría y bondad de Dios y la unidad y armonía de sus obras.
No hay dos mundos distintos, uno físico y otro sobrenatural, pues la Creación es solo una, aunque los humanos sólo tienen de ella una percepción limitada a sus sentidos.

Santa Hildegarda describe y relaciona entre sí, la doctrina católica, la creación, los elementos del universo, el alma, los órganos y funciones del cuerpo humano, así como la salvación del hombre, porque todo ello forma parte del mismo todo armónico.