Los policías que custodian el albergue de la selección argentina, en el campus de la Universidad de Pretoria, ya saben como identificar al "objetivo". Haga frío o calor, los barras brava del país sudamericano se desnudan de la cintura para arriba y al compás de los bombos entonan el himno de "dale, dale Argentina".
De momento, los hinchas que desembarcaron y que siguen llegando a Sudáfrica, no han hecho mérito a su fama de pendencieros.
Pero los directivos que acompañan al equipo albiceleste, saben que es cuestión de tiempo para que el mecanismo de relojería haga explosión.
Se calcula que unos 600 muchachones alentarán a sus ídolos en el encuentro con la selección de Nigeria. Son seiscientas, por tanto, las razones que tienen los apoderados de elenco argentino para contener el aliento.
Anticipándose a los hechos, el embajador de Argentina en Sudáfrica, Carlos Sersale di Cerisano, les advirtió a esos legionarios, que las cárceles del país anfitrión "son bastante desagradables". En una conversación con Diario Popular, el diplomático destacó la dureza de la Policía local y el rigor de los jueces. "Aquí no hay inmunidad ni impunidad. Si se comportan como en las canchas argentinas van presos y de nada les va a servir su condición de extranjeros".
Para cubrirse las espaldas en el peor de los casos, Sersale di Cerisano subrayó que él no ha mantenido ningún tipo de contacto con los barras brava. "No sé como se llaman ni a quien responden... Su presencia es un tema de seguridad que no entra en mi competencia", remató el embajador.
¿Quién los invitó a la fiesta del fútbol? En torno a esta cuestión giran las más variadas conjeturas. Lo único cierto es que 40 de los 'barras bravas' viajaron a Sudáfrica en el mismo avión en que volaron los jugadores junto con el director técnico, Diego Maradona y con Julio Grondona, el presidente de la Asociación de Fútbol de Argentina (AFA).
En un acto de lesa solidaridad, Grondona cargó la responsabilidad de esa mala compañía sobre los hombros del DT de la selección. En una entrevista con Radio Mitre, el veterano jefe de AFA señaló que Maradona y el ex entrenador Carlos Bilardo, mantienen con los barras brava, una relación que data del Mundial que se disputó en México en 1986. En un tono entre paternalista y socarrón, Grondona dijo haber advertido a Diego y a Bilardo, acerca del peligro al que se exponían relacionándose con gente de esa calaña. Maradona, de su parte, sorprendió a los periodistas con un ejercicio de auto contención digno de un Mahatma Gandi. En vez de cargar contra el hombre del cigarro habano se limitó a decir, "yo no tengo nada que ver con esos personajes. Ni paraguas les voy a dar si está lloviendo".
El caso es que Lobitos, El Busca, El Lanas, Ojeroso u otros veteranos de las más crudas batallas campales que se han visto en los estadios de Argentina ya se encuentran en Pretoria, acechando la oportunidad de ajustar cuentas unos con otros. Pues aunque todos son argentinos, los 'barras' están divididos en al menos cuatro facciones rivales: Lomas de Zamora, Estudiantes y Nueva Chicago.
Los cerca de 295 guerreros que responden a Hinchadas Unidas Argentinas están por aterrizar en suelo africano, para desvelo del embajador que antes citábamos. A la cabeza de este contingente viene Marcelo Mallo, un conocido activista político cercano al ex presidente Néstor Kirchner. Los "hinchas unidos" son gente de escasos recursos.
Muchos se preguntan como se apañaron para pagar el billete y el alojamiento en Sudáfrica.
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El barrabravismo --permítasenos la licencia de emparejar a sus despreciables cultores con tantas empresas humanas ilustres rubricadas por el mismo sufijo "ismo"-- no deja de sorprendernos. De sorprendernos y de crecer.
¿O acaso no es crecer eso de que sus cúpulas mafiosas envíen "delegaciones" propias al Mundial, como si se tratase de embajadas itinerantes de algún poder establecido y soberano?
Antes se les suponía apañadas por la dirigencia deportiva y política, pero individualmente radiadas a un estrato delictivo.
Urge corregir hoy tal presunción, desde que dos empleados del INDEC --Ariel Pugliese, alias El Gusano, y Javier Miranda, entre otros por develarse-- acaban de arribar a Sudáfrica en ancas de esa suerte de nebulosa protocolar que significa integrar una barrabrava en el extranjero.
El Gusano había participado hace poco de un escrache en la Feria del Libro contra el autor de un trabajo donde se criticaba al INDEC, y en 2007 había sido investigado por el asesinato de un hincha de Tigre.
Todavía, claro está, no es chic pertenecer al barrabravismo.
Pero no se negará que tiene sus ventajas.
"Son las delicias de esa asociación ilícita que es el kirchnerismo..."
Fuente: La Nueva Provincia (Bahía Blanca)
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